jueves, 31 de diciembre de 2009

Sam Peckinpah, el poeta de la violencia (Por Carlos Boyero)




Ocurre en el arte y en la vida que determinados creadores y seres anónimos que están lejos de la perfección, en los que transiges con sus defectos casi tanto como admiras sus virtudes, poseen el don de enamorarte siempre, conectan con tus fibras más íntimas, te hacen sentir, se te pone un nudo en la garganta cuando desaparecen de este mundo, mantienen un lugar imborrable en tu memoria, los vas a echar de menos hasta tu último día.
Ocurre en el arte y en la vida que determinados creadores y seres anónimos que están lejos de la perfección, en los que transiges con sus defectos casi tanto como admiras sus virtudes, poseen el don de enamorarte siempre, conectan con tus fibras más íntimas, te hacen sentir, se te pone un nudo en la garganta cuando desaparecen de este mundo, mantienen un lugar imborrable en tu memoria, los vas a echar de menos hasta tu último día.
Con los seres cercanos sólo te sirve el recuerdo para evocarlos. Con los libros, la música y las películas no existe esa limitación, ya que la desaparición de sus autores no es impedimento para que puedas seguir gozando de todo lo que crearon.
Esta semana hace 25 años que murió Sam Peckinpah. No poseo ningún director vivo, incluidos los extraordinarios Clint Eastwood, Woody Allen y Martin Scorsese, con la dimensión mítica y tan cercano a mis emociones (aunque nunca haya disparado un tiro ni montado un caballo) como este juglar de los espacios abiertos, épico y lírico, bronco y tierno, retratista incomparable de la violencia interna y externa y de perdedores con aura o exclusivamente cochambrosos, de desesperados con causa o sin ella, de profesionales que no van a morir en la cama, de amistades traicionadas que parecían inquebrantables, de principios morales y códigos de conducta en matadores presuntamente amorales, de gente que vive o sobrevive en el límite, cercana al ocaso.
Mi bautizo en ese cine de aroma y personalidad inconfundible ocurrió en Duelo en Alta Sierra. La muerte de Joel McCrea despidiéndose de su socio y de las montañas podría llevar la firma del mejor John Ford. Las grandes películas de Peckinpah siempre acaban con la muerte. De los malos y de los buenos. Lo segundo es inexacto, ya que cualquiera de sus personajes buenos no dudaría en meterle un balazo en la sesera a cualquier impedimento con forma humana. El legendario Pike Bishop, el jefe del grupo salvaje, advertía a los rehenes de su asalto al banco: "Si se mueven, mátalos".
El mayor Amos Dundee lograba finalmente acabar con el apache Charriba y cruzar la frontera de Río Grande a costa de perder en su obsesivo viaje a su sudista álter ego, el capitán Benjamin Tyreen, y a la única mujer que podría haber arreglado su torturada existencia. El suicidio que más me ha impresionado en la historia del cine es el de Bishop y su banda. Consecuentemente, mueren matando, gritando "¿Por qué no?" (expresión nihilista y habitual en el mundo de Peckinpah), con el pretexto de que intentan liberar a su socio mexicano.
Cable Hogue, el desamparado de Dios y de los hombres, el agonizante cuya fe encontró agua en el desierto, también acaba trágicamente sus días, pero éste tiene el consuelo de ser enterrado por la puta que ama y de que el predicador canalla que ha sido su problemático socio le dedique el más hermoso y complejo sermón fúnebre.
El reconvertido Pat Garrett rompe el espejo que le devuelve su indeseada imagen después de matar al forajido Billy The Kid, a su antiguo amigo, al tipo que se negó al pragmático cambio que le exigían los nuevos y arteros tiempos. El volcánico borracho que iba a triunfar por primera vez en su vida entregando la cabeza de Alfredo García decide montar el infierno y que éste se lo trague en nombre de una anhelada dignidad.
El maltrecho jinete de rodeo Junior Bonner no muere, pero sabe que lo tiene muy crudo para seguir tirando. Tampoco el acorralado matemático que acaba cargándose a los feroces perros de paja, pero ya nunca podrá identificar el camino de su casa.
Peckinpah también hizo películas olvidables, mediocres caricaturas de sí mismo. En las últimas, los estragos de la vida le pasaron factura a su arte. Da igual. Cuando estuvo en forma su cine fue duro, complejo, emocionante, poético e inmejorable. Creó escuela, pero sus esencias no admiten el plagio. Es uno de los grandes.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Cobardes y traidores (Por Noé Jitrik)

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En El corazón de las tinieblas, una de su novelas más densas, Joseph Conrad no elige a un héroe impecable frente a su destino, como ocurre en la novela clásica, sino a un cobarde. En ese orden es un innovador –puesto que la novela más bondadosa, la más decente, la de moral triunfante, elige invariablemente héroes positivos– como lo fueron los escritores románticos que heroizizaron a plebeyos agrediendo los requisitos retóricos de la narración que pedían héroes nobles. Conrad, me parece evidente, trata de indagar en lo que es la cobardía, sentimiento que invocamos con frecuencia para denigrar a alguien que no ha sabido, según lo vemos y en relación con una causa éticamente importante, afrontar sus consecuencias, jugarse por esa causa. Es probable que las “tinieblas” sean precisamente una metáfora de lo insoportable que es comprobar, sea el cobarde quien lo comprueba, sea otro quien lo denuncia, ese paso atrás cuando debería haberse dado para adelante. Lo peor, lo más grave es que no hay vuelta, un acto de cobardía no se puede revertir.

Encontramos una variante de esa situación, acaso inspirada por Conrad, en un famoso cuento de Jorge Luis Borges, “La marca de la espada”; hay, por cierto, un cobarde que sabe que lo es o lo fue, en el tiempo del relato, pero padece de una confesada contaminación: no sólo es cobarde en su íntima manera de ser sino que es también un traidor. Los dos términos se conjugan y hasta parecen equivalentes, pero no es exactamente así: se diría que, tal como lo podemos entender, el personaje primero es traidor y luego cobarde y no al revés, lo cual indicaría que la cobardía podría ser una condición y la traición, un objetivo. Se mezclan los dos conceptos y de pronto no podemos discernir con claridad qué alcance tienen uno y el otro.

Es claro que con frecuencia el cobarde se justifica con el argumento del miedo, noción que se añade a las precedentes, pero esa justificación no es casi nunca convincente pues, según se sabe por experiencia, todos los seres humanos sentimos miedo y no por eso nos vemos llevados ineluctablemente a la cobardía y a la traición: el miedo es un sentimiento tan humano que, según lo consigna la sabiduría popular, sin sentirlo y admitirlo no podríamos llegar a ser valientes. Es más, del que se jacta de no haber tenido miedo hay que desconfiar, en su arrogancia se esconde, replegada, una cobardía que tarde o temprano se manifiesta y ahí sí que no se valen jactancias.

Pero estamos hablando de los cobardes por omisión, aquellos que no actúan cuando deberían hacerlo porque saben que deberían hacerlo, y hemos dejado de lado a los cobardes por acción, violadores, aprovechadores, asesinos seriales, ladrones callejeros de ancianas, bandas que se echan sobre indefensos; esta población es enorme y nutre de tal modo las páginas de los periódicos que podría creerse que es inherente a nuestra civilización, o a sus peores subproductos.

¿Pero no será también que nuestra civilización genera, por otro lado y en un sentido “respetable”, cobardía al quitar espíritu de aventura, al exacerbar el deseo de seguridad, a evitar lo diferente? (acá aparecen los cagones) Será tal vez que todas las selvas han sido recorridas y todas las montañas escaladas y todas las especies diezmadas y nada queda por descubrir y que todo acercamiento a lo que en la naturaleza era enigma es objeto de turismo o de documentalismo en el mejor de los casos. O bien que muchos discursos que eran descubridores de regiones ignotas se han ido acobardando mediante el refugio que brindan las burocracias repetidoras, científicas o intelectuales o los partidos políticos, puro electoralismo, o los sindicatos, pura conciliación de clases.

