domingo, 22 de noviembre de 2009

Ese ajeno Sur (Reportaje a Ramón Minieri)




El Fondo Editorial Rionegrino publicó recientemente Ese ajeno sur, ensayo del historiador Ramón Minieri sobre los dominios de la Argentine Southern Land Company, Compañía de Tierras Sud Argentino o, simplemente, la Compañía, como se la nombra en sus dominios.


Un libro marcado por dos hechos fortuitos. El primero, cuando el autor se topó con los archivos de correspondencia, informes de reuniones de directorio y asambleas de accionistas en Londres, memorias y balances del período 1902-1980 de la firma británica mientras investigaba otro tema. El segundó ocurrió luego de 6 años de trabajo sobre esos documentos, cuando logró que el libro fuera a imprenta en reemplazo de otro trabajo suyo premiado en un concurso del FER.


La crisis económica de 2001 produjo un retraso en el plan editorial del organismo provincial, en ese lapso el autor consideró que la obra galardonada había sido superada por los cambios de escenarios, y en sus cavilaciones sobre qué hacer alguien le informó de una cláusula del concurso que permitía el reemplazo de la obra premiada por otra de igual calidad. Se atuvo a esa normativa y tras analizar su ensayo el jurado aprobó el cambio y la historia de ese sur ya no resulta tan ajena.



En los años ’70 Minieri trabajaba en la Universidad Nacional del Sur, ocupaba cargos como docente y no docente, pero la llegada a Bahía Blanca del fascista Remus Tetus al rectorado en 1975 lo obligó a alejarse de su ciudad natal. Partió hacia Río Colorado y en esa localidad rionegrina, que lo acogió en su huída de la Triple A, aún vive. Allí escribió este libro que llega justo en momentos que la comunidad mapuche Santa Rosa - Leleke demanda penalmente a la Compañía por usurpación.En esta extensa entrevista el historiador aporta datos sobre la conformación del latifundio británico – ahora italiano –, los impactos socioambientales que generó ese uso y tenencia de la tierra por más de un siglo, los vínculos de la firma con el poder central y a la firma como poder regional. También deja en evidencia que la extranjerización de la tierra no es un fenómeno reciente sino de larga data.


-¿Por qué el libro?


En 1999, por otro trabajo que había emprendido, di con archivos de la Compañía de entre los años 1902 hasta, más o menos, 1980, hay algunas piezas aisladas de 1982, de cuando tienen que hacer una escritura para aclarar que ya no era de propiedad británica por las leyes que se hicieron en el momento de la Guerra de Malvinas. Pude acercarme a todos los archivos de correspondencia de la empresa, además de los informes de las reuniones de directorio que se hacían anualmente en Londres, los informes de las asambleas de accionistas, las memorias y balances.En ese momento traté de transcribir lo más posible y después, durante 6 años, estuve buscando darle un marco, encuadrarlo en la historia nacional de la época y a veces hasta en la historia mundial. Recién en 2005 tuve un panorama de lo que significaban esos archivos para la región, para la Patagonia, para la Argentina.


-¿Tenías alguna opinión formada sobre la Compañía antes de dar con los archivos?


Sabía que existían las estancias, que [la Compañía] era de un factor de poder quizás… No tenía la dimensión que significaba eso. Por cierto era un obstáculo, porque considero que cuanto mejor repartida está la tierra más libre es la gente en una sociedad, pero no lo que significaba como dominio, como conjunto enorme de territorio, y cómo son un factor que gravita y distorsiona. Contra lo que esta gente dice, han distorsionado el desarrollo de la región y han sido un factor de retraso. Para ellos de prosperidad, claro, porque sacan buenas utilidades pero para las poblaciones, para los pueblos de la Patagonia, son un problema mayúsculo.Recién adquirí idea de lo que significaba esto al ir haciendo el libro y tuve ganas de publicar algo justamente por este motivo, porque muchos como yo somos ignorantes de este aspecto.


-Y entre los mitos que se elaboran en torno a la Compañía y lo que encontraste en los archivos, ¿hay muchas distancias?


Mucha. Como que continuamente lo que llegué a elaborar está atravesado por una contradicción entre la verdad y la impostura. La impostura dice que han sido un factor de desarrollo, cuando vas a la verdad confesada en los papeles por los propios interesados te dicen que están desalojando poblaciones, que están condenando a la muerte a algunos pueblos porque no les conviene dónde están ubicados. Alguien dice en 1964, después de muchos años de explotación: “nos hemos estado comiendo los campos”; otro individuo, el capitán [Louis] Paine en 1918, cuando recorre las estancias, compara las pasturas que él conoció al principio [fines el siglo XIX] – con las de 1918. O sea, tampoco había transcurrido tanto tiempo de explotación y constata que efectivamente han empobrecido y sobrepastoreado.


-¡A 20 años de la creación la Compañía!


Claro, a 20 años. También la riqueza que se logró fue en base a este costo que no medimos.Entonces, hay distancia entre el mito de la eficiencia del administrador inglés y la verdad. Si te comés el campo y además no pagás impuestos para importar cualquier mercadería o elemento – las chapas, los tirantes, lo que fuere –, no pagas aranceles de exportación, no pagas impuestos a las ganancias, lo único que pagaban era la contribución territorial – que era 2 centavos por legua, más o menos - ¿cómo una empresa no va a ser próspera? Denle a un argentino o a una comunidad aborigen esta posibilidad, y además le regalás la tierra… (Se ríe) Entonces a dónde va a parar la buena administración, el factor desarrollo, la corrección inglesa… cuando vez las cartas que hablan de la coima que pagaban a los inspectores de forestación - porque estaban con la concesión del bosque de Epuyén, para tener allí un aserradero, y habían sobre-explotado también.


-¿Es un mito que este latifundio se conformó a partir de donaciones de tierra hechas por el Estado?


