Gobernar es una tarea compleja. Incluye la necesidad de combinar habilidad política con una configuración cabal de hacia dónde se quiere ir y qué armas y tiempos se utilizarán en el intento de alcanzar la meta. Y esto, multiplicado por tantas áreas como tiene una gestión. Combinando en cada una de ellas ventajas, dificultades, recursos y estrategias y sabiendo que no todas las herramientas estarán disponibles en el momento en que sean necesarias y que habrá otros actores sobre el tablero, interviniendo con sus propios intereses en el curso de la situación.
Pero tal vez la dificultad más severa que enfrentan hoy Alberto Weretilneck y quienes comparten con él responsabilidades en el gobierno rionegrino sea la de verse en el aprieto de liderar un "proyecto Soria" plebiscitado por el electorado pero que no está escrito y que nadie sabe muy bien de qué modo iba a llevarse a cabo en la práctica operativa. Que para eso estaba Soria.
Los lineamientos están. En algunos casos, también definidas las metas. Pero el día a día comienza ya a marcar el pulso de las dificultades.
¿Cómo enfrentarlas? ¿Como lo hubiera hecho Soria? ¿O como lo harían quienes hoy participan del equipo de decisión en el gobierno de Río Negro? ¿Cómo asegurar que lo segundo se haga de un modo que no se aleje de la primera opción? Nada peor, para un gobierno incipiente y en el contexto en que éste se encuentra, que instalar el camino de la duda o la indefinición.
Después de la parálisis y el desánimo que motivó en los funcionarios la muerte de Soria, el gobernador Alberto Weretilneck cerró filas con los integrantes de su gabinete y sumó a su grupo de consulta al senador Miguel Pichetto, al vicegobernador Carlos Peralta y al intendente de Roca, Martín Soria.
El cipoleño fue cuidadoso con los gestos. Exageró incluso en expresar su condición de heredero impensado de un cargo y un rol. Por generosidad, agradecimiento o necesidad, incluyó a Soria hijo en las reuniones en Buenos Aires y dejó que Peralta y Pesatti tuvieran protagonismo en actos protocolares, como la puesta en funciones de los comisionados de fomento.
Pero asumió lo que, de algún modo, todos esperaban: la idea de que para remontar la gestión y satisfacer la expectativa política de los rionegrinos es necesario comenzar a sepultar al muerto e imprimirle contenido y efectos concretos a la gestión. "Firmeza y acción", dijo esta semana a su gabinete en la Residencia.
A nadie escapa que esto implica la necesidad de que Weretilneck construya poder propio. Y, para esto, la confianza del resto es imprescindible. "Al proyecto Soria lo cuida el peronismo", marcó la cancha el vice Peralta, más para calmar aguas internas que para remediar una inexistente necesidad de recordárselo a Weretilneck, quien no ha mostrado ni el mínimo atisbo de tomar distancia del partido mayoritario del Frente para la Victoria. Es de suponer que en su ubicuidad lo guían no sólo la convicción sino la ausencia de alternativas, derivada de su magra estructura partidaria.
En síntesis, la impronta del "Gringo" no está y esto se ha notado. Pero para el equipo de gobierno el proceso continúa, aun admitiendo que no con la intensidad, profundidad o característica personal que él le hubiera imprimido.
"Hoy la prioridad es hacer una buena gestión. Si no, no hay 2015 para el PJ, para Weretilneck ni para nadie de nuestro sector", afirmó convencido un peronista que pondera el modo en que se manejaron las cosas.
En pocos días se pasó de un esquema personalista y verticalista a otro horizontal y asambleario. De uno en el que sólo había que hacer realidad la palabra de Soria a otro en que es necesario conducirse con cuidado, transitando un delgado equilibrio caracterizado por relaciones de poder en construcción. Un poder que, en su mayor dimensión, no está asentado en la persona que gobierna sino en las que conducen.
Aun así, después de un par de semanas de acomodamientos, resulta evidente que Weretilneck ha tomado la iniciativa y está dispuesto a gobernar. En estos días se lo ha visto involucrado en la tarea propia de los ministerios. Y vinculándose a hechos positivos en busca de algo de aire .
En esa tarea visitó Bariloche para anunciar la ampliación de los Repro –que buscan sostener con fondos nacionales el empleo en la actividad turística– y estuvo en Roca para celebrar el acuerdo que liberó de conflictos gremiales la cosecha de frutas en el Alto Valle. Esto, independientemente de la queja que la Federación de Productores introdujo ayer, un tanto desplazada en el tiempo.
Algo tienen en común estos dos ámbitos: tanto Fruticultura como Turismo estuvieron ausentes de las prioridades del anterior mandatario radical, Miguel Saiz. Esto motivó durante años la queja de los sectores económicos. Y ambas estaban en el eje del programa de acción propuesto por Soria en su campaña.
Weretilneck prefirió mostrarse en estos éxitos relativos y, en cambio, preservarse del berenjenal que es, por ahora, la reforma del Estado, tema que planteó los primeros dilemas sobre cómo continuar el "proyecto Soria" sin Soria.
Paradójicamente, el fallecido gobernador había priorizado la cuestión del manejo del Estado en su discurso y en sus acciones, por lo cual no existen dudas respecto de cuál era su pensamiento y su prioridad: la revisión de los contratos de personal que pudieran ocultar –bajo una fachada de empleo público– designaciones innecesarias o de neto corte político.
En Salud Pública se plantearon los primeros problemas, cuando se constató que desafectar a todos los contratados que cesaban al 31 de diciembre resentía servicios esenciales. El tema le valió al gobierno las primeras movilizaciones gremiales y delató la existencia de ruido e interferencias en sus canales incipientes de comunicación.
"Los hospitales equivocaron la información", señaló el gobierno dando a entender una operación política, sobre todo en centros de salud que todavía no tenían director designado. "Admitir el error y dar marcha atrás fue dar una señal de responsabilidad", asumió el secretario de la Función Pública, Sandro Chaina, quien salió airoso de su primer desafío serio al sentar a UPCN y a ATE a una mesa de análisis de contratos y pases a planta con el compromiso de ambos de garantizar "transparencia" en el empleo público.
Weretilneck, en tanto, puso ya el foco en la problemática de la seguridad y de la eficiencia de la Justicia, un tema que contribuyó a reforzar su imagen política en Cipolletti y que también lo vincula con el proyecto de su fallecido compañero de fórmula.
La crítica a la tarea de los fiscales se integrará pronto al reabierto debate de la reforma del Código Procesal Penal rionegrino, pendiente desde que –a mediados del 2011– Saiz envió a la Legislatura el proyecto elaborado con la participación de expertos. La posibilidad de que la actual gestión sume una iniciativa propia, con diferencias en algunos casos de fondo, se afianza en estos días. La principal modificación sería la postergación del juicio por jurados, bajo el argumento de que "no es tiempo" de implementarlo.
Con su estilo, avanzará en otro de los senderos abiertos por Soria.
ALICIA MILLER amiller@rionegro.com.ar
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