Pero, volviendo a ese hurgar en el concepto en sí mismo que precede esta reflexión un tanto psicosociológica, quiero decir que la interacción entre cobardía, traición y miedo produce figuras incesantes e incontables. Veamos una, muy frecuente en el campo de las acciones políticas radicales: ¿se puede decir que es un cobarde quien sometido a atroces torturas o sabiendo que va a ser sometido a ellas delata a sus compañeros? Cuando esto se produce la situación corroe, desde luego, la confianza que debe existir en un grupo de acción cuyos miembros se han jurado resistir hasta la muerte antes que delatar, porque siempre se puede sospechar que la tortura presumida no ha sido tan extrema y que el miedo ha predominado por sobre la solidaridad, la lealtad y el autorrespeto, hasta dar lugar muy rápidamente a la cobardía. Es cierto, también, que en escasas ocasiones la cobardía confiesa que lo es; por lo general intenta pasar inadvertida o se quiere inconfesable, pero cuando el olvido no ha venido en ayuda del cobarde –dejo de lado a los cobardes por acción porque la conciencia de sus actos no es algo que les importe– y la cobardía trepa hasta apoderarse de la escena de la conciencia lo que puede sobrevenir es la vergüenza y acaso el arrepentimiento y, en muchos casos, con el auxilio de la Iglesia, el perdón, una nueva calma para un espíritu conturbado. ¿Pero hay borrón y cuenta nueva para el que ha atravesado el embriagador instante de la cobardía y luego se ha arrepentido? El arrepentimiento, se sabe, no es por fuerza una vacuna que inmuniza contra la tentación de nuevos actos cobardes.

Se diría que hay algo de fatalismo en tal aseveración, hacia atrás en el sentido de que es muy difícil borrar “la marca de la espada” de la mejilla del traidor, y hacia adelante, por cuanto no se puede afirmar que el que fue cobarde una vez no volverá a serlo pese a su arrepentimiento, su justificación o su autocomplacencia.

Detectar en la vida y en sus múltiples aconteceres la cobardía o las cobardías nos perturba mucho porque nos obliga a entender o nos lleva a condenar o, de última, a proyectar nuestra propia cobardía al percibir la cobardía de otros. Para la psicología es un objeto de máximo interés por aquello de las complejidades del alma humana, pero lo es más todavía para la literatura. Di dos ejemplos al comenzar esta nota, pero hay muchos más; en realidad, la literatura está poblada de cobardes, tanto como de valientes: si éstos, como Quijote, arremeten casi sin pensar, los otros calculan, acechan, esperan el momento propicio para ejecutar el acto cobarde o bien ese momento se les presenta como una opción dramática.

Como se ve, el asunto pasa por personajes literarios; esa entidad, personaje, trata de ser un calco de la realidad, para muchos el mayor acierto de la literatura es haberlo presentado de modo tal que quienes lo leen sienten que merecen un “es así”, a propósito de su manera de ser, rotundo y consagratorio, porque hallan en ellos la ocasión de sacar ejemplo o bien de identificarse o desidentificarse con ellos. Pero ésta es una manera de ver algo epidérmica porque tal vez el escritor mismo es un cobarde, no por méritos o historia personal, no por albergar en su mente deleznables figuras de cobardes, sino porque para poder escribir se sale del orden de las decisiones vitales: si no retrocediera frente a un riesgo, tentador, límite, desafiante, no podría seguir escribiendo; su mirada, que es lo que lo conecta con su posibilidad de narrar, no quiere ser interferida porque si lo admitiera su narración, que es lo que le da sentido como ser humano, no podría proseguir.

Se trata, pues, de un orden diferente de cobardía, esencial e irrenunciable, la del que busca en las palabras porque no puede hacer otra cosa y se arredra ante lo que puede ser un enfrentamiento, incluso una pasión.

* Crítico y escritor. Autor de numerosos libros de ensayo y ficción.

martes, 1 de diciembre de 2009

SEFEPA un final anunciado

El gobierno de Miguel Saiz no demostró en estos años tener intenciones de preservar y mejorar el servicio ferroviario en Río Negro.
Uno de los hechos más elocuentes, que se suma a la falta de mantenimiento e inversión en el material rodante y en la infraestructura de vías, es que el presidente de la firma Yamil Direne, a pesar de haber sido elegido intendente de Valcheta por la gente de su pueblo y haber asumido en la comuna en diciembre, fue ratificado por el gobernador en la titularidad de la firma provincial.
Un ejemplo de que, por un lado, no se valora a la comunidad de Valcheta, otorgándole a su máxima autoridad, responsabilidades amplias que le restarán dedicación a su tarea específica. Mientras Tren Patagónico ni siquiera cuenta con un presidente full time que se ocupe de todas y cada una de las problemáticas -cada vez más graves- que la firma atraviesa.Esto se suma al intento por parte de las autoridades de minimizar las fallas técnicas y operativas que desde hace años denuncian antiguos trabajadores del ferrocarril que notan la degradación de un servicio que ha llegado a poner en riesgo vidas de pasajeros y del mismo personal.
Tiempo atrás el propio Fattori reconoció el incumplimiento de varios aspectos del RITO -Reglamento Interno Técnico Operativo, recordado libro verde que era considerado una norma taxativa para los empleados y autoridades ferroviarias hasta el cierre de los ramales en épocas del menemismo-.Horacio Massaccesi usó a Sefepa como parte de su campaña a la presidencia.
Pero no hubo recursos, ideas ni intenciones de darle al ferrocarril rionegrino un sustento que lo consolide como medio de comunicación y transporte clave para el desarrollo regional. No se avanzó en proyectos como la conexión con el Puerto SAE ni se mejoraron rieles.
Sólo se crearon pequeños o grandes negocios paralelos, como el cine, el convenio con Alpat y otras concesiones menores. Pero hasta ahora nunca hubo una política seria para mantener y hacer crecer el Tren Patagónico.
Ahora se aduce desfinanciamiento por falta de aportes del gobierno nacional. Pero mientras hubo superávit en Río Negro, el dinero no se usó para mejorar los servicios. Es así que ahora Tren Patagónico ingresa en el tramo final de su itinerario.

El Tren Patagónico empieza a experimentar su anunciado final, al menos en cuanto a su función como atractivo turístico. Tras reiterados papelones, incumplimientos y desaciertos sus máximas autoridades decidieron convocar a un comité de crisis para que analice seriamente ponerle fin al servicio con características turísticas y priorizar la comunicación de los habitantes de la Línea Sur con los centros más poblados.

El punto de inflexión fue el nuevo atraso que sufrió la formación de pasajeros que se dirigía desde Viedma a Bariloche, que en su recorrido de ayer permaneció en San Antonio Oeste hasta pasadas las 14, cuando debería haber partido de esa ciudad poco después de la medianoche."Fueron una sucesión de inconvenientes que se iniciaron el día anterior y que determinaron un nuevo atraso", explicó Néstor Fattori, el gerente de la firma.
El funcionario debió reconocer que la situación es grave y que la semana próxima se llamará a una comisión que estudie la emergencia y busque alternativas para terminar con este proceso.

"Vamos a garantizar la comunicación de los habitantes de la Línea Sur, priorizando la función social del tren. También se continuará la provisión de piedra caliza a Alpat, pero dudamos en que se pueda continuar con el rol turístico que se le había pretendido dar", indicó Fattori, claramente molesto por la reiteración de estos hechos que demuestran la precariedad del servicio.
Esta vez, los inconvenientes comenzaron el jueves por la noche cuando el tren llegó a esta ciudad desde Viedma y se produjo un considerable atraso que se extendió hasta las 4 provocando la bronca de los pasajeros.
"La máquina que tenía que sumarse en San Antonio se demoró por un inconveniente eléctrico", explicó entonces. Pero al día siguiente, cuando "el Arrayán" -servicio supuestamente expreso y de alta categoría del Tren Patagónico- llegó a esa ciudad lo hizo con unas diez horas de atraso.
"La bronca de los pasajeros es entendible. Ahora hubo una sucesión de problemas, que se desencadenaron el día anterior, se atrasó la reparación de un locomotora y se demoró la partida", intentó explicar Fattori. Y luego, como extraño justificativo agregó: "Bueno, en Ezeiza Aerolíneas dejó varados a cientos de pasajeros, a todos no pasa".
Pero al tren le ocurre con inusitada frecuencia. Es más, en los últimos meses se han dado casi semanalmente los problemas que incluyeron desperfectos, un incendio, permanentes demoras y hasta descarrilamientos que generaron las lógicas críticas de los usuarios.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Ese ajeno Sur (Reportaje a Ramón Minieri)




El Fondo Editorial Rionegrino publicó recientemente Ese ajeno sur, ensayo del historiador Ramón Minieri sobre los dominios de la Argentine Southern Land Company, Compañía de Tierras Sud Argentino o, simplemente, la Compañía, como se la nombra en sus dominios.


Un libro marcado por dos hechos fortuitos. El primero, cuando el autor se topó con los archivos de correspondencia, informes de reuniones de directorio y asambleas de accionistas en Londres, memorias y balances del período 1902-1980 de la firma británica mientras investigaba otro tema. El segundó ocurrió luego de 6 años de trabajo sobre esos documentos, cuando logró que el libro fuera a imprenta en reemplazo de otro trabajo suyo premiado en un concurso del FER.


