–¿El arreglo con el Club de París cambió la perspectiva que tenían en el exterior sobre Argentina?
–No es sólo por el Club de París. No hay que verlo aisladamente.
2001 dejó a la Argentina completamente dislocada respecto de los
mercados financieros internacionales. No estoy hablando de la voluntad o
no de tomar deuda. A partir de los canjes de deuda, y hasta llegar al
Club de París, terminamos una campaña muy sistemática para regularizar
nuestro vínculo con los acreedores externos. Con una deuda que no
contrajo este gobierno, ni defolteó este gobierno, que vino a arreglar
este gobierno. ¿De qué manera? De una manera que llevó tiempo. Nos
preguntan por qué no lo hicieron antes. Porque fue un proceso
prolongado, pero tremendamente exitoso, tomando la cuestión con
responsabilidad, sin abalanzarse sobre ella sino trabajando con mucha
seriedad, viendo las condiciones internas y externas y buscando la
oportunidad para llevar adelante cada uno de los pasos. El resultado ha
sido tremendamente positivo. En 2005 se inicia el canje con 76 por
ciento de adhesión. En 2006 se hace el pago de la deuda completa al FMI
–tuvo su costo, pero un beneficio clarísimo en función de terminar con
la serie de controles que imponía estar endeudado–. En 2010 se concluye
el canje. El año pasado se termina de negociar las causas pendientes en
el Ciadi. Y este año se cierra con una solución amistosa con Repsol por
la expropiación de YPF, que cierra el litigio y atornilla la
nacionalización del 51 por ciento de YPF. Y, por último, ahora cerramos
la deuda con el Club de París. Si hay inversores que están pensando en
abrir una planta, ampliar su capacidad productiva en el país, venir a
producir en Argentina, que es lo que se escucha, es porque todos ellos
están muy conformes por la perspectiva que abre. Porque cierra el
proceso de desendeudamiento y de regularización del default de 2001.
Llevó tiempo, pero ese hecho fue una bomba nuclear para Argentina, uno
de los default más grandes de la historia del capitalismo.–A su criterio, ¿el acuerdo que se acaba de firmar instala o inaugura una nueva forma de renegociación de deuda para los países periféricos?
–Lo leí en la prensa extranjera, porque acá no lo van a reconocer. Argentina cierra un acuerdo sin precedentes, dicen. Porque ese acuerdo implica que sin el tutelaje de ningún organismo internacional, Argentina se presenta a renegociar deuda. Llega a una conciliación del monto acumulado y se plantea una renegociación que, a diferencia de todas las anteriores, la de 1992, del ’91, del ’87, del ’85, incluso aquella primera de 1956, no incluye ningún condicionamiento sobre la política económica argentina. Esto, que parece una cuestión de principios, es un tema mucho más concreto y que afecta a todo el mundo. Porque anteriormente, para renegociar una deuda, había que ir a entregar determinadas políticas.
Yo recordaba, la última vez que se renegoció una deuda de la Argentina, por ejemplo con el FMI, los que fueron para allá volvieron con un recorte del 13 por ciento para los empleados públicos y las jubilaciones (en el gobierno de la Alianza). Es muy concretito, es para la vida de todos. Porque el acreedor dice: yo te refinancio, salís del default, pero vos me tenés que garantizar que podés pagar. Y para garantizarlo, lo primero es tomar estas medidas de reducción del gasto que, básicamente, es quitar derechos. Por eso digo que es importante que, al mismo tiempo que se anunció la reestructuración con el Club de París, aquí se anunció un aumento de la Asignación Universal por Hijo y un plan de inclusión jubilatoria. Eso está mostrando, involuntariamente porque son políticas permanentes de este gobierno, algo que es bien concreto. Porque a mí no me cabe duda de que si hubiéramos ido de la mano del FMI, uno vuelve con determinadas condiciones sobre su política económica, y claramente no está entre ellas aumentar prestaciones sociales, darles más vacunas a los chicos, más jubilaciones a los viejos. Eso es plata que no les damos a los acreedores, en otra época eso estaría en discusión.
–En la visión de los países acreedores, pasamos de ser el mejor alumno del Consenso de Washington a ser el peor ejemplo de país incumplidor tras el default. ¿Cómo diría que nos ven ahora, tras el cierre de estos acuerdos?
–Eso yo lo vi. Porque en esa reunión en el Club de París, que duró todas esas horas, estuvimos negociando intensamente. Y del otro lado de la mesa había representantes de 19 países, ministros de Finanzas de Alemania, de Japón, de España, gente del Departamento de Estado y del Tesoro norteamericano. Para todos estos países, el acuerdo fue una buena noticia. Nosotros estamos muy conformes por haber conseguido condiciones especiales. Lo digo claramente: es la primera vez que se negocia en el Club de París sin el Fondo Monetario, es la primera vez que en esas condiciones se dan cinco años de plazo, con la posibilidad de dos más, con una tasa del 3 por ciento si se pagan 2250 millones por año, que crece un poco si pagamos menos, pero no entra en default si pagamos menos que eso, porque tenemos un pago mínimo que en el próximo año y medio va a estar en los 1150 millones más los intereses. Es decir, que ha sido una negociación novedosa e interesante. Ellos también destacaron lo novedoso de la modalidad de negociación. Nosotros planteamos que no fuimos a negociar en otras condiciones porque fuimos voluntariamente a negociar. Pero lo que yo creo que ellos ven que es un país distinto. Yo fui a principios de año a hacer una presentación de lo que es nuestro modelo de crecimiento con inclusión social. Y uno ve en el comunicado del Club de París, que la secretaria lo cita como inclusing growth, crecimiento con inclusión. Es decir, que se escuchó el mensaje de Argentina, que no es el mismo que transmiten en los foros internacionales, sobre todo los fondos buitre, que nos presenta como defolteadores seriales, como que no queremos pagar las deudas. Y este gobierno desde 2003 hasta ahora pagó todas las deudas y renegoció todas las deudas que quedaron en default. Ese punto yo creo que quedó muy claro y fue, para todos, muy positivo. Hablamos también con empresas provenientes de esos países que nos han dicho que ya se está empezando a hablar de la posibilidad de acceder a créditos subsidiados por los Estados de sus lugares de origen para venir a invertir acá. Me parece que se ha valorado el esfuerzo de Argentina de, a su manera, con sus principios, de una forma sostenible, afrontar los compromisos. Ese era nuestro punto, el peor de los escenarios era comprometernos a lo que no se iba a poder cumplir. Porque eso sí lo hizo la República Argentina en la etapa del sobreendeudamiento, cuando una y otra vez tenía que recaer en los acreedores para pedir una extensión de plazo, un cambio de condiciones, más plata fresca porque no llegaba a pagar los vencimientos. Esta vez, creo que les quedó la certeza de que se va a cumplir.
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