La Ley Avellaneda, de 1876, para fomentar la colonización establece que se podían obsequiar hasta 32 leguas cuadradas, 80 y tantas mil hectáreas, si te comprometías a traer colonos, establecer un poblado, dividir en parcelas, instalar riego, en fin, hacer una serie de inversiones. Esta gente, a través de 15 personeros, 15 hombres de paja, logra [que se otorgue a] cada uno entre 20, 30 leguas de tierras, disimuladas al principio: uno pide para Chaco, otro para Neuquén, otro para Río Negro. Luego, a través de traspasos, logran agrupar todas estas concesiones en una unidad, como dividida en tableros, pero toda continúa; 16 estancias que sumaban 805 mil hectáreas, o sea, 322 leguas cuadradas, 10 veces más que el máximo que la ley permitía. Pero esto nadie lo observó desde el Estado.Lo llamativo es la rapidez de los trámites, mientras hay comunidades indígenas que hasta hoy están esperando los títulos de sus tierras, uno de estos hombres en 14 días corridos solucionó su problema. Desde la nota inicial de pedido de las 32 leguas cuadradas, hasta el decreto del presidente [Miguel] Juárez Celman. Fue un proceso de acumulación de tierras que en un comienzo se podría decir que fue ilegal. Después fue ilegítimo, porque la finalidad de esta concesión, que era traer colonos, jamás se cumplió. A los pocos años [de la creación de la Compañía] en las actas del directorio dice: “Felizmente el gobierno argentino nos exime de la obligación de traer colonos”. Entonces se puede poner que lo que efectivamente funcionaba para ellos como modelo de explotación era el latifundio ovino y en menor cantidad bovino con destino a la exportación. La entrega de tierras llega a tal punto que [Carlos] Pellegrini le escribe a Juárez Celman [a quien sucedería en la Presidencia de la Nación] alarmado por lo que se estaba haciendo con las tierras fiscales, que eran 78 millones de hectáreas solamente de los territorios del sur; lo mismo se estaba dando en el Chaco, en La Pampa. Pellegrini le escribe a Juárez CelmanJuárez Celman le contesta que “antes que dejar esas tierras en manos de la injuria del tehuelche, él prefiere que se forme una Irlanda en la Argentina”. O sea, el racismo argentino también acá se inserta como componente ideológico de este proyecto.Durante 24 años en la Argentina se entregó a razón de 20 manzanas por minuto, si uno quiere dimensionar este proceso.


-¿En los documentos que encontraste se justifica por qué esas tierras eran aptas para la explotación ovina?


Hay primero como una especie de etapa de tanteo donde van probando en las distintas estancias, aunque ellos tenían muy buena información, antes por los viajes de George Musters, que hasta había ubicado cada pastizal, cada paradero, cada río, cada laguna. Ahí se ve la función de este aparente viajero solitario, simpático.Después, por los viajes que había encargado Asahel Bell, que era uno de los directivos del Ferrocarril Central del Chubut, para relevar los terrenos. Y siempre tenían la magnífica cartografía de la Royal Geographical Society, donde había uno de los pesos pesados del lobby anglo-argentino, que era [Thomas] Holdich, vicepresidente y presidente después. Así que tenían información geográfica mucho mejor que los argentinos, que por ahí publicaban mapas equivocados donde sobraba un río, faltaba otro.En base a esta información ellos primero hacen una tentativa, después en algunos campos van reemplazando vacunos por ovinos, porque precisamente al sobre-pastorear han alterado las pasturas naturales, entonces tienen que buscar otro tipo de animales, cambiarlos por una explotación más rústica. Y también van cambiando los sistemas de explotación, primero empiezan trabajando en tercio – tienen como asociados, medieros – y después los van suprimiendo para cada vez más tener este modelo de con pocos peones pueden administrar majadas enormes realmente.Y las comunidades indígenas o quedan afuera o a veces contratan partidas, por ejemplo los antepasados de los Nahuelquir, para guanaquear [cazar guanacos]… como el guanaco competía con la oveja… De paso le quitaban una fuente de subsistencia a las propias comunidades indígenas.


-¿En los documentos que consultaste se describe el desplazamiento de comunidades indígenas?Sí, aparecen como un problema. Un caso más reciente, cuando en el año 1936, 1937 el Ejército resuelve establecer una unidad militar en Esquel y desaloja una comunidad aborigen [Nahuelpan]. El problema grave para ellos es que no se les metan en sus tierras, cómo buscar la manera de alejarlos de la tranquera, que vayan para otro lado, como si fuera una especia animal indeseada.Y anteriormente también, en una ocasión Cuthbert Hackett, que es el verdadero virrey de la Compañía en la Patagonia durante años, detecta ciertas parcelas de las cuales se querían apropiar, habla de que ahí había una comunidad indígena pero que esto se podía resolver hablando con los amigos y conocidos. Porque esta gente hacía un expeditivo y eficaz uso de amigos y de conocidos que, aclaremos, eran argentinos, esa es la otra dimensión que no hay que olvidar en todo esto.Estas relaciones siempre estuvieron basadas en la fuerza, cuando hoy se le niega la tierra a una comunidad indígena detrás del discurso jurídico, los dueños de la fuerza también se hacen dueños de las leyes. En 1921 había agitación de los obreros rurales en Santa Cruz y había preocupación por si llegaba la agitación a la zona de las estancias de la Compañía; un directivo inglés de Buenos Aires le cablegrafió al gerente de [Estancia] Leleque, cito textualmente: “Desde Londres sugieren telegrafiar si hace falta una cobertura especial para salvaguardar los intereses de la compañía en caso de que los bandidos vengan hacia el norte”. Los ‘bandidos’ eran los obreros en huelga o en protesta, y la cobertura especial, no hay mucho que pensar. Pensar en el desembarco y la intervención armada inglesa.-Un antecedente histórico de los recientes entrenamientos del Grupo Especial de Operaciones Policiales de Chubut en la Estancia Leleque…Detrás de estos poderes, de los amigos, de las influencias, de las amistades, de los títulos y de las leyes, siempre hay alguien que se atreve y anuncia que va a manejar la fuerza bruta.


-Que la Compañía era el poder fáctico en la región no es un mito.


No es tal mito, no. Decidieron el trazado de rutas, por dónde pasaban las líneas de ferrocarril, dónde podía estar ubicada una estación, condenando a veces a un pueblo anterior al ostracismo, los valores de la propiedad inmobiliaria en todos los pueblos que se formaron adentro de sus estancias… El desarrollo urbano de El Maitén [Chubut], el desarrollo urbano de Pilcaniyeu [Río Negro], fue fuertemente condicionado. El de Puerto Madryn.