La crisis económica de 2001 produjo un retraso en el plan editorial del organismo provincial, en ese lapso el autor consideró que la obra galardonada había sido superada por los cambios de escenarios, y en sus cavilaciones sobre qué hacer alguien le informó de una cláusula del concurso que permitía el reemplazo de la obra premiada por otra de igual calidad. Se atuvo a esa normativa y tras analizar su ensayo el jurado aprobó el cambio y la historia de ese sur ya no resulta tan ajena.



En los años ’70 Minieri trabajaba en la Universidad Nacional del Sur, ocupaba cargos como docente y no docente, pero la llegada a Bahía Blanca del fascista Remus Tetus al rectorado en 1975 lo obligó a alejarse de su ciudad natal. Partió hacia Río Colorado y en esa localidad rionegrina, que lo acogió en su huída de la Triple A, aún vive. Allí escribió este libro que llega justo en momentos que la comunidad mapuche Santa Rosa - Leleke demanda penalmente a la Compañía por usurpación.En esta extensa entrevista el historiador aporta datos sobre la conformación del latifundio británico – ahora italiano –, los impactos socioambientales que generó ese uso y tenencia de la tierra por más de un siglo, los vínculos de la firma con el poder central y a la firma como poder regional. También deja en evidencia que la extranjerización de la tierra no es un fenómeno reciente sino de larga data.


-¿Por qué el libro?


En 1999, por otro trabajo que había emprendido, di con archivos de la Compañía de entre los años 1902 hasta, más o menos, 1980, hay algunas piezas aisladas de 1982, de cuando tienen que hacer una escritura para aclarar que ya no era de propiedad británica por las leyes que se hicieron en el momento de la Guerra de Malvinas. Pude acercarme a todos los archivos de correspondencia de la empresa, además de los informes de las reuniones de directorio que se hacían anualmente en Londres, los informes de las asambleas de accionistas, las memorias y balances.En ese momento traté de transcribir lo más posible y después, durante 6 años, estuve buscando darle un marco, encuadrarlo en la historia nacional de la época y a veces hasta en la historia mundial. Recién en 2005 tuve un panorama de lo que significaban esos archivos para la región, para la Patagonia, para la Argentina.


-¿Tenías alguna opinión formada sobre la Compañía antes de dar con los archivos?


Sabía que existían las estancias, que [la Compañía] era de un factor de poder quizás… No tenía la dimensión que significaba eso. Por cierto era un obstáculo, porque considero que cuanto mejor repartida está la tierra más libre es la gente en una sociedad, pero no lo que significaba como dominio, como conjunto enorme de territorio, y cómo son un factor que gravita y distorsiona. Contra lo que esta gente dice, han distorsionado el desarrollo de la región y han sido un factor de retraso. Para ellos de prosperidad, claro, porque sacan buenas utilidades pero para las poblaciones, para los pueblos de la Patagonia, son un problema mayúsculo.Recién adquirí idea de lo que significaba esto al ir haciendo el libro y tuve ganas de publicar algo justamente por este motivo, porque muchos como yo somos ignorantes de este aspecto.


-Y entre los mitos que se elaboran en torno a la Compañía y lo que encontraste en los archivos, ¿hay muchas distancias?


Mucha. Como que continuamente lo que llegué a elaborar está atravesado por una contradicción entre la verdad y la impostura. La impostura dice que han sido un factor de desarrollo, cuando vas a la verdad confesada en los papeles por los propios interesados te dicen que están desalojando poblaciones, que están condenando a la muerte a algunos pueblos porque no les conviene dónde están ubicados. Alguien dice en 1964, después de muchos años de explotación: “nos hemos estado comiendo los campos”; otro individuo, el capitán [Louis] Paine en 1918, cuando recorre las estancias, compara las pasturas que él conoció al principio [fines el siglo XIX] – con las de 1918. O sea, tampoco había transcurrido tanto tiempo de explotación y constata que efectivamente han empobrecido y sobrepastoreado.


-¡A 20 años de la creación la Compañía!


Claro, a 20 años. También la riqueza que se logró fue en base a este costo que no medimos.Entonces, hay distancia entre el mito de la eficiencia del administrador inglés y la verdad. Si te comés el campo y además no pagás impuestos para importar cualquier mercadería o elemento – las chapas, los tirantes, lo que fuere –, no pagas aranceles de exportación, no pagas impuestos a las ganancias, lo único que pagaban era la contribución territorial – que era 2 centavos por legua, más o menos - ¿cómo una empresa no va a ser próspera? Denle a un argentino o a una comunidad aborigen esta posibilidad, y además le regalás la tierra… (Se ríe) Entonces a dónde va a parar la buena administración, el factor desarrollo, la corrección inglesa… cuando vez las cartas que hablan de la coima que pagaban a los inspectores de forestación - porque estaban con la concesión del bosque de Epuyén, para tener allí un aserradero, y habían sobre-explotado también.


-¿Es un mito que este latifundio se conformó a partir de donaciones de tierra hechas por el Estado?


La Ley Avellaneda, de 1876, para fomentar la colonización establece que se podían obsequiar hasta 32 leguas cuadradas, 80 y tantas mil hectáreas, si te comprometías a traer colonos, establecer un poblado, dividir en parcelas, instalar riego, en fin, hacer una serie de inversiones. Esta gente, a través de 15 personeros, 15 hombres de paja, logra [que se otorgue a] cada uno entre 20, 30 leguas de tierras, disimuladas al principio: uno pide para Chaco, otro para Neuquén, otro para Río Negro. Luego, a través de traspasos, logran agrupar todas estas concesiones en una unidad, como dividida en tableros, pero toda continúa; 16 estancias que sumaban 805 mil hectáreas, o sea, 322 leguas cuadradas, 10 veces más que el máximo que la ley permitía. Pero esto nadie lo observó desde el Estado.Lo llamativo es la rapidez de los trámites, mientras hay comunidades indígenas que hasta hoy están esperando los títulos de sus tierras, uno de estos hombres en 14 días corridos solucionó su problema. Desde la nota inicial de pedido de las 32 leguas cuadradas, hasta el decreto del presidente [Miguel] Juárez Celman. Fue un proceso de acumulación de tierras que en un comienzo se podría decir que fue ilegal. Después fue ilegítimo, porque la finalidad de esta concesión, que era traer colonos, jamás se cumplió. A los pocos años [de la creación de la Compañía] en las actas del directorio dice: “Felizmente el gobierno argentino nos exime de la obligación de traer colonos”. Entonces se puede poner que lo que efectivamente funcionaba para ellos como modelo de explotación era el latifundio ovino y en menor cantidad bovino con destino a la exportación. La entrega de tierras llega a tal punto que [Carlos] Pellegrini le escribe a Juárez Celman [a quien sucedería en la Presidencia de la Nación] alarmado por lo que se estaba haciendo con las tierras fiscales, que eran 78 millones de hectáreas solamente de los territorios del sur; lo mismo se estaba dando en el Chaco, en La Pampa. Pellegrini le escribe a Juárez CelmanJuárez Celman le contesta que “antes que dejar esas tierras en manos de la injuria del tehuelche, él prefiere que se forme una Irlanda en la Argentina”. O sea, el racismo argentino también acá se inserta como componente ideológico de este proyecto.Durante 24 años en la Argentina se entregó a razón de 20 manzanas por minuto, si uno quiere dimensionar este proceso.


-¿En los documentos que encontraste se justifica por qué esas tierras eran aptas para la explotación ovina?


Hay primero como una especie de etapa de tanteo donde van probando en las distintas estancias, aunque ellos tenían muy buena información, antes por los viajes de George Musters, que hasta había ubicado cada pastizal, cada paradero, cada río, cada laguna. Ahí se ve la función de este aparente viajero solitario, simpático.Después, por los viajes que había encargado Asahel Bell, que era uno de los directivos del Ferrocarril Central del Chubut, para relevar los terrenos. Y siempre tenían la magnífica cartografía de la Royal Geographical Society, donde había uno de los pesos pesados del lobby anglo-argentino, que era [Thomas] Holdich, vicepresidente y presidente después. Así que tenían información geográfica mucho mejor que los argentinos, que por ahí publicaban mapas equivocados donde sobraba un río, faltaba otro.En base a esta información ellos primero hacen una tentativa, después en algunos campos van reemplazando vacunos por ovinos, porque precisamente al sobre-pastorear han alterado las pasturas naturales, entonces tienen que buscar otro tipo de animales, cambiarlos por una explotación más rústica. Y también van cambiando los sistemas de explotación, primero empiezan trabajando en tercio – tienen como asociados, medieros – y después los van suprimiendo para cada vez más tener este modelo de con pocos peones pueden administrar majadas enormes realmente.Y las comunidades indígenas o quedan afuera o a veces contratan partidas, por ejemplo los antepasados de los Nahuelquir, para guanaquear [cazar guanacos]… como el guanaco competía con la oveja… De paso le quitaban una fuente de subsistencia a las propias comunidades indígenas.


