sábado, 9 de febrero de 2008

Algo más sobre la Universidad de Río Negro (Dr. Edmundo Larrieu)


En estos días son variados los aportes, comentarios y solicitudes de carreras y sedes para lo que parece que, felizmente, ya es "nuestra" Universidad Nacional de Río Negro. Los nuevos debates así planteados son enriquecedores y con cara al futuro que queremos construir en esta sociedad.
En este esquema, parece interesante hacer algún aporte al debate de nuevas carreras, en especial la posibilidad de instrumentar una facultad de ciencias veterinarias.
Existen actualmente 15 facultades de veterinaria en la Argentina, entre públicas y privadas (más una en trámite de acreditación para iniciar sus actividades). Varias de ellas, como Virasoro, Chamical, Salta, Mendoza y Tucumán son de reciente creación, lo que resulta una constante que estas nuevas casas de altos estudios están en el norte del país.
Todas tienen una matrícula de ingreso que ronda inicialmente los 100-200 alumnos, lo cual es indicativo de una demanda real por este tipo de carreras. Ese número de alumnos ingresantes es en general el aceptado como máximo para poder brindar una formación práctica adecuada. Brasil, por ejemplo, no acepta más de 250 alumnos por facultad y prefiere promover "más" instituciones con pocos alumnos que aquellas con un número imposible de formar adecuadamente (sólo pensemos que si en la Argentina hubiera prosperado el criterio de fortalecer lo existente en términos universitarios, sólo tendríamos a la UBA, a Córdoba y a La Plata como sedes para estudiar, con cientos de alumnos, en el caso de veterinaria, imposibilitados de acceder a la menor formación práctica).
Las facultades más australes son la de General Pico (La Pampa) y Tandil. La Patagonia no ofrece alternativas de formación en esta especialidad, razón por la cual esas dos facultades, además de La Plata, reciben un alto número de alumnos provenientes de distintas ciudades de esta región. Así, una facultad de ciencias veterinarias parece un planteo adecuado para nuestra nueva universidad y orientada a las particularidades productivas y sociales de la región patagónica. Queda claro que la expectativa no debe ser la de formar alumnos de la ciudad donde se localice, sino los de toda la región.
El primer problema, así, es dónde debe estar. De acuerdo con los estándares académicos fijados por la Coneau, en la resolución 1.034, la carrera de medicina veterinaria debe brindar formación en las áreas de clínica de pequeños animales, clínica de grandes animales incluyendo equinos, producción animal considerando tambo, cerdos, ovinos y bovinos y, finalmente, salud pública: bromatología y zoonosis, entre otras cosas. Por ende, no basta tener vacas cerca, sino que la cercanía debe incluir, además de áreas de producción bovina y ovina, mataderos y frigoríficos, fábricas de alimentos, ciudades con perros, equinos de carrera, etc. También debe evaluarse la infraestructura científica preexistente (por ejemplo sedes de INTA donde se desarrollen proyectos de extensión e investigación animal) por su potencial para colaborar con el desarrollo científico de una nueva institución académica.
Una facultad contendrá alumnos, cientos, y docentes. La ciudad donde se ubique deberá tener la potencialidad para recibirlos y alojarlos y permitirles fluida comunicación con sus ciudades de origen.
Con estas consideraciones, sólo Viedma y Bariloche parecen estar en condiciones de albergar una facultad de veterinaria.
El segundo problema es con qué docentes contará. Obviamente ninguna localidad de la región cuenta con una masa docente preparada, sobre todo en las materias básicas (anatomía, histología, fisiología). Pero, mal que le pese a la Dra. Pechen, la función de la universidad es, además de formar alumnos, crear centros académicos, de investigación y extensión que aporten al desarrollo y crecimiento local. Si no pudiéramos resolver este problema, nuevamente, existirían sólo tres universidades en la Argentina.
Facultades hoy consolidadas como Tandil o General Pico se construyeron con docentes viajeros provenientes de otras universidades, a los cuales se les fue adosando paulatinamente profesionales jóvenes de la localidad o los primeros egresados, para formar con el tiempo una masa crítica de docentes propios. Este mecanismo es hoy utilizado con éxito por las facultades en construcción. Alternativamente, si la nueva facultad tiene la opción de contar con docentes con alta carga horaria, es factible tentar a jóvenes investigadores y docentes formados de las denominadas facultades grandes que ven limitadas -por la fuerte competencia- sus posibilidades de crecimiento académico y pueden ver con optimismo trasladarse a un lugar con más futuro.
Finalmente, el tema presupuestario. Veterinaria, como medicina, son carreras "caras" en relación con otras propuestas universitarias que básicamente sólo requieren aulas, una biblioteca y sistemas de proyección multimedia.
Ya en primer año se necesitan laboratorios de química, de histología y de anatomía y gabinete de microscopía. En tercer año precisamos salas de necropsias, laboratorios clínicos y de diagnóstico por imágenes. En quinto año, la resolución 1.034 de la Coneau exige contar con hospitales de pequeños y de grandes animales, con servicio de estadística, internación y laboratorio; un campo propio para acceder a prácticas, vehículos para ir al campo, etc. La respuesta a este problema está sólo en los responsables de tomar las decisiones sobre con qué carreras comenzará la universidad, recordando que la habilitación de la nueva carrera deberá pasar por la aceptación y acreditación de la Coneau (que en estos días se encuentra finalizando el primer proceso de acreditación de facultades de veterinaria en la Argentina y en donde las 15 facultades existentes están sometidas a un arduo proceso de resultado incierto para cada una de ellas), lo que implica dotar al proceso de toma de decisiones de la seriedad académica requerida. Esto no dudamos está en el conocimiento y la experiencia de las autoridades de la UNRN, pero debería ser contemplado por quienes alientan demandas localistas no siempre adecuadamente ponderadas.
Brindemos por "nuestra" universidad y ojalá incluya una facultad de ciencias veterinarias en su estructura.

EDMUNDO JUAN LARRIEU (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Médico veterinario, Dr. en Epidemiología, Prof. Facultad de Ciencias Veterinarias, UN de La Pampa. Evaluador Coneau para la acreditación de carreras de Medicina Veterinaria.
E mail: elarrieu@salud.rionegro.gov.ar

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