viernes, 1 de enero de 2010

Jackaroe (de Robin Wood)

JACKAROE

En los primeros meses del año 1968 fue publicada en la revista Álbum El Tony nº 172 una historieta autoconclusiva escrita por Robin Wood y dibujada por Gustavo Trigo que estaba protagonizada por un cowboy bastante desaliñado y nostálgico llamado Jackaroe. Al poco tiempo, la dupla utilizaría al mismo personaje para protagonizar una aventura más. Pero no sería sino hasta mediados de ese año, cuando a Robin se le uniera el sorprendente dibujante Gianni Dalfiume, que Jackaroe comenzaría a adquirir su particular personalidad, forjar su riquísimo universo ficticio, y pasar a ser, junto a Nippur de Lagash y Dennis Martin, parte de la sagrada trinidad de personajes con la que Robin Wood cimentó su propia fama a lo largo de toda la década del ’70. A partir de ese momento y hasta que Robin abandonó la serie -tras escribir alrededor de 176 episodios-, el grueso de sus aventuras se publicó en la revista D’artagnan.


EL APACHE Y SU RANCHO (1968-70)

En esta relativamente corta etapa integrada por la primera veintena de episodios publicados en blanco y negro, nos vamos enterando de a poquito fragmentos del riquísimo pasado del hombre llamado Jackaroe.
Siendo aún un bebé, nuestro héroe fue hallado por los apaches en un pedregoso desierto, en el interior de un carromato, rodeado de cadáveres que, aparentemente, se habían convertido en tales debido a la falta de agua. Por fortuna, fue adoptado por Yaco, sabio jefe de su tribu, quién se encargó de instruir al pequeño niño rubio en todo aquello que hace un buen apache; y en todo, el niño fue el mejor: lucha cuerpo a cuerpo, manejo del cuchillo, la lanza y el rifle. Su padre lo llamó Viento-de-la-Noche, Jackaroe.
Su infancia fue relativamente feliz y no tardó en ganarse el respeto de sus pares, incluso el de aquellos que lo escarnecían por ser, después de todo, un joven hombre blanco. Y llegó el día en que la sangre que corría por sus venas fue más fuerte que sus convicciones y se vio obligado a abandonar a su padre y a su tribu para salvar a una joven cautiva.
De aquellos primeros años entre los blancos sabemos muy poco: aunque aprendió a leer y escribir, no se sentía muy cómodo con las costumbres de los carapálidas y no se estableció en ningún lugar en especial; prefería viajar sin rumbo y ganarse el sustento merced a pequeños trabajos rurales. Claro está, esto fue sólo hasta que conoció en un funeral al amor de su vida, la bella Annie Laurie. En menos de un año se casaron, comenzaron a hacer fortuna como granjeros y fueron felices. Hasta que Jackaroe comenzó a creer como verdadera cierta profecía acerca de sí mismo que oyó en sus años con los indios: se decía que él atraía a la muerte prematura de aquellos que lo rodeaban; y su mujer fue asesinada por unos saqueadores fronterizos. La venganza fue terrible, ya que se encargó de dejar sin cabellera a cada uno de los responsables de su viudez, pero tras este tristísimo episodio, nada volvió a ser igual para él.
Durante la Guerra Civil integró los ejércitos del Sur destacándose por su valor y osadía. Fue prisionero de guerra varias veces y todas esas veces escapó; los yanquis llegaron a poner precio a su cabeza. Llegó a ser teniente de los rurales de Mosby, el cuerpo de peladores más terribles del Sur.
Terminada la guerra, derrotado, decidió volver a probar suerte como granjero y se estableció en la soleada California. No tardó en prosperar el joven Jackaroe a fuerza de duro trabajo; en poco tiempo, su Longhorn Ranch se transformó en una de las haciendas ganaderas más importantes de la región al tener entre sus clientes al pujante ferrocarril y a los ejércitos de EE.UU. y México.
En todo este tiempo, Jackaroe refinó sus gustos y aprendió a apreciar el buen arte, los mejores vinos y las exquisiteces de la alta cocina. De todos modos, el apache blanco no fue ganado por la frivolidad y era corriente verlo trabajar a la par de esos legendarios pillos a los que solía emplear cuando se cansaban de la mala vida: el mexicano Buitrago Torres, su mejor amigo y capataz, antiguo asaltante de bancos; el joven Jimmy O’Tole, hijo de un famoso salteador, que encontró su lugar en el mundo en el L.R. huyendo de la mala fama que había heredado; el negro Salomón, el latoso cocinero evangelista; y Gritador, un jefe apache, viejo enemigo de la juventud de Jackaroe, que encontró refugio para él y los suyos en las tierras del generoso Viento-de-la-Noche.
La agreste pasividad de estos años se veía interrumpida cada tanto por uno que otro hombre violento que tenía la mala idea de ir a hacer de las suyas por esos rincones californianos para terminar, generalmente, con varios kilos de plomo en el cuerpo. Pero estos años felices terminaron cuando un enemigo del pasado asesinó al fiel Buitrago cuando éste evitó la muerte de su patrón y amigo. Tras una lógica y sanguinaria venganza, Jackaroe recordó aquella profecía india que lo responsabilizaba de la muerte de sus seres queridos y decidió dejar de encargado de todos sus negocios a Jimmy O’Tole. Sin más preámbulos, tomó a su caballo “Mestizo” y se lanzó a la aventura.

