jueves, 29 de mayo de 2014

Crónicas sobre la profesión médica durante el gobierno de Rosas (Por William Mac Cann)







Crónicas sobre la profesión médica durante el gobierno de Rosas


“El Tribunal de Medicina está encargado de la inspección general y el cuidado de todo lo que corresponde ala profesión médica y a la salud pública. Se ha constituido según el modelo francés, y tiene facultades para conceder diplomas a los médicos practicantes, a los boticarios, dentistas y comadronas.
La medicina y la cirugía están incluidas en la misma licencia; se repudia lo absurdo de la separación des estas dos ramas del arte de curar. Este Tribunal es sumamente liberal para con los extranjeros; a cualquier caballero que exhiba pruebas de hacer pasado por una buena educación médica se le permite practicar la medicina, luego de un examen en el idioma del país.
El número de practicantes nativos a aumentado mucho durante los últimos años, pues muchos jóvenes han concentrado su atención en el estudio de la medicina; hacían mucha falta, no solo en la ciudad, sino en toda la provincia, y el ejército. En general, constituyen una clase superior de hombres y mantienen la dignidad de su profesión. Sin embargo, todavía no existe una publicación médica, y la profesión se ve obligada a veces a registrar casos notables en los periódicos comunes; no pocas veces la gratitud de algunos pacientes los obliga a expresar por los mismos medios su agradecimiento por una cura realizada por un practicante. Los honorarios son reducidos, debido a la depresión actual  del papel moneda: diez pesos de papel (es decir, unos dos chelines) por visita, y ochenta (o dieciséis chelines) por una consulta. Las operaciones que antes tenían un precio extravagantemente elevado, debido a la escasez de hombres capaces, son ahora remuneradas con cifras moderadas. Aunque no existen oportunidades para que los médicos adquieran amplias fortunas, en el Interior hay buenas posibilidades para los practicantes, así como en Paraguay, la Banda Oriental y Montevideo.
El remedio universal de los nativos, usado en todas ocasiones, es le sebo, o grasa. La untura con grasa es practicada por las mujeres de todas las capas de la sociedad, y se supone que es una cura para todas las enfermedades. Es probable que esta repugnante práctica haya sido adquirida de los indios, quienes se untan con aceite de yegua.
Existe una diferencia muy notable entre los habitantes de estas provincias y los de una región más fría, como lo muestra la susceptibilidad nerviosa y vascular más elevada de la gente de Buenos Aires, cosa que además se advierte con evidencia fatal en la frecuencia de aneurismas de corazón, y en la cantidad de muertes repentinas que ocurren durante un verano extraordinariamente caluroso. Por otra parte, en los últimos años, el terror provocado por las convulsiones políticas produjo a menudo muertes repentinas.”

(MacCann, William – Two thousand miles ride through the Argentine provinces- London, Smith, Elder & Co., 65 Cornhill, 1853)
Crónicas de un viaje realizado por el autor en el año 1847.

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