Decidieron, yo sospecho, hasta los límites provinciales, porque cuando estaba el debate de límites entre los territorios [nacionales] de Río Negro y Chubut, Hackett manda una carta para rebatir la idea que tenía Bailey Willis [geólogo norteamericano que en la década de 1910 realizó sendos estudios en Patagonia base para obras públicas] - de hacer una línea más quebrada, contemplando ciertas cuestiones topográficas y sociales - e insistiendo en una línea que favorecía a los almacenes ingleses. Porque parte del negocio, además, era traer mercadería de Inglaterra - en condiciones con las cuales no podían competir los bolicheros - y venderlas en los almacenes de la Compañía a cambio de lanas con las que pagaban los paisanos. A los propios peones de la Compañía se les pagaba con esta mercadería. Era un negocio que cerraba por varios costados, y se evitaba el alcoholismo que era un factor que deterioraba el nivel de prestación laboral de los peones. El límite provincial está en el Paralelo 42, y permitió tener almacenes en un territorio libre de impuestos aduaneros [Chubut], que llegaba hasta el Paralelo 42 y venderle a peones de la estancia que estaban al norte del Paralelo [Río Negro].Además se ve en la correspondencia cómo influían sobre los gobernadores, cómo decidían quién iba a ser el Juez de Paz o el encargado de la oficina de Correos. En fin, no es ningún mito el poder de la Compañía. Creo que fue más poderosa, de hecho, que las gobernaciones de los territorios y más que muchos funcionarios nacionales de segunda línea.


-¿Cuándo se provincializan los territorios cambia la situación?


Yo veo que hay una modificación que arranca en al época del peronismo, el último visitante importante que tienen las estancias es el General [Agustín P.] Justo, que a la sazón era Ministro de Guerra [de la dictadura de José Félix Uriburu]. Todavía no era presidente, pero apenas un mes después les llega como regalo la línea telegráfica para unir El Maitén con la estancia y con la red nacional y un camino que se rehace en El Maitén. Después lo que llega de la Nación no son visitas sino directivas, empieza esto con el peronismo: el Estatuto del Peón [1944]. Entonces la Inspectoría de Trabajo en Esquel, por ejemplo, pasa a ser una instancia decisiva; el comisario o el jefe de Gendarmería es a quién se consulta para ver cómo hay que aplicar tal norma del Estatuto del Peón. No fue más allá la cosa, el avance del peronismo sobre estas estancias llega hasta esta cuestión de los Derechos del Trabajador, la propiedad nunca se puso en cuestión, la ilegitimidad de las concesiones.


-El poder de la Compañía no se limita a la época del ‘orden conservador’ o a los tiempos en que Argentina era satélite del Imperio Británico sino que se mantiene más allá de los cambios de escenarios.


Claro, yo cito dos casos. En la época de [Hipólito] Yrigoyen, un gobierno de contenido nacional y popular, lo único que sucede de diferente e inquietante para los directivos británicos es que llega una comisión investigadora de tierras, pero los integrantes sabían tan poco, incluso no tenían mapas válidos, que Hackett les oculta que la Compañía está explotando una fracción de Lepá de 4 leguas y media – un resto de mensura – que la Compañía estaba usando sin que le hubiera sido concedida. Ni hablar de revisar la legitimidad de las concesiones, esto no lo pensó ni el más osado en esa época.También el peronismo tuvo sus limitaciones. Sí exigió estrictamente el cumplimiento del Estatuto del Peón. Te duele en el alma porque a través de esto vez cómo vivían los puesteros y los peones, cuando dicen: “por obligación de las autoridades nacionales tenemos que poner una mesa y dos sillas en el rancho de cada puesto”, y también “hay que poner cacerolas, platos, tenedores”; después viene el tema de poner cielo raso, baños. Así que cuesta creer que se haya podido vivir en las condiciones anteriores, pero no llega más de eso la intervención del peronismo.


Y cuando en 1973 el gobernador de Santa Cruz, [Jorge] Cepernik intenta encarar la expropiación de Estancia El Cóndor – que para esta época pertenecía a la Compañía – allá en el sur de Santa Cruz, lo paran en el aeropuerto de Buenos Aires, lo suben a un auto y lo llevan a la Casa Rosada para explicarle que no hay que anunciar esto - él pensaba dar una conferencia de prensa – porque “han llegado instrucciones de ‘el hombre de Madrid’”, a quien vio un tal Menéndez Campos – de la familia Menéndez famosa en la Patagonia – porque se lo pidió alguno de los directivos británicos. Y ‘el hombre de Madrid’ – o sea, [] Perón – cuando todavía estaba [Héctor] Cámpora en la presidencia, manda a decir que detengan este intento de expropiación porque “nada hay mas tímido que el capital extranjero”.


Acá también se ven las limitaciones, a veces, de los proyectos nacionales y populares, cómo hay ciertos cascabeles que no se han llegado a tocar. Quizá haga falta mucha lucha desde abajo y desde las comunidades para que entremos a revisar qué uso le estamos dando a nuestra tierra o qué sentido y en beneficio de quién.-En la última década se empezó a denunciar la extranjerización de la tierra – sobre todo en la Patagonia – como un fenómeno reciente. Sin embargo hoy la Compañía en manos del grupo Benetton controla muchas menos estancias que en su momento los británicos.


¿Cuál era la dimensión de esos dominios británicos?


Aclaremos que la Compañía es una entre 20 compañías semejantes. La Compañía tenía esas 322 leguas cuadradas que iban desde Cholila – en la Sección Cordillera como llamaban ellos – hasta Madryn, por una parte. Por otro lado, desde Pilcaniyeu – la Estancia Pilcañeu – hasta Sierra Colorada, digamos, el Sur de Río Negro y el Norte de Chubut. Puerto Madryn, la ciudad con el puerto y demás también era parte de lo que se les había otorgado en las concesiones, y todas las tierras del Ferrocarril Central Chubut.