-¿En los documentos que consultaste se describe el desplazamiento de comunidades indígenas?Sí, aparecen como un problema. Un caso más reciente, cuando en el año 1936, 1937 el Ejército resuelve establecer una unidad militar en Esquel y desaloja una comunidad aborigen [Nahuelpan]. El problema grave para ellos es que no se les metan en sus tierras, cómo buscar la manera de alejarlos de la tranquera, que vayan para otro lado, como si fuera una especia animal indeseada.Y anteriormente también, en una ocasión Cuthbert Hackett, que es el verdadero virrey de la Compañía en la Patagonia durante años, detecta ciertas parcelas de las cuales se querían apropiar, habla de que ahí había una comunidad indígena pero que esto se podía resolver hablando con los amigos y conocidos. Porque esta gente hacía un expeditivo y eficaz uso de amigos y de conocidos que, aclaremos, eran argentinos, esa es la otra dimensión que no hay que olvidar en todo esto.Estas relaciones siempre estuvieron basadas en la fuerza, cuando hoy se le niega la tierra a una comunidad indígena detrás del discurso jurídico, los dueños de la fuerza también se hacen dueños de las leyes. En 1921 había agitación de los obreros rurales en Santa Cruz y había preocupación por si llegaba la agitación a la zona de las estancias de la Compañía; un directivo inglés de Buenos Aires le cablegrafió al gerente de [Estancia] Leleque, cito textualmente: “Desde Londres sugieren telegrafiar si hace falta una cobertura especial para salvaguardar los intereses de la compañía en caso de que los bandidos vengan hacia el norte”. Los ‘bandidos’ eran los obreros en huelga o en protesta, y la cobertura especial, no hay mucho que pensar. Pensar en el desembarco y la intervención armada inglesa.-Un antecedente histórico de los recientes entrenamientos del Grupo Especial de Operaciones Policiales de Chubut en la Estancia Leleque…Detrás de estos poderes, de los amigos, de las influencias, de las amistades, de los títulos y de las leyes, siempre hay alguien que se atreve y anuncia que va a manejar la fuerza bruta.


-Que la Compañía era el poder fáctico en la región no es un mito.


No es tal mito, no. Decidieron el trazado de rutas, por dónde pasaban las líneas de ferrocarril, dónde podía estar ubicada una estación, condenando a veces a un pueblo anterior al ostracismo, los valores de la propiedad inmobiliaria en todos los pueblos que se formaron adentro de sus estancias… El desarrollo urbano de El Maitén [Chubut], el desarrollo urbano de Pilcaniyeu [Río Negro], fue fuertemente condicionado. El de Puerto Madryn.


Decidieron, yo sospecho, hasta los límites provinciales, porque cuando estaba el debate de límites entre los territorios [nacionales] de Río Negro y Chubut, Hackett manda una carta para rebatir la idea que tenía Bailey Willis [geólogo norteamericano que en la década de 1910 realizó sendos estudios en Patagonia base para obras públicas] - de hacer una línea más quebrada, contemplando ciertas cuestiones topográficas y sociales - e insistiendo en una línea que favorecía a los almacenes ingleses. Porque parte del negocio, además, era traer mercadería de Inglaterra - en condiciones con las cuales no podían competir los bolicheros - y venderlas en los almacenes de la Compañía a cambio de lanas con las que pagaban los paisanos. A los propios peones de la Compañía se les pagaba con esta mercadería. Era un negocio que cerraba por varios costados, y se evitaba el alcoholismo que era un factor que deterioraba el nivel de prestación laboral de los peones. El límite provincial está en el Paralelo 42, y permitió tener almacenes en un territorio libre de impuestos aduaneros [Chubut], que llegaba hasta el Paralelo 42 y venderle a peones de la estancia que estaban al norte del Paralelo [Río Negro].Además se ve en la correspondencia cómo influían sobre los gobernadores, cómo decidían quién iba a ser el Juez de Paz o el encargado de la oficina de Correos. En fin, no es ningún mito el poder de la Compañía. Creo que fue más poderosa, de hecho, que las gobernaciones de los territorios y más que muchos funcionarios nacionales de segunda línea.


-¿Cuándo se provincializan los territorios cambia la situación?


Yo veo que hay una modificación que arranca en al época del peronismo, el último visitante importante que tienen las estancias es el General [Agustín P.] Justo, que a la sazón era Ministro de Guerra [de la dictadura de José Félix Uriburu]. Todavía no era presidente, pero apenas un mes después les llega como regalo la línea telegráfica para unir El Maitén con la estancia y con la red nacional y un camino que se rehace en El Maitén. Después lo que llega de la Nación no son visitas sino directivas, empieza esto con el peronismo: el Estatuto del Peón [1944]. Entonces la Inspectoría de Trabajo en Esquel, por ejemplo, pasa a ser una instancia decisiva; el comisario o el jefe de Gendarmería es a quién se consulta para ver cómo hay que aplicar tal norma del Estatuto del Peón. No fue más allá la cosa, el avance del peronismo sobre estas estancias llega hasta esta cuestión de los Derechos del Trabajador, la propiedad nunca se puso en cuestión, la ilegitimidad de las concesiones.


-El poder de la Compañía no se limita a la época del ‘orden conservador’ o a los tiempos en que Argentina era satélite del Imperio Británico sino que se mantiene más allá de los cambios de escenarios.


Claro, yo cito dos casos. En la época de [Hipólito] Yrigoyen, un gobierno de contenido nacional y popular, lo único que sucede de diferente e inquietante para los directivos británicos es que llega una comisión investigadora de tierras, pero los integrantes sabían tan poco, incluso no tenían mapas válidos, que Hackett les oculta que la Compañía está explotando una fracción de Lepá de 4 leguas y media – un resto de mensura – que la Compañía estaba usando sin que le hubiera sido concedida. Ni hablar de revisar la legitimidad de las concesiones, esto no lo pensó ni el más osado en esa época.También el peronismo tuvo sus limitaciones. Sí exigió estrictamente el cumplimiento del Estatuto del Peón. Te duele en el alma porque a través de esto vez cómo vivían los puesteros y los peones, cuando dicen: “por obligación de las autoridades nacionales tenemos que poner una mesa y dos sillas en el rancho de cada puesto”, y también “hay que poner cacerolas, platos, tenedores”; después viene el tema de poner cielo raso, baños. Así que cuesta creer que se haya podido vivir en las condiciones anteriores, pero no llega más de eso la intervención del peronismo.


Y cuando en 1973 el gobernador de Santa Cruz, [Jorge] Cepernik intenta encarar la expropiación de Estancia El Cóndor – que para esta época pertenecía a la Compañía – allá en el sur de Santa Cruz, lo paran en el aeropuerto de Buenos Aires, lo suben a un auto y lo llevan a la Casa Rosada para explicarle que no hay que anunciar esto - él pensaba dar una conferencia de prensa – porque “han llegado instrucciones de ‘el hombre de Madrid’”, a quien vio un tal Menéndez Campos – de la familia Menéndez famosa en la Patagonia – porque se lo pidió alguno de los directivos británicos. Y ‘el hombre de Madrid’ – o sea, [] Perón – cuando todavía estaba [Héctor] Cámpora en la presidencia, manda a decir que detengan este intento de expropiación porque “nada hay mas tímido que el capital extranjero”.


Acá también se ven las limitaciones, a veces, de los proyectos nacionales y populares, cómo hay ciertos cascabeles que no se han llegado a tocar. Quizá haga falta mucha lucha desde abajo y desde las comunidades para que entremos a revisar qué uso le estamos dando a nuestra tierra o qué sentido y en beneficio de quién.-En la última década se empezó a denunciar la extranjerización de la tierra – sobre todo en la Patagonia – como un fenómeno reciente. Sin embargo hoy la Compañía en manos del grupo Benetton controla muchas menos estancias que en su momento los británicos.


¿Cuál era la dimensión de esos dominios británicos?


Aclaremos que la Compañía es una entre 20 compañías semejantes. La Compañía tenía esas 322 leguas cuadradas que iban desde Cholila – en la Sección Cordillera como llamaban ellos – hasta Madryn, por una parte. Por otro lado, desde Pilcaniyeu – la Estancia Pilcañeu – hasta Sierra Colorada, digamos, el Sur de Río Negro y el Norte de Chubut. Puerto Madryn, la ciudad con el puerto y demás también era parte de lo que se les había otorgado en las concesiones, y todas las tierras del Ferrocarril Central Chubut.


