PARA CUBRIR VACANTES EN ZONAS REMOTAS, EL GOBIERNO DE DILMA CONVOCA A EXTRANJEROS
En agosto, el gobierno lanzó el programa Más Médicos con el objetivo de contratar a 16.530 mil profesionales, pero solamente 938 médicos brasileños aceptaron trabajar en las ciudades previamente indicadas. Entonces llamaron a extranjeros.
Por Eric Nepomuceno
Médicos extranjeros participan de un entrenamiento en la Universidad de Brasilia.
Desde Río de Janeiro
Alrededor de la una de la tarde, Helena de Araujo, de 63 años, fue
atropellada por una moto en una calle de Santo Antonio de Antao, en la
región metropolitana y pobre de Recife, capital de Pernambuco, en el
nordeste brasileño. Rápidamente, un joven médico de 31 años la atendió.
Confirmó que no había nada grave, pero como la mujer se quejaba de
dolores en el tórax, pidió a un policía que llamara a una ambulancia. En
el hospital se confirmó que no había nada más que heridas leves, y la
mujer fue dispensada.El médico se llama Gonzalo Lacerda Casaman, es uruguayo e integra el primer contingente de profesionales que llegaron a distintas capitales brasileñas el pasado fin de semana. De hecho, ha sido la primera actividad –aunque accidental e inesperada– de los “médicos importados” que pasan por una etapa de entrenamiento y evaluación antes de empezar a trabajar en ciudades brasileñas.
Contratar a profesionales extranjeros –ganarán alrededor de 4 mil dólares mensuales y recibirán casa y viáticos de alimentación– ha sido la salida encontrada por el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff para enfrentar la falta de médicos brasileños en rincones y ciudades perdidos en el mapa. También en la periferia pobre de ciudades grandes faltan profesionales: los brasileños se niegan a aceptar contratos de trabajo.
A principios de agosto, el gobierno lanzó el programa Más Médicos con el objetivo de contratar 16.530 profesionales que serán destinados a los puntos del mapa donde la carencia de atención a la salud es más aguda. De inmediato, los aprobados serán llevados a 626 municipios que no logran atraer a los médicos brasileños, a pesar de que en algunos casos ofrecen sueldos de unos ocho mil dólares mensuales, casa y comida. Los extranjeros serían contratados solamente para llenar las plazas vacantes.
Inicialmente se inscribieron 3891 médicos egresados de facultades brasileñas. Y ya en la primera etapa, 1631 desistieron. Al final, solamente 938 aceptaron trabajar en las ciudades previamente indicadas. Fue cuando se abrieron inscripciones para extranjeros.
Vale resaltar ese punto: para las 16.530 plazas de médicos que el gobierno pretende contratar, solamente 938 brasileños aceptaron tener como destino localidades remotas, en regiones de abandono y carencia. En esa primera llamada llegaron a Brasil alrededor de 400 médicos argentinos y españoles, portugueses y peruanos, uruguayos y cubanos, rusos e italianos. Serán entrenados y evaluados por técnicos del Ministerio de Salud. Terminada esa primera etapa, los aprobados serán llevados a las ciudades que les fueron destinadas.
Hay profesionales jóvenes como el uruguayo Gonzalo Lacerda o la argentina Natalia Allocco, de 26, y otros más maduros, como la portuguesa Maria Cardoso da Silva, de 64, o su compatriota Miguel Dalpuim, de 70. En general han sido bien recibidos, a pesar de la inmensa cantidad de obstáculos puestos por los sectores gremiales brasileños. El espíritu corporativo de la misma clase que se niega a atender a las propuestas del gobierno hizo gala principalmente contra los médicos cubanos.
Escoltados por los grandes medios de comunicaciones, federaciones, consejos regionales, colegios y sindicatos desataron su furia contra los que llegan de Cuba. Son acusados de ser malos profesionales, oriundos de cursos de calificación ínfima, entre otras ofensas.
En Minas Gerais, el Consejo Regional de Medicina llegó al colmo de orientar a sus filiados para que no “corrijan errores que un cubano cometa contra sus pacientes”. El pasado lunes, primer día de los cursos de adaptación y evaluación, los 79 profesionales de la isla caribeña que están en Fortaleza, capital de Ceará, en el nordeste, fueron cercados a la salida y recibidos al grito de “esclavos”, en alusión al régimen político de Cuba. A su llegada, los médicos cubanos explicaron que la mayoría ya participó de misiones de solidaridad en países africanos y centroamericanos, y también en Perú, Ecuador, Bolivia y principalmente Venezuela. No sirvió de nada para aplacar los ánimos exaltados por el corporativismo exacerbado de quienes no quisieron aceptar trabajar en las ciudades que recibirán ahora médicos extranjeros. Varios representantes regionales de la clase médica dijeron que llamarán a la policía cuando los extranjeros empiecen a trabajar.
La presidenta Dilma Rousseff calificó de “inaceptables” las ofensas dirigidas a los cubanos. Dijo que se trata de un “inmenso perjuicio” y recordó que los extranjeros llegan justamente para ocupar los puestos que los brasileños rechazaron.
Otra muestra del violento rechazo de los profesionales brasileños se dio a través de la solicitud que la Federación Nacional de Médicos hizo a la Justicia laboral, para que investigue los contratos ofrecidos a los extranjeros. La Asociación Médica Brasileña entró en la Corte Suprema con un pedido para que se suspenda el programa Más Médicos.
La verdad es que los contratos ofrecidos por el gobierno no encajan en las leyes laborales: los extranjeros recibirán una “beca de formación” para trabajar en los municipios rechazados por sus colegas brasileños. El caso de los cubanos es distinto: el acuerdo, firmado a través de la Organización Panamericana de Salud (OPAS), prevé que recibirán en Brasil lo que corresponda a entre 25 y 40 por ciento de los salarios ofrecidos. El 60 por ciento restante será repasado por la OPAS al gobierno de Cuba.
Curiosamente, durante años, médicos y principalmente dentistas brasileños protestaron vehementemente contra el trato que recibían en Portugal, quejándose de discriminación por las entidades de clase locales. Había prejuicio racial, pero también por el hecho de ser formados en facultades y escuelas de medicina de Brasil. Esa misma clase médica ahora recibe a los extranjeros con muestras claras de xenofobia. Y, en el caso particular de los cubanos, con eso y algo más: prejuicio ideológico. Se olvidan quizá que del total de médicos que trabajan en Inglaterra, el 37 por ciento es extranjero. Que en Estados Unidos vino de otros países el 32 por ciento de los médicos en actividad. Muchos de ellos, a propósito, son brasileños.
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