Después van comprando y vendiendo tierras, compran El Maitén y Fitiriwin [en el N.O. de Chubut] que eran otras concesiones de una empresa hermana [Argentine Land and Investment Co. – ALICo] y crean dos compañías nuevas para realizar la valorización de la tierra. Para convertir en plata el aumento del valor de estas parcelas crean la Port Madryn Company, a la cual le dan toda la tierra que era del Ferrocarril Central Chubut, Puerto Madryn y la Estancia Madryn y Sierra Colorada; y la Río Negro (Argentina) Land Company, a la cual le dan la Estancia Maquinchao – que era la más importante – y después Renangueyeu, Ruculuan, Huanuluan – donde en este momento hay un litigio por tierras [que reclama el lof Collueque] – y alguna más que por ahí se me puede escapar [Marilafquen, Epulafquen y Neluan].


-¿Estancia Tecka era de ellos?


Tecka [Land Co. Ltd.] era de una empresa hermana, en general trabajaban juntas estas tres que he mencionado: la Compañía – o sea, la Argentine Southern Land -, la Río Negro y la Madryn; y en una segunda línea de hermandad estaba la Tecka, que vendría a ser una prima. Era de Alexander Henderson y de [] Bell, la habían recibido también por concesión, pero pagaron algo, no fue totalmente gratuita. Pero era parte de esta fraternidad de compañías que trabajaban juntas los rebaños, por ejemplo cuando había que comprar productos sanitarios para la sarna compraban todas juntas en Inglaterra, cuando vendían la esquila la vendían toda junta - entonces con esa masa de lana podían influir fuertemente en el precio.Y después están las otras, que no están tan cerca, pero eran parte de la misma familia porque tenían los mismos directivos y a veces los mismos accionistas: la Cordoba Land Company, la Santa Fe [Land Company], todo un enjambre de empresas.-Popularmente se dice que los titulares de la Compañía no era más que testaferros de la corona británica.Creo que hay pistas para sospecharlo, habría que seguir esta investigación en archivos británicos. Hay un peso pesado, Alexander Henderson, Lord Faringdon - o sea, fue hecho después lord por la corona y llegó a ser integrante de la Cámara de los Lores. A través de la correspondencia uno ve que en cada instancia decisiva del desarrollo de la empresa – cuando hacía falta más dinero para encarar una nueva inversión o decidir una operación que lindaba con lo político – se acudía a una reunión con Lord Faringdon. Era un personero de algún interés muy poderoso, que no era un grupo de inversores, porque Lord Faringdon no estaba en la Bolsa de Londres, creo que se movía en otros círculos.Yo diría que hay indicios como para pensar que la Familia Real, la corona británica, tenía capitales en todas estas empresas.


-Los grupos inversores también son viejos actores en la Patagonia.


Claro. Estaba el Argentine Land Group y el Argentine Group, que eran dos conglomerados empresarios que tenían sus oficinas en la River Plate House, en Finsbury Circus - que es un barrio de Londres -, todo un edificio donde funcionaban todas estas empresas.


-A lo largo de todo el período que investigaste, ¿encontraste algún proyecto de la Compañía para crear infraestructura y agregarle valor a la materia prima?


A ellos les cerraba muy bien como negocio enviar todos los años entre 30 y 33 mil ovejas hacia el norte y 3 mil, 3.500 vacas, que se engordaban en Córdoba, después iban a frigoríficos, y después a Europa. A tal punto que a ellos cada libra de inversión real, verdadera – no contando las tierras, porque las tierras se las regalamos los argentinos -, le rindió por año ₤1,30. No hay inversión tan jugosa en el mundo que te de un 130% anual más la capitalización, como este negocio cerraba no los alentaba a ser muy innovadores.En algún momento pensaron en poner un frigorífico en General Conesa [Río Negro], después, como por lo visto, a través de la vinculación por el ferrocarril en pocas horas la vaca que ponían en Senillosa [Neuquén] o la lana que ponían en Maquinchao [Río Negro]… El ferrocarril inglés le ponía trenes especiales para el transporte de ganado, se hacía por un acuerdo inter-empresario, entonces no necesitaban poner frigoríficos. Que hubo proyectos de colonización, sí, pero quedaron cajoneados.Por ejemplo, cuando va Pedro Bovet, que era un personaje importante vinculado a las estaciones experimentales de aquella época en que no existía el INTA pero el Ministerio de Agricultura en [Carmen de] Patagones [Buenos Aires] tenía una chacra experimental. Lo contratan para ver las posibilidades de regadío en Leleque, él hace todo un estudio minucioso de la zona y llega a la conclusión de que se podían poner un montón de chacras. Incluso saca un cálculo financiero, la utilidad que de esto podía sacar la Compañía, el aperaje de labranza mínimo que debía tener cada colono, las medidas de las fracciones. ¡Una preciosura! Bueno, está guardado todavía. Porque no cerraba ni convenía para los intereses de la Compañía.


-¿En que año se hizo ese estudio?


1920.



Ese Ajeno Sur: Radiografía de un imperio llamado Compañía de Tierras Sud ArgentinoPor Hernán Scandizzo ((i)) - Wednesday, May. 23, 2007 at 10:22 PM

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viernes, 13 de noviembre de 2009

Locura, pobreza y poesía (Por Vicente Zito Lema)


Hubo un tiempo en que el tiempo se hizo espacio y se hizo materia, y estalló en mil estrellas, y los cielos se separaron de la tierra, y el día de la noche, y se quebró esa unidad de músicas que hasta entonces eran el murmullo y el perfume del universo, el aliento absoluto que sostiene el vacío… Hubo un tiempo en que los hombres se separaron de los hombres, los vivos de los muertos y el mañana de su ayer; fue en el mismo tiempo y en el mismo sentido y con igual espíritu, que la necesidad y el deseo se volvieron enemigos, y la pobreza y la riqueza tomaron conciencia de su contienda eterna: que ya no eran una misma materialidad armónica, sino la adversidad, la antinomia feroz, la tensión que usurpa la fraternidad y abre tajos que nunca cicatrizan, la hiedra que trepa sobre la vida; y el horror entonces clausuró las cabezas y llenó de agonía los corazones, que nunca recobrarían la inocencia.