Después van comprando y vendiendo tierras, compran El Maitén y Fitiriwin [en el N.O. de Chubut] que eran otras concesiones de una empresa hermana [Argentine Land and Investment Co. – ALICo] y crean dos compañías nuevas para realizar la valorización de la tierra. Para convertir en plata el aumento del valor de estas parcelas crean la Port Madryn Company, a la cual le dan toda la tierra que era del Ferrocarril Central Chubut, Puerto Madryn y la Estancia Madryn y Sierra Colorada; y la Río Negro (Argentina) Land Company, a la cual le dan la Estancia Maquinchao – que era la más importante – y después Renangueyeu, Ruculuan, Huanuluan – donde en este momento hay un litigio por tierras [que reclama el lof Collueque] – y alguna más que por ahí se me puede escapar [Marilafquen, Epulafquen y Neluan].


-¿Estancia Tecka era de ellos?


Tecka [Land Co. Ltd.] era de una empresa hermana, en general trabajaban juntas estas tres que he mencionado: la Compañía – o sea, la Argentine Southern Land -, la Río Negro y la Madryn; y en una segunda línea de hermandad estaba la Tecka, que vendría a ser una prima. Era de Alexander Henderson y de [] Bell, la habían recibido también por concesión, pero pagaron algo, no fue totalmente gratuita. Pero era parte de esta fraternidad de compañías que trabajaban juntas los rebaños, por ejemplo cuando había que comprar productos sanitarios para la sarna compraban todas juntas en Inglaterra, cuando vendían la esquila la vendían toda junta - entonces con esa masa de lana podían influir fuertemente en el precio.Y después están las otras, que no están tan cerca, pero eran parte de la misma familia porque tenían los mismos directivos y a veces los mismos accionistas: la Cordoba Land Company, la Santa Fe [Land Company], todo un enjambre de empresas.-Popularmente se dice que los titulares de la Compañía no era más que testaferros de la corona británica.Creo que hay pistas para sospecharlo, habría que seguir esta investigación en archivos británicos. Hay un peso pesado, Alexander Henderson, Lord Faringdon - o sea, fue hecho después lord por la corona y llegó a ser integrante de la Cámara de los Lores. A través de la correspondencia uno ve que en cada instancia decisiva del desarrollo de la empresa – cuando hacía falta más dinero para encarar una nueva inversión o decidir una operación que lindaba con lo político – se acudía a una reunión con Lord Faringdon. Era un personero de algún interés muy poderoso, que no era un grupo de inversores, porque Lord Faringdon no estaba en la Bolsa de Londres, creo que se movía en otros círculos.Yo diría que hay indicios como para pensar que la Familia Real, la corona británica, tenía capitales en todas estas empresas.


-Los grupos inversores también son viejos actores en la Patagonia.


Claro. Estaba el Argentine Land Group y el Argentine Group, que eran dos conglomerados empresarios que tenían sus oficinas en la River Plate House, en Finsbury Circus - que es un barrio de Londres -, todo un edificio donde funcionaban todas estas empresas.


-A lo largo de todo el período que investigaste, ¿encontraste algún proyecto de la Compañía para crear infraestructura y agregarle valor a la materia prima?


A ellos les cerraba muy bien como negocio enviar todos los años entre 30 y 33 mil ovejas hacia el norte y 3 mil, 3.500 vacas, que se engordaban en Córdoba, después iban a frigoríficos, y después a Europa. A tal punto que a ellos cada libra de inversión real, verdadera – no contando las tierras, porque las tierras se las regalamos los argentinos -, le rindió por año ₤1,30. No hay inversión tan jugosa en el mundo que te de un 130% anual más la capitalización, como este negocio cerraba no los alentaba a ser muy innovadores.En algún momento pensaron en poner un frigorífico en General Conesa [Río Negro], después, como por lo visto, a través de la vinculación por el ferrocarril en pocas horas la vaca que ponían en Senillosa [Neuquén] o la lana que ponían en Maquinchao [Río Negro]… El ferrocarril inglés le ponía trenes especiales para el transporte de ganado, se hacía por un acuerdo inter-empresario, entonces no necesitaban poner frigoríficos. Que hubo proyectos de colonización, sí, pero quedaron cajoneados.Por ejemplo, cuando va Pedro Bovet, que era un personaje importante vinculado a las estaciones experimentales de aquella época en que no existía el INTA pero el Ministerio de Agricultura en [Carmen de] Patagones [Buenos Aires] tenía una chacra experimental. Lo contratan para ver las posibilidades de regadío en Leleque, él hace todo un estudio minucioso de la zona y llega a la conclusión de que se podían poner un montón de chacras. Incluso saca un cálculo financiero, la utilidad que de esto podía sacar la Compañía, el aperaje de labranza mínimo que debía tener cada colono, las medidas de las fracciones. ¡Una preciosura! Bueno, está guardado todavía. Porque no cerraba ni convenía para los intereses de la Compañía.


-¿En que año se hizo ese estudio?


1920.



Ese Ajeno Sur: Radiografía de un imperio llamado Compañía de Tierras Sud ArgentinoPor Hernán Scandizzo ((i)) - Wednesday, May. 23, 2007 at 10:22 PM

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viernes, 13 de noviembre de 2009

Locura, pobreza y poesía (Por Vicente Zito Lema)


Hubo un tiempo en que el tiempo se hizo espacio y se hizo materia, y estalló en mil estrellas, y los cielos se separaron de la tierra, y el día de la noche, y se quebró esa unidad de músicas que hasta entonces eran el murmullo y el perfume del universo, el aliento absoluto que sostiene el vacío… Hubo un tiempo en que los hombres se separaron de los hombres, los vivos de los muertos y el mañana de su ayer; fue en el mismo tiempo y en el mismo sentido y con igual espíritu, que la necesidad y el deseo se volvieron enemigos, y la pobreza y la riqueza tomaron conciencia de su contienda eterna: que ya no eran una misma materialidad armónica, sino la adversidad, la antinomia feroz, la tensión que usurpa la fraternidad y abre tajos que nunca cicatrizan, la hiedra que trepa sobre la vida; y el horror entonces clausuró las cabezas y llenó de agonía los corazones, que nunca recobrarían la inocencia.

La poesía allí mismo inició su diálogo de nunca acabar con la muerte, porque la poesía es el principio que no tuvo un principio anterior, y la muerte es el fin sin más fin, que no puede pensarse en la razón, ni refutarse por fuera de su origen en el delirio. ¡Todo es agonía!



Hubo un tiempo, pasado el tiempo, en que la locura se presentó en el mundo para señalar con su dedo de fuego que era el único sentido del mundo, y apostrofó al susodicho mundo que mezclaba en su rostro el terror y la lujuria, y se plantó en el centro de la realidad con el ímpetu de una rosa y el sin pudor de un relámpago.



Hubo un tiempo, ¡vaya que tiempo!, en que la locura, después de abandonar la lengua de los dioses y poner todos sus pies, y también sus manos que lucían igual que cristales, sobre la tierra, decidió abrir la boca de cada criatura humana, para que las almas salieran de su prisión –un cuerpo tan ajeno de sí, tan humillado de sí–, y pudieran revelar a viva voz el mayor de sus secretos…



No bien se escuchó entre truenos y lluvias de cenizas que la riqueza convertía las lágrimas del amor en una piedra, sin fondo ni forma, pura atrocidad, y que la fe estaba obturada por el poder esclesial, y la razón apenas era una excusa de la perversidad económica, la locura fue perseguida como un animal que depreda por depredar; acorralada y cazada la arrojaron sobre las llamas y al final, entre himnos y eructos, fue digerida por el estomago de hierro de una sociedad ya preparada con gigantesca paciencia, con prueba y error hasta el hartazgo, para vivir y reproducirse en la antropofagia, su real espacio, su última morada, tapando con la mano el estertor de las víctimas, como si la razón no fuera más que un sol de humo y de ácido que todo lo corrompe, que para siempre marchita… hasta hacer de la vida un tuétano atroz, el más estéril desierto de hielo.