LOS VIAJES DEL RENEGADO (1970-1979)
Jackaroe
amaba México y a su gente, así que no es de extrañar que ese convulsionado país fuera el primero que decidió visitar. Ocurrió esto en los tiempos en que el Emperador Maximiliano de Francia ocupó el territorio mexicano y los campesinos rebeldes devinieron en guerrilleros acaudillados por Benito Juárez para rechazar la ocupación. Prudentemente, Jackaroe decidió ser neutral en el conflicto, aunque no fueron pocas las veces que, circunstancialmente, debió prestar su apoyo a uno y otro bando descubriendo, maravillado, que la bondad y la maldad, la valentía y la cobardía, crecían con la misma intensidad en ambos grupos.

Los numerosos episodios que cuentan las aventuras que protagonizó como errante, fueron publicados como siempre en la revista D’artagnan, pero a partir de 1972 y hasta 1974, también, llevó sus andanzas –a todo color y con mayor cantidad de páginas - a los cómic books de “Cabo Savino”, “Alamo Jim” y “Dennis Martin”. En su mayoría, se trata de capítulos que narran su pasado en el Ejército, pero también se aprovechó la ocasión para permitir redibujar a Dalfiume aquellos dos iniciales guiones originales que dibujara Gustavo Trigo.

Es difícil seguirle el rastro a Jackaroe: hoy está en México protagonizando pequeñas aventuras con el carismático y comiquísimo salteador y oportunista Caramelo, mañana haciendo buenas migas con otras leyendas del Lejano Oeste como Billy the Kid, Wild Bill Hickock, Wyatt Earp o John "Doc" Holliday, personajes que nos son presentados como atormentados seres trágicos que, presos de sus reputaciones –malas o buenas -, no son ya dueños de sus destinos y, con resignación, están a la espera de la inevitable bala que pondrá fin a sus días.
En estos convulsos años de la historia yanqui, Viento-de-la-Noche no se olvidó de sus raíces apaches y se empleó largo tiempo como policía indio en la Reserva de San Carlos, allí donde fue confinado el legendario jefe Cochise, uno de los últimos en rebelarse a la ocupación del territorio apache por parte de los colonos. Dentro de sus posibilidades, Jackaroe buscaba velar por la frágil paz entre indios y blancos.

Y así, sin darle un final concreto a la historia, Robin Wood (o Robert O’Neill, seudónimo que utilizaba para firmar esta historieta) culmina la “historia oficial” de Jackaroe, el temible cowboy de la mirada de hielo, la economía de gestos y palabras y la puntería endemoniada. Otros autores (los guionistas Ray Collins y Ricardo Ferrari y el dibujante Marcelo Basile) continuaron sus andanzas en la revista Nippur Magnum, pero dejaremos la relación de sus valiosos aportes para más adelante. Puede que a Jackaroe le disguste tanta verborragia en torno a su persona.

REEDICIONES
Mientras esperamos una cuidada reedición de las aventuras de Jackaroe, los coleccionistas –con una buena inversión de tiempo y dinero- pueden rastrear las ediciones originales en las viejas D’artagnan o en los cómic books de la Colección Todo Color, pero también –y muy especialmente- cierto álbum de la Colección Clásicos de Columba que se editó en diciembre de 1992 y que recopila 18 de los primeros episodios fundamentales de serie; todo obra de Robin Wood y Juan Dalfiume. También es recomendable intentar conseguir el primer número de “Lo mejor de Robin Wood”, la pequeña antología en formato cómic book que salió a la venta en marzo de 2001: allí encontrarán, junto a la primera historieta escrita por Robin Wood“Aquí la retirada”-, el inconseguible primer episodio original de Jackaroe, aquél que dibujó Gustavo Trigo utilizando el nombre de Marcos Adán; imperdible.

Reseña de Ariel Avilez / avilezavilez@yahoo.com.ar
(agradecemos la invaluable colaboración del Profesor Rubén Ribeiro)