La poesía allí mismo inició su diálogo de nunca acabar con la muerte, porque la poesía es el principio que no tuvo un principio anterior, y la muerte es el fin sin más fin, que no puede pensarse en la razón, ni refutarse por fuera de su origen en el delirio. ¡Todo es agonía!



Hubo un tiempo, pasado el tiempo, en que la locura se presentó en el mundo para señalar con su dedo de fuego que era el único sentido del mundo, y apostrofó al susodicho mundo que mezclaba en su rostro el terror y la lujuria, y se plantó en el centro de la realidad con el ímpetu de una rosa y el sin pudor de un relámpago.



Hubo un tiempo, ¡vaya que tiempo!, en que la locura, después de abandonar la lengua de los dioses y poner todos sus pies, y también sus manos que lucían igual que cristales, sobre la tierra, decidió abrir la boca de cada criatura humana, para que las almas salieran de su prisión –un cuerpo tan ajeno de sí, tan humillado de sí–, y pudieran revelar a viva voz el mayor de sus secretos…



No bien se escuchó entre truenos y lluvias de cenizas que la riqueza convertía las lágrimas del amor en una piedra, sin fondo ni forma, pura atrocidad, y que la fe estaba obturada por el poder esclesial, y la razón apenas era una excusa de la perversidad económica, la locura fue perseguida como un animal que depreda por depredar; acorralada y cazada la arrojaron sobre las llamas y al final, entre himnos y eructos, fue digerida por el estomago de hierro de una sociedad ya preparada con gigantesca paciencia, con prueba y error hasta el hartazgo, para vivir y reproducirse en la antropofagia, su real espacio, su última morada, tapando con la mano el estertor de las víctimas, como si la razón no fuera más que un sol de humo y de ácido que todo lo corrompe, que para siempre marchita… hasta hacer de la vida un tuétano atroz, el más estéril desierto de hielo.



Con el ímpetu y el desaforo de una estrella tan negra que todo lo enceguece, la locura conocerá en el hoy de hoy, a caballo de una muchedumbre que galopa en la ceguera, el peor de los destinos: ser un río sin orillas, viajar y viajar sin más puerto que la peste, sin otra misericordia que la visión temblorosa de un ángel que sonríe, muy fugaz, desde el corazón de un espejo, mientras la carne del viajero se convierte en agua y el alma en una luz sin consuelo, en una ansiedad inagotable de delirio, para seguir por ese río hasta la oscuridad que jamás decae, a la que nunca se llega, porque no hay imagen ni palabra que la represente…



Han quedado atrás y con nada de nostalgias los días que la locura hablaba del futuro en la cueva de la pitonisa, y tras un salto que unía el cielo con las bajuras increpaba a la Parca, que parecía una niña perdida en los pliegues sagrados de la luna…



Hoy la locura se arrastra por las calles de la pobreza, los zanjones de las villas miserias, las comisarías del conurbano y los patios de los hospicios en ruinas, donde la resignación puede ser la última puerta que se golpea y se abre cuando la pasión huye, antes que el cuerpo se venda por pedazos y el alma se entregue como cuota de desesperación a los perros, en los umbrales de la morgue, mientras la soledad de la muerte cruje…



La locura con miedos de pobre, con ojos de pobre abiertos a la tormenta traicionera de la pobreza, es una locura de detritus, es una locura que rumia el infinito, ha perdido a sus ángeles y a sus héroes, y cuando el delirio se opaca, gasta sus brillos, enmudece en las escaleras del rosario que llevan al paraíso, sólo queda el hambre, la mierda del hambre que no llega a la blasfemia del hambre, porque el temblor de la boca débil tampoco se alza en el grito; es una locura que languidece sin furor, se escurre sin gloria por las alcantarillas…



Apenas se asoman, como coletazos de una bestia en su ahogo, la angustia y la sed de luz, que tampoco cotizan alto en el infierno…y menos aún en la misa vespertina de los cantos gregorianos, cuando otra vez la soledad es un fantasma sin dientes ni piernas, que ronda y vigila.



(La soledad de la locura es agria y es sucia, ya no tiene lágrimas; la pobreza le ha robado la dignidad; tampoco la belleza de las nubes la besa en su lecho; la locura ya no es la madre de dios sino una vieja mendiga que se envuelve en las sombras sin mañana; la locura ya no tiene un astro que duerme sobre sus ojos cerrados… la noche es apenas una circunstancia del crimen, la tapa que se atornilla en el féretro…)



En los días del olvido, cuando la poseía huye de nuestras bocas, porque las bocas no son más que la guarida de la monstruosidad, el chiquero donde los cerdos relamen sus tesoros, no sólo la locura arrastra los ecos de los gruñidos hacia la plaza mayor, y pule la máscara social que protege la identidad del real poder, su vocación de placer escarbando en las hendijas de la sumisión; también la pobreza, como espacio saturado de dolor, que teje y entreteje los vacíos de la historia, cubre por igual de apariencias –con estadísticas, nomenclaturas, porcentajes, diagnósticos, protocolos y leyes– las esencias aterradoras, desnudas de tan aterradoras, y aterradoras de tan esenciales, de la verdad de la muerte ungida como solución final ante las encrucijadas sin solución de la vida de todos los días, en tanto vida condenada a no ser ya la vida, en la desmesura de su numerosidad, sino apenas lenguaje de padecimiento, sacrificio y tortura, donde no tienen espacio los vínculos sagrados ni los objetos del amor.



Dicho de otra forma: locura y pobreza son flores en el altar de la razón como poder, de la mercancía como estructura deseante; son la misma verdad de una única muerte, en la necesidad con que el poder falsea la vida; locura y pobreza son caballo y jinete al galope raudo y sin frontera sobre las praderas de la agonía, en un tiempo en que las sociedades se atragantan de sí mismas, porque todo se devora y se vomita en las grandes hambrunas, cuando ya no hay oído para las músicas celestes y la poesía es colgada para escarnio de la belleza, en un farol de una plaza de extramuros…



Ah, poesía, dulzura agotada antes de nacer para el recuerdo y las ansias de lo que pudo ser y no fue, trofeo inútil de una muerte que sigue siendo, aún sin deseo, harta de sí, la única realidad de nuestro tiempo, la ley de la eficacia y lo posible…



Sobre las ruinas del pensamiento, tras las visiones pisoteadas y orladas de sangre hasta convertirse en tufo, en aliento de los demonios; rompiendo a martillazos el cuerpo para extraerles las piedras de la locura, las rocas de la locura, las montañas con sus lavas de la locura, el cuerpo y todo el universo del cuerpo se alzan como catedrales nocturnas para recibir las ofrendas del dolor humano.