Con el ímpetu y el desaforo de una estrella tan negra que todo lo enceguece, la locura conocerá en el hoy de hoy, a caballo de una muchedumbre que galopa en la ceguera, el peor de los destinos: ser un río sin orillas, viajar y viajar sin más puerto que la peste, sin otra misericordia que la visión temblorosa de un ángel que sonríe, muy fugaz, desde el corazón de un espejo, mientras la carne del viajero se convierte en agua y el alma en una luz sin consuelo, en una ansiedad inagotable de delirio, para seguir por ese río hasta la oscuridad que jamás decae, a la que nunca se llega, porque no hay imagen ni palabra que la represente…



Han quedado atrás y con nada de nostalgias los días que la locura hablaba del futuro en la cueva de la pitonisa, y tras un salto que unía el cielo con las bajuras increpaba a la Parca, que parecía una niña perdida en los pliegues sagrados de la luna…



Hoy la locura se arrastra por las calles de la pobreza, los zanjones de las villas miserias, las comisarías del conurbano y los patios de los hospicios en ruinas, donde la resignación puede ser la última puerta que se golpea y se abre cuando la pasión huye, antes que el cuerpo se venda por pedazos y el alma se entregue como cuota de desesperación a los perros, en los umbrales de la morgue, mientras la soledad de la muerte cruje…



La locura con miedos de pobre, con ojos de pobre abiertos a la tormenta traicionera de la pobreza, es una locura de detritus, es una locura que rumia el infinito, ha perdido a sus ángeles y a sus héroes, y cuando el delirio se opaca, gasta sus brillos, enmudece en las escaleras del rosario que llevan al paraíso, sólo queda el hambre, la mierda del hambre que no llega a la blasfemia del hambre, porque el temblor de la boca débil tampoco se alza en el grito; es una locura que languidece sin furor, se escurre sin gloria por las alcantarillas…



Apenas se asoman, como coletazos de una bestia en su ahogo, la angustia y la sed de luz, que tampoco cotizan alto en el infierno…y menos aún en la misa vespertina de los cantos gregorianos, cuando otra vez la soledad es un fantasma sin dientes ni piernas, que ronda y vigila.



(La soledad de la locura es agria y es sucia, ya no tiene lágrimas; la pobreza le ha robado la dignidad; tampoco la belleza de las nubes la besa en su lecho; la locura ya no es la madre de dios sino una vieja mendiga que se envuelve en las sombras sin mañana; la locura ya no tiene un astro que duerme sobre sus ojos cerrados… la noche es apenas una circunstancia del crimen, la tapa que se atornilla en el féretro…)



En los días del olvido, cuando la poseía huye de nuestras bocas, porque las bocas no son más que la guarida de la monstruosidad, el chiquero donde los cerdos relamen sus tesoros, no sólo la locura arrastra los ecos de los gruñidos hacia la plaza mayor, y pule la máscara social que protege la identidad del real poder, su vocación de placer escarbando en las hendijas de la sumisión; también la pobreza, como espacio saturado de dolor, que teje y entreteje los vacíos de la historia, cubre por igual de apariencias –con estadísticas, nomenclaturas, porcentajes, diagnósticos, protocolos y leyes– las esencias aterradoras, desnudas de tan aterradoras, y aterradoras de tan esenciales, de la verdad de la muerte ungida como solución final ante las encrucijadas sin solución de la vida de todos los días, en tanto vida condenada a no ser ya la vida, en la desmesura de su numerosidad, sino apenas lenguaje de padecimiento, sacrificio y tortura, donde no tienen espacio los vínculos sagrados ni los objetos del amor.



Dicho de otra forma: locura y pobreza son flores en el altar de la razón como poder, de la mercancía como estructura deseante; son la misma verdad de una única muerte, en la necesidad con que el poder falsea la vida; locura y pobreza son caballo y jinete al galope raudo y sin frontera sobre las praderas de la agonía, en un tiempo en que las sociedades se atragantan de sí mismas, porque todo se devora y se vomita en las grandes hambrunas, cuando ya no hay oído para las músicas celestes y la poesía es colgada para escarnio de la belleza, en un farol de una plaza de extramuros…



Ah, poesía, dulzura agotada antes de nacer para el recuerdo y las ansias de lo que pudo ser y no fue, trofeo inútil de una muerte que sigue siendo, aún sin deseo, harta de sí, la única realidad de nuestro tiempo, la ley de la eficacia y lo posible…



Sobre las ruinas del pensamiento, tras las visiones pisoteadas y orladas de sangre hasta convertirse en tufo, en aliento de los demonios; rompiendo a martillazos el cuerpo para extraerles las piedras de la locura, las rocas de la locura, las montañas con sus lavas de la locura, el cuerpo y todo el universo del cuerpo se alzan como catedrales nocturnas para recibir las ofrendas del dolor humano.



El dolor humano es un viento y el cuerpo es la casa que hospeda el viento, y la locura será así la sustancia del viento… (¡Sopla! ¡Sopla! ¡Que lo que no es soplo es reliquia maldita…!). Se hablará entonces, mientras se amontonan los últimos residuos de los quejidos, de los trastornos narcisistas de la personalidad, y el cuerpo de la locura será exhibido en la galería de la criminalidad, con su prontuario milagroso y su delirio sobre una mesa de oro, con la cabeza apoyada en un almohada de diamantes negros, que en realidad son el hígado de un dios venenoso.



Se hablará a boca de jarro de la agresión, como exabrupto dirigido de la violencia; se traerán al ruedo la anomia moral, la vagancia crónica, la ebriedad consuetudinaria, el deambular sin ton ni son…; la palabra que enuncia las categorías de las ciencias sociales como si fueran las Tablas del Pecado es ahora la llave que abre el portón de la disciplina y el castigo (sea la cárcel o el manicomio), y allí, en la oscuridad fúnebre de la dormidera sin nubes ni sueños, aparece la imagen ayer fulgurante y hoy apagada del loco, que es igual a pobre y es igual a criminal y es igual a lengua devoradora en el instante eterno…



Se dirá: hay una conducta insana, notorias inferioridades psicopáticas; hay perversidad crónica y natural, incapacidad para la culpa y el amor; hay un demiurgo que arrastra por los cielos y por las tierras el peligro social…



Lo que no baja del firmamento ni sube desde el averno es la palabra justa para el dolor de la verdad, el dolor como espacio absoluto de ese cuerpo humano que el Poder humano rechaza como espejo de sí, castra como parte de sí, porque nadie soporta ser la sombra material de su alma…



El cuerpo humano es un agujero que no termina de cerrarse a causa del dolor… El cuerpo humano navega en los torbellinos de su sangre hasta volverse ausencia, pérdida, estertor, vacío sin mácula para el ataúd o el lecho de quien nunca nació…



Ese cuerpo humano muestra los hilos rotos de su pasado y ahoga su destino y representa su historia como si fuera un enigma que traduce los ruidos de la furia con que la muerte despide el nacimiento de la muerte en el camino que va del susurro hacia el silencio… (¡Oh, terror de la quietud…! ¡Espasmo! ¡Espasmo!)



Mientras los llantos y los odios de la pobreza resuenan como relámpagos de piedras sobre los dientes de Dios, y la sangre del crimen de cada día en su mansedumbre nocturna, se escurre entre las arenas temblorosas de los cielos, tan azules, tan limpios, tan serenos, como nunca bellos, como nunca en las glorias de la belleza…



Mientras la pobreza construye ladrillo a ladrillo, ladrido a ladrido, espanto sobre espanto, agonía en la agonía, cicatriz contra cicatriz, hambre en el vientre del hambre, violación tras el gemido ahogado de la violación, la locura de nuestro tiempo, la locura sin principio y sin final vivida como pesadilla de la muerte, deja sobre nuestras frentes hasta su última gota de mortífero rocío…



Mientras la locura en la cabeza en ruinas; en el pensamiento, la lengua y la conciencia de la pobreza en ruinas, levanta los castillos de la riqueza, las iglesias de la riqueza y hasta reverencia la divinidad, y por las buenas o por las malas la quiere para sí, para estar allí, para sentirse como en la gloria de la tierra y de los cielos allí…



Y mientras los sufrientes del sacrificio, con sus cruces a cuestas, se estremecen más que de frío; y mientras sus niños, en la primera línea de espanto y de fuego, maldicen con la ferocidad propia de los ángeles de la muerte, que son los ángeles de un tiempo donde toda la vida se convirtió en un infierno en nombre de la propiedad y de la acumulación del capital; mientras ocurre todo ello y el corazón explota, cómo no interrogarnos sobre la razón y sinrazón, sobre el sentido y sinsentido de estos días que penamos como si no hubiéramos nacido para otra cosa que las pasiones tristes…



Mientras la vida soñada como vida se aleja de nuestras almas, y sabemos que se aleja y no volverá, ¿podemos, aún así, dejar de interrogarnos…? …¿o acaso no sentimos como verdad que al interrogarnos sobre la existencia y producción del horror humano, no comienza a tambalearse, al menos por un instante, y apenas en nuestra propia alma, más allá de los cansancios y la nueva fragilidad, el imperio del Poder en la historia como naturaleza incuestionable y absoluta, que cerró nuestros ojos y ató nuestras manos al destino del horror…?