El dolor humano es un viento y el cuerpo es la casa que hospeda el viento, y la locura será así la sustancia del viento… (¡Sopla! ¡Sopla! ¡Que lo que no es soplo es reliquia maldita…!). Se hablará entonces, mientras se amontonan los últimos residuos de los quejidos, de los trastornos narcisistas de la personalidad, y el cuerpo de la locura será exhibido en la galería de la criminalidad, con su prontuario milagroso y su delirio sobre una mesa de oro, con la cabeza apoyada en un almohada de diamantes negros, que en realidad son el hígado de un dios venenoso.



Se hablará a boca de jarro de la agresión, como exabrupto dirigido de la violencia; se traerán al ruedo la anomia moral, la vagancia crónica, la ebriedad consuetudinaria, el deambular sin ton ni son…; la palabra que enuncia las categorías de las ciencias sociales como si fueran las Tablas del Pecado es ahora la llave que abre el portón de la disciplina y el castigo (sea la cárcel o el manicomio), y allí, en la oscuridad fúnebre de la dormidera sin nubes ni sueños, aparece la imagen ayer fulgurante y hoy apagada del loco, que es igual a pobre y es igual a criminal y es igual a lengua devoradora en el instante eterno…



Se dirá: hay una conducta insana, notorias inferioridades psicopáticas; hay perversidad crónica y natural, incapacidad para la culpa y el amor; hay un demiurgo que arrastra por los cielos y por las tierras el peligro social…



Lo que no baja del firmamento ni sube desde el averno es la palabra justa para el dolor de la verdad, el dolor como espacio absoluto de ese cuerpo humano que el Poder humano rechaza como espejo de sí, castra como parte de sí, porque nadie soporta ser la sombra material de su alma…



El cuerpo humano es un agujero que no termina de cerrarse a causa del dolor… El cuerpo humano navega en los torbellinos de su sangre hasta volverse ausencia, pérdida, estertor, vacío sin mácula para el ataúd o el lecho de quien nunca nació…



Ese cuerpo humano muestra los hilos rotos de su pasado y ahoga su destino y representa su historia como si fuera un enigma que traduce los ruidos de la furia con que la muerte despide el nacimiento de la muerte en el camino que va del susurro hacia el silencio… (¡Oh, terror de la quietud…! ¡Espasmo! ¡Espasmo!)



Mientras los llantos y los odios de la pobreza resuenan como relámpagos de piedras sobre los dientes de Dios, y la sangre del crimen de cada día en su mansedumbre nocturna, se escurre entre las arenas temblorosas de los cielos, tan azules, tan limpios, tan serenos, como nunca bellos, como nunca en las glorias de la belleza…



Mientras la pobreza construye ladrillo a ladrillo, ladrido a ladrido, espanto sobre espanto, agonía en la agonía, cicatriz contra cicatriz, hambre en el vientre del hambre, violación tras el gemido ahogado de la violación, la locura de nuestro tiempo, la locura sin principio y sin final vivida como pesadilla de la muerte, deja sobre nuestras frentes hasta su última gota de mortífero rocío…



Mientras la locura en la cabeza en ruinas; en el pensamiento, la lengua y la conciencia de la pobreza en ruinas, levanta los castillos de la riqueza, las iglesias de la riqueza y hasta reverencia la divinidad, y por las buenas o por las malas la quiere para sí, para estar allí, para sentirse como en la gloria de la tierra y de los cielos allí…



Y mientras los sufrientes del sacrificio, con sus cruces a cuestas, se estremecen más que de frío; y mientras sus niños, en la primera línea de espanto y de fuego, maldicen con la ferocidad propia de los ángeles de la muerte, que son los ángeles de un tiempo donde toda la vida se convirtió en un infierno en nombre de la propiedad y de la acumulación del capital; mientras ocurre todo ello y el corazón explota, cómo no interrogarnos sobre la razón y sinrazón, sobre el sentido y sinsentido de estos días que penamos como si no hubiéramos nacido para otra cosa que las pasiones tristes…



Mientras la vida soñada como vida se aleja de nuestras almas, y sabemos que se aleja y no volverá, ¿podemos, aún así, dejar de interrogarnos…? …¿o acaso no sentimos como verdad que al interrogarnos sobre la existencia y producción del horror humano, no comienza a tambalearse, al menos por un instante, y apenas en nuestra propia alma, más allá de los cansancios y la nueva fragilidad, el imperio del Poder en la historia como naturaleza incuestionable y absoluta, que cerró nuestros ojos y ató nuestras manos al destino del horror…?



Frente a la desmesura de la crueldad y del espanto, ante esta realidad social de la que somos hacedores y parte con los labios cerrados, y que nos hunde en los pantanos de la pesadilla, igual que pájaros de alas quebradas; en éste sálvese quien pueda, donde también cae la bestia más fuerte, y cuyo símbolo más atroz es el niño que mata para que lo veamos vivo, aunque más no sea en la criminalidad del niño que no fue, por más que suene ante la perfección de los actos como un puro acto del mal sin redención, y después de estrellarnos la cabeza una y mil veces contra la pared que nos encierra, ¿no es justo y necesario arrimar quietud, demora y silencio, y escuchar por un instante las proclamas de la vida como postrer respuesta de amor, como anhelo de gloria para recibir la mirada del otro, ese otro que en su oscuridad y en su gracia nos ilumina…?; ¿seremos capaces todavía de sentir, boca a boca, que en los espejos del alma aún anida la belleza, y que de la mano que se abre con fraternidad al mundo surge el consuelo, también ante el desconsuelo sin límites de la finitud…?; ¿y si de allí en más le ganamos al mar del estruendo y del vacío un espacio –humilde, fugaz… – para escuchar con inédita pasión de alegría las antiguas músicas de la inocencia, cuando el cuerpo del otro era nuestro cuerpo, las llamas del universo nuestro fuego…?; ¿no son humanas esas nubes que pasan sin miedo del ocaso?; ¿y esos ojos que nos alientan, interrogan y desafían, no están todavía llenos de la divina agua de la poesía…?

martes, 10 de noviembre de 2009

Bicentenario, tumbas y estatuas (Por José Pablo Feinmann)


Todo lo que está pasando –en nuestro país y en el mundo– se integra en una estrategia global de contrainsurgencia. Los tiempos son graves y se irán endureciendo. La derecha occidental (que se expresa en la contrainsurgencia) tiene como horizonte inmediato el retorno a la Doctrina de la Seguridad Nacional. Si alguien había pensado que Obama habría de trastrocar los planes del Imperio en su política bélica global, ya puede olvidarse de esas ilusiones. El fortalecimiento del golpe en Honduras marca una herida de impredecible (o acaso, lo que es peor, predecible) importancia en América latina. Obama ha sido derrotado, antes que por los golpistas hondureños, por el complejo militar-industrial de Estados Unidos. Es este complejo el que nadie (demócrata o negro o santo o hippie o Jesucristo Super Star) podrá tocar. La contrainsurgencia seguirá ocupando la prioridad estratégica de siempre. Esto implica retomar el “consenso de Washington”, retomar los axiomas del neoliberalismo, sumar a Europa a este proyecto (lo que nada costará) y muy especialmente sujetar duramente todo posible “desvío” de ese patio trasero que se ubica al sur del Río Grande. Nosotros. Aquí, en América latina, la contrainsurgencia ha instalado su centro de operaciones en Colombia. No sabemos ni podemos saber qué pasa en Colombia. Que ya funcione una Escuela de las Américas no debiera sorprendernos. Y que las bases norteamericanas se hayan multiplicado, tampoco. El Imperio sigue sosteniendo la geoestrategia de la unipolaridad. Los llamados neocons-republicanos permanecen en dominio del gigantesco aparato militar, que es insaciable y no puede detenerse. La cuestión acaso sea menos intensamente ideológica que en los tiempos de la Guerra Fría, pero es más desesperada. Estados Unidos necesita asegurar su abastecimiento de modo seguro, permanente.


El mundo se desangra en enfrentamientos para que el ciudadano medio norteamericano no pase calor ni frío. Para que sus automóviles funcionen y las industrias de la nación no se detengan. Los neocons-republicanos tienen un enorme país a su cargo y esto los arroja a asegurarse la posesión geoestratégica del mundo. Lo que implica la integración de China a este proyecto, ya que no se lo podrá agredir militarmente. Para el resto del mundo pareciera (muy momentáneamente) seguir rigiendo la preemption (guerra preventiva) que lanzara Bush después del episodio de las Torres. Pero, como dijimos, por el momento. El Imperio global-comunicacional deberá avanzar aún más si desea consolidar su predominio. Este predominio lo consigue interviniendo directamente –como en Irak– o respaldando abiertamente a los grupos políticos que expresan sus intereses en el mundo. Es decir, aquellos que enfrentan a todo lo que pueda expresar un desvío ante la política de poder unipolar norteamericano. Retorna (luego de una leve ilusión contraria con Obama) el “con nosotros o contra nosotros” de Bush. Nadie queda fuera del esquema beligerante. Para eso el mundo se ha globalizado.


Así, debemos dejar establecido que la nueva teoría de la contrainsurgencia surge en el marco de la “Guerra contra el terror”. Esta “guerra” no sólo se libra en el campo militar. Todo aquello que se diferencie o se oponga a la geoestrategia de unipolaridad de Estados Unidos cae dentro del concepto de insurgencia. “Insurgencia” es, en lo esencial, aquello que aparta a las sociedades de lo establecido en el Consenso de Washington y de la concepción neoliberal de la economía. Así –aunque en Estados Unidos sea habitual el descabezamiento de ciertos monopolios–, si en un país latinoamericano se agrede a un monopolio encuadrado dentro del esquema de seguridad neocons-republicano (Consenso de Washington-neoliberalismo-lucha contra el terror y el narcotráfico), el Imperio lo defenderá sin hesitación alguna. ¿Cómo? Instrumentando los elementos de poder con que cuenta en el país en que sucede el conflicto. (Nota: Para preparar el golpe en Chile, Nixon y Kissinger le dieron a El Mercurio dos millones de dólares para crear el “clima propicio” para el descabezamiento de Salvador Allende.) Lo que no se aceptará es el freno –ningún tipo de freno– a la “era americana” en el siglo XXI.


Los islámicos habían elaborado un concepto de gran precisión: lo “glocal”. De modo inmediato, ya, el Imperio asoció la “glocalización” a la “insurgencia”. No puede existir en la “era americana” glocalización alguna. Lo glocal sería una afirmación de lo local en medio de lo global. No se rechaza la globalización, pero sólo se aceptará integrarse a ella desde la primacía de lo local. Esta primacía es la insurgencia. Porque la primacía no es la de la “localización” ante la “globalización”, sino que sólo existe un proyecto bélico estratégico y cultural: la “globalización”. Todo acto de glocalización será severamente incluido dentro de la insurgencia. “Simon W. Murden propone otra mirada que ubicaría la contrainsurgencia (...) cuyo fin sería hacerles frente a las insurgencias ‘glocal’ (a la vez local y global) en un mundo globalizado” (Khatchik DerGhougassian, “La contrainsurgencia Global en la Lógica de la Geopolítica Unipolar”, en Cuadernos de Actualidad en Defensa y Estrategia, Edición del Ministerio de Defensa, p. 14). Y añade: “En esta perspectiva, la insurgencia ‘yihadista’ es tan sólo un episodio. En el marco de la globalización presente emergerán muevas rebeliones e insurgencias de distintos signos ideológicos y con estrategias diversas” (Ibid., p. 14).
En resumen: la contrainsurgencia en el siglo XXI consiste en asegurar la unipolaridad del Imperio bélico-comunicacional. La contrainsurgencia se expresa como Lógica de la Geopolítica Unipolar. Si definimos al Imperio como bélico-comunicacional es porque instrumenta –desde hace ya tiempo, sin cesar– el poder que le otorga la revolución que hizo desde los ’80 hasta hoy. Se trata de la única revolución exitosa del siglo XX: la revolución comunicacional. El Imperio es bélico porque somete por las armas. Y es comunicacional porque somete por los medios. Este nuevo poder no alcanzó a ser estudiado ni por Foucault, el gran teórico del poder en el siglo XX. La misión de lo comunicacional es la de la colonización de las conciencias. Foucault acertó al decir que había que abandonar la idea de la “crueldad” como inherente a la “represión”. No, la represión comunicacional radica en entretener al receptor y atrapar su conciencia y sofocarla y colonizarla con la “verdad” del poder. La verdad no existe. La verdad es una creación de los medios. Los medios son parte esencial de la contrainsurgencia.