Frente a la desmesura de la crueldad y del espanto, ante esta realidad social de la que somos hacedores y parte con los labios cerrados, y que nos hunde en los pantanos de la pesadilla, igual que pájaros de alas quebradas; en éste sálvese quien pueda, donde también cae la bestia más fuerte, y cuyo símbolo más atroz es el niño que mata para que lo veamos vivo, aunque más no sea en la criminalidad del niño que no fue, por más que suene ante la perfección de los actos como un puro acto del mal sin redención, y después de estrellarnos la cabeza una y mil veces contra la pared que nos encierra, ¿no es justo y necesario arrimar quietud, demora y silencio, y escuchar por un instante las proclamas de la vida como postrer respuesta de amor, como anhelo de gloria para recibir la mirada del otro, ese otro que en su oscuridad y en su gracia nos ilumina…?; ¿seremos capaces todavía de sentir, boca a boca, que en los espejos del alma aún anida la belleza, y que de la mano que se abre con fraternidad al mundo surge el consuelo, también ante el desconsuelo sin límites de la finitud…?; ¿y si de allí en más le ganamos al mar del estruendo y del vacío un espacio –humilde, fugaz… – para escuchar con inédita pasión de alegría las antiguas músicas de la inocencia, cuando el cuerpo del otro era nuestro cuerpo, las llamas del universo nuestro fuego…?; ¿no son humanas esas nubes que pasan sin miedo del ocaso?; ¿y esos ojos que nos alientan, interrogan y desafían, no están todavía llenos de la divina agua de la poesía…?

martes, 10 de noviembre de 2009

Bicentenario, tumbas y estatuas (Por José Pablo Feinmann)


Todo lo que está pasando –en nuestro país y en el mundo– se integra en una estrategia global de contrainsurgencia. Los tiempos son graves y se irán endureciendo. La derecha occidental (que se expresa en la contrainsurgencia) tiene como horizonte inmediato el retorno a la Doctrina de la Seguridad Nacional. Si alguien había pensado que Obama habría de trastrocar los planes del Imperio en su política bélica global, ya puede olvidarse de esas ilusiones. El fortalecimiento del golpe en Honduras marca una herida de impredecible (o acaso, lo que es peor, predecible) importancia en América latina. Obama ha sido derrotado, antes que por los golpistas hondureños, por el complejo militar-industrial de Estados Unidos. Es este complejo el que nadie (demócrata o negro o santo o hippie o Jesucristo Super Star) podrá tocar. La contrainsurgencia seguirá ocupando la prioridad estratégica de siempre. Esto implica retomar el “consenso de Washington”, retomar los axiomas del neoliberalismo, sumar a Europa a este proyecto (lo que nada costará) y muy especialmente sujetar duramente todo posible “desvío” de ese patio trasero que se ubica al sur del Río Grande. Nosotros. Aquí, en América latina, la contrainsurgencia ha instalado su centro de operaciones en Colombia. No sabemos ni podemos saber qué pasa en Colombia. Que ya funcione una Escuela de las Américas no debiera sorprendernos. Y que las bases norteamericanas se hayan multiplicado, tampoco. El Imperio sigue sosteniendo la geoestrategia de la unipolaridad. Los llamados neocons-republicanos permanecen en dominio del gigantesco aparato militar, que es insaciable y no puede detenerse. La cuestión acaso sea menos intensamente ideológica que en los tiempos de la Guerra Fría, pero es más desesperada. Estados Unidos necesita asegurar su abastecimiento de modo seguro, permanente.


El mundo se desangra en enfrentamientos para que el ciudadano medio norteamericano no pase calor ni frío. Para que sus automóviles funcionen y las industrias de la nación no se detengan. Los neocons-republicanos tienen un enorme país a su cargo y esto los arroja a asegurarse la posesión geoestratégica del mundo. Lo que implica la integración de China a este proyecto, ya que no se lo podrá agredir militarmente. Para el resto del mundo pareciera (muy momentáneamente) seguir rigiendo la preemption (guerra preventiva) que lanzara Bush después del episodio de las Torres. Pero, como dijimos, por el momento. El Imperio global-comunicacional deberá avanzar aún más si desea consolidar su predominio. Este predominio lo consigue interviniendo directamente –como en Irak– o respaldando abiertamente a los grupos políticos que expresan sus intereses en el mundo. Es decir, aquellos que enfrentan a todo lo que pueda expresar un desvío ante la política de poder unipolar norteamericano. Retorna (luego de una leve ilusión contraria con Obama) el “con nosotros o contra nosotros” de Bush. Nadie queda fuera del esquema beligerante. Para eso el mundo se ha globalizado.


Así, debemos dejar establecido que la nueva teoría de la contrainsurgencia surge en el marco de la “Guerra contra el terror”. Esta “guerra” no sólo se libra en el campo militar. Todo aquello que se diferencie o se oponga a la geoestrategia de unipolaridad de Estados Unidos cae dentro del concepto de insurgencia. “Insurgencia” es, en lo esencial, aquello que aparta a las sociedades de lo establecido en el Consenso de Washington y de la concepción neoliberal de la economía. Así –aunque en Estados Unidos sea habitual el descabezamiento de ciertos monopolios–, si en un país latinoamericano se agrede a un monopolio encuadrado dentro del esquema de seguridad neocons-republicano (Consenso de Washington-neoliberalismo-lucha contra el terror y el narcotráfico), el Imperio lo defenderá sin hesitación alguna. ¿Cómo? Instrumentando los elementos de poder con que cuenta en el país en que sucede el conflicto. (Nota: Para preparar el golpe en Chile, Nixon y Kissinger le dieron a El Mercurio dos millones de dólares para crear el “clima propicio” para el descabezamiento de Salvador Allende.) Lo que no se aceptará es el freno –ningún tipo de freno– a la “era americana” en el siglo XXI.


Los islámicos habían elaborado un concepto de gran precisión: lo “glocal”. De modo inmediato, ya, el Imperio asoció la “glocalización” a la “insurgencia”. No puede existir en la “era americana” glocalización alguna. Lo glocal sería una afirmación de lo local en medio de lo global. No se rechaza la globalización, pero sólo se aceptará integrarse a ella desde la primacía de lo local. Esta primacía es la insurgencia. Porque la primacía no es la de la “localización” ante la “globalización”, sino que sólo existe un proyecto bélico estratégico y cultural: la “globalización”. Todo acto de glocalización será severamente incluido dentro de la insurgencia. “Simon W. Murden propone otra mirada que ubicaría la contrainsurgencia (...) cuyo fin sería hacerles frente a las insurgencias ‘glocal’ (a la vez local y global) en un mundo globalizado” (Khatchik DerGhougassian, “La contrainsurgencia Global en la Lógica de la Geopolítica Unipolar”, en Cuadernos de Actualidad en Defensa y Estrategia, Edición del Ministerio de Defensa, p. 14). Y añade: “En esta perspectiva, la insurgencia ‘yihadista’ es tan sólo un episodio. En el marco de la globalización presente emergerán muevas rebeliones e insurgencias de distintos signos ideológicos y con estrategias diversas” (Ibid., p. 14).
En resumen: la contrainsurgencia en el siglo XXI consiste en asegurar la unipolaridad del Imperio bélico-comunicacional. La contrainsurgencia se expresa como Lógica de la Geopolítica Unipolar. Si definimos al Imperio como bélico-comunicacional es porque instrumenta –desde hace ya tiempo, sin cesar– el poder que le otorga la revolución que hizo desde los ’80 hasta hoy. Se trata de la única revolución exitosa del siglo XX: la revolución comunicacional. El Imperio es bélico porque somete por las armas. Y es comunicacional porque somete por los medios. Este nuevo poder no alcanzó a ser estudiado ni por Foucault, el gran teórico del poder en el siglo XX. La misión de lo comunicacional es la de la colonización de las conciencias. Foucault acertó al decir que había que abandonar la idea de la “crueldad” como inherente a la “represión”. No, la represión comunicacional radica en entretener al receptor y atrapar su conciencia y sofocarla y colonizarla con la “verdad” del poder. La verdad no existe. La verdad es una creación de los medios. Los medios son parte esencial de la contrainsurgencia.