Es necesario controlar o aniquilar o inmaterializar toda verdad que provenga del sector insurgente, el opuesto al proyecto global que hegemoniza la geopolítica unipolar. A las verdades del poder insurgente hay que oponerles las de la unipolaridad del poder global, transnacional, antiglocal, socio mayoritario de la empresa que forma con los poderes que lo representan en cada país. Se podría señalar que ésta es la “vieja” lógica del imperialismo y el antiimperialismo. Sí y no. Un Imperio –y el país que anhela imponer la “era americana” en el siglo XXI lo es– desarrolla siempre una política “imperialista”. ¿Qué hace Estados Unidos en Irak? Peor: hace colonialismo. Una táctica ya superada desde el siglo XIX. El país imperial se instala en el colonizado y ahí se queda. Hasta George Canning y Richard Cobden desaconsejaban esta política al Imperio británico. Pero varias cosas han cambiado. La contrainsurgencia enfrenta un fenómeno global, la insurgencia. Que está en todas partes. La enfrenta con las armas –al viejo estilo– y con los mass media, al nuevo estilo. “Denme a un sujeto, pónganlo 16 horas frente a un televisor y tendré un sujeto-sujetado”, podría decir el guerrero comunicacional. La insurgencia se sofoca por medio de la verdad de la contrainsurgencia que los medios que le sirven imponen a la población. En nuestro país –único caso en el mundo– la contrainsurgencia cuenta con la “ideología taxi”. Aunque ya es posible sospechar que algunos de los buenos muchachos que manejan esos bichos negros y amarillos están puestos ahí por la contrainsurgencia. Algunos tienen tanto ardor, vehemencia, tanta información, un pensamiento tan estructurado que uno, lo quiera o no, elabora teorías conspirativas. (Sí, créalo: es improbable que algunos “tacheros” digan lo que dicen, sepan lo que sepan, o, lo más evidente, razonen con tal precisión por el sólo hecho de escuchar la radio mientras manejan y llevan a sus pasajeros de un lado a otro contrabandeando ideología de un modo efectivo y casi admirable. Además, al taxista todos le temen. Suponen que tiene un caño para probar la presión de las gomas y con él les romperán la cabeza. Raro el que le diga: “Perdón, callesé, por favor. No subí aquí para escucharlo a usted”. O: “Pare en la esquina. Voy a tomar el subte”. No, todos escuchan. Algunos discuten. Otros no contestan y se hacen los distraídos. Pero el mensaje entra igual. La “contrainsurgencia tachera” es poderosa en la Argentina.)
En América latina el panorama es grave. Sé que Horacio González se presentó en un programa de televisión (Los siete locos) y sólo dijo: “Estoy aquí para advertir que una derecha temible nos acecha. Quiero decir eso, nada más”. Repito: lo de Honduras es gravísimo. Lo de Colombia también. Chávez está marcado, sólo lo salva el petróleo que negocia con Estados Unidos. Pero tiene una oposición golpista y educada en Miami. Evo ya ha enfrentado situaciones de golpe institucional. Nosotros también. Tenemos, para el Imperio y sus aliados locales, un gobierno insurgente. Un gobierno glocalizador. De aquí la furia que se descarga contra él. La ausencia de figuras lúcidas, inteligentes, en una oposición endeble, se sustituye por la agresión mediática. Acaba de aparecer un libro de un mínimo periodista que pinta al “líder de la insurgencia” (Néstor Kirchner) como el peor tipo que haya atravesado la política argentina. Es tanta la carga de atrocidades que se arroja sobre él que termina uno por reírse: “Aquí viene otro que quiere vender libros como pan caliente siguiendo el ejemplo de ese escritor que se lamenta de las desdichas de su pobre patria”. Pero no hay que reírse. Todo eso suma. Sobre todo en una clase media hoy próspera, que hizo su prosperidad bajo el “gobierno insurgente” y ahora quiere aniquilarlo. Los mismos que alguna vez dijeron: “Piqueteros, cacerolas/ La lucha es una sola”. La situación es grave. Si Lugo acaba de denunciar el peligro de “milicias agrarias” en Paraguay, habría que pensar hasta qué punto no se estuvo cerca de eso en 2008. Total, con el desdén por la institucionalidad que enuncian claramente los viejos militantes de la contrainsurgencia como Grondona y Biolcati, todo es posible. (¡Y vaya si el señor Grondona no es un viejo, nunca cansado, militante de todas las contrainsurgencias desde 1955 a la fecha!)
Para terminar: ¿qué bicentenario se piensa festejar? ¿El bicentenario de qué? Todas las fuerzas retrógradas que hicieron del primer centenario un festín triunfal de las clases dirigentes, de las triunfadoras oligarquías, están en total vigencia. ¿Nos vamos a unir todos? ¿Somos una sola nación unida por el amor de Dios? Cuando al general Roca le llegó la queja anarquista por los cientos de miles de indios que había exterminado en su “conquista” del desierto, dijo o debió haber dicho: “Así son las cosas. Son las leyes del progreso de la Historia. Por eso, a nosotros, la patria nos hará héroes y nos levantará estatuas. Ellos, los derrotados, siempre serán mártires y tendrán, con suerte, tumbas donde se los llore”.