Es necesario controlar o aniquilar o inmaterializar toda verdad que provenga del sector insurgente, el opuesto al proyecto global que hegemoniza la geopolítica unipolar. A las verdades del poder insurgente hay que oponerles las de la unipolaridad del poder global, transnacional, antiglocal, socio mayoritario de la empresa que forma con los poderes que lo representan en cada país. Se podría señalar que ésta es la “vieja” lógica del imperialismo y el antiimperialismo. Sí y no. Un Imperio –y el país que anhela imponer la “era americana” en el siglo XXI lo es– desarrolla siempre una política “imperialista”. ¿Qué hace Estados Unidos en Irak? Peor: hace colonialismo. Una táctica ya superada desde el siglo XIX. El país imperial se instala en el colonizado y ahí se queda. Hasta George Canning y Richard Cobden desaconsejaban esta política al Imperio británico. Pero varias cosas han cambiado. La contrainsurgencia enfrenta un fenómeno global, la insurgencia. Que está en todas partes. La enfrenta con las armas –al viejo estilo– y con los mass media, al nuevo estilo. “Denme a un sujeto, pónganlo 16 horas frente a un televisor y tendré un sujeto-sujetado”, podría decir el guerrero comunicacional. La insurgencia se sofoca por medio de la verdad de la contrainsurgencia que los medios que le sirven imponen a la población. En nuestro país –único caso en el mundo– la contrainsurgencia cuenta con la “ideología taxi”. Aunque ya es posible sospechar que algunos de los buenos muchachos que manejan esos bichos negros y amarillos están puestos ahí por la contrainsurgencia. Algunos tienen tanto ardor, vehemencia, tanta información, un pensamiento tan estructurado que uno, lo quiera o no, elabora teorías conspirativas. (Sí, créalo: es improbable que algunos “tacheros” digan lo que dicen, sepan lo que sepan, o, lo más evidente, razonen con tal precisión por el sólo hecho de escuchar la radio mientras manejan y llevan a sus pasajeros de un lado a otro contrabandeando ideología de un modo efectivo y casi admirable. Además, al taxista todos le temen. Suponen que tiene un caño para probar la presión de las gomas y con él les romperán la cabeza. Raro el que le diga: “Perdón, callesé, por favor. No subí aquí para escucharlo a usted”. O: “Pare en la esquina. Voy a tomar el subte”. No, todos escuchan. Algunos discuten. Otros no contestan y se hacen los distraídos. Pero el mensaje entra igual. La “contrainsurgencia tachera” es poderosa en la Argentina.)
En América latina el panorama es grave. Sé que Horacio González se presentó en un programa de televisión (Los siete locos) y sólo dijo: “Estoy aquí para advertir que una derecha temible nos acecha. Quiero decir eso, nada más”. Repito: lo de Honduras es gravísimo. Lo de Colombia también. Chávez está marcado, sólo lo salva el petróleo que negocia con Estados Unidos. Pero tiene una oposición golpista y educada en Miami. Evo ya ha enfrentado situaciones de golpe institucional. Nosotros también. Tenemos, para el Imperio y sus aliados locales, un gobierno insurgente. Un gobierno glocalizador. De aquí la furia que se descarga contra él. La ausencia de figuras lúcidas, inteligentes, en una oposición endeble, se sustituye por la agresión mediática. Acaba de aparecer un libro de un mínimo periodista que pinta al “líder de la insurgencia” (Néstor Kirchner) como el peor tipo que haya atravesado la política argentina. Es tanta la carga de atrocidades que se arroja sobre él que termina uno por reírse: “Aquí viene otro que quiere vender libros como pan caliente siguiendo el ejemplo de ese escritor que se lamenta de las desdichas de su pobre patria”. Pero no hay que reírse. Todo eso suma. Sobre todo en una clase media hoy próspera, que hizo su prosperidad bajo el “gobierno insurgente” y ahora quiere aniquilarlo. Los mismos que alguna vez dijeron: “Piqueteros, cacerolas/ La lucha es una sola”. La situación es grave. Si Lugo acaba de denunciar el peligro de “milicias agrarias” en Paraguay, habría que pensar hasta qué punto no se estuvo cerca de eso en 2008. Total, con el desdén por la institucionalidad que enuncian claramente los viejos militantes de la contrainsurgencia como Grondona y Biolcati, todo es posible. (¡Y vaya si el señor Grondona no es un viejo, nunca cansado, militante de todas las contrainsurgencias desde 1955 a la fecha!)
Para terminar: ¿qué bicentenario se piensa festejar? ¿El bicentenario de qué? Todas las fuerzas retrógradas que hicieron del primer centenario un festín triunfal de las clases dirigentes, de las triunfadoras oligarquías, están en total vigencia. ¿Nos vamos a unir todos? ¿Somos una sola nación unida por el amor de Dios? Cuando al general Roca le llegó la queja anarquista por los cientos de miles de indios que había exterminado en su “conquista” del desierto, dijo o debió haber dicho: “Así son las cosas. Son las leyes del progreso de la Historia. Por eso, a nosotros, la patria nos hará héroes y nos levantará estatuas. Ellos, los derrotados, siempre serán mártires y tendrán, con suerte, tumbas donde se los llore”.

viernes, 16 de octubre de 2009

Fuimos Maradona (Por Martín Caparros)

Es duro haber sido maradona. A todos nos sucede: lo hemos sido. Durante muchos años, la escena se repitió en los lugares más variados, con interlocutores tan distintos, con los acentos más diversos:

–Where are you from?

Me preguntaron tantas veces y, cuando les contestaba que argentino, se quedaban mirándome. En Asia y África y Oceanía –por ejemplo– la Argentina existe muy poquito y mi respuesta provocaba, la mitad de las veces, una sola respuesta: ajá. O sea: la lógica ignorancia. Para la otra mitad –para los que sabían– el remate se repetía invariable:

–Ah, argentino… ¡Maradona!

Era impresionante: no se me ocurre ningún otro caso de país tan uniformemente sintetizado, definido por la figura de un señor. El vocabulario global pronuncia muy pocas palabras argentinas: tango ya tiene casi un siglo y después, además de maradona, la única voz que le dimos al mundo es el neologismo desaparecido. El jugador Maradona apareció en el momento justo en que la televisión empezaba a llevar el fútbol a los confines más lejanos: miles de millones de chinos, rusos, indios, africanos que nunca oyeron hablar del gaucho, de Evita, de Gardel, y que no relacionan a Guevara con el país donde nació, han visto a Maradona cacheteando pelotas –y es lo que saben de nosotros. “Alguna vez terminaremos de aceptar”, escribí hace unos años, “que para dos o tres mil millones de personas la Argentina y los argentinos –todos los argentinos, las vacas, las montañas, los presidentes, los violadores fugitivos, el novio de tu hermana, aquel triciclo, los inmigrantes bajando de los barcos, el cielo de humahuaca, el peronismo, la esquina de carabobo y cucha cucha, la marcha de san lorenzo, tu futuro, los ovejeros belgas y hojitas y sánguches de miga, las pastillas refresco, tlön uqbar orbis tertius, este papel manchado– no somos nada más o nada menos que la confusa nube de pedos que aureola la pierna izquierda del Gran Diez. El mundo está lleno de personas que nunca oyeron hablar de la Argentina pero sí de Maradona; el mundo está lleno de otras personas que sólo oyeron hablar de la Argentina porque oyeron hablar de Maradona. En el mundo –para todos los que no son vecinos o europeos con parientes o tercermundistas más o menos cultos–, la Argentina somos él. Digo: para miles de millones de personas somos él. Es un destino. Supongo que podría ser mejor. Y podría ser, también, mucho peor. Era un modelo complicado: peleador, simpático, quejoso, drogón, desaforado, ingenioso, creído, ilimitado, machista, popular, oportunista, cálido, cursi, inteligente. Fue difícil adaptarse a la idea de que los argentinos éramos eso, pero hicimos todo lo que pudimos”, decía, y entonces era cierto. Ahora menos: este año, por ejemplo, en varios países africanos, la escena se terminó distinto:

–Ah, Argentina. Yes, sure, Messi, Messi.

Es todo un cambio de cultura. Y debe ser difícil. A mí, sin ir más lejos, me indignaba un poco: no, yo no soy Messi, Argentina no es Messi. Es duro ya no ser maradona; me imagino lo difícil que debe ser para un tal Diego Armando.

Es duro para todos: nos habíamos acostumbrado, y nos gustaba. Durante muchos años fuímos él porque éramos rehenes de su belleza. Lo que hacía Maradona en una cancha de fútbol era tan desmedido, tan inesperado, tan extraordinario que era normal que lo que hiciera afuera lo fuera también –y que lo aceptáramos o celebráramos como pequeñas partes de un gran todo. Fue un artista notable –alguien que hace distinto lo que muchos hacen parecido– y ya hace más de un siglo que nuestras sociedades aceptan que los artistas tienen ciertos privilegios o, por lo menos, que sus actos no deben ser medidos con la vara general: si crean hechos o gestos que exceden los límites de lo pensado, ¿por qué tendrían que mantener sus vidas dentro de esos límites? Maradona se acostumbró a ese criterio, y lo sigue empleando. El problema es que ya hace muchos años que Maradona dejó de ser un artista.

Ahora el señor Maradona es un trabajador mediocre al que le salen las cosas más o menos mal, una nota hecha de información errónea y temblores sintácticos, una foto movida subexpuesta, un bife que llega a la mesa hecho una suela. Digo: un señor que en un año no ha conseguido armar un equipo que juegue a algo –que por eso le pagan. Un señor que supo poner incómodos a todos los demás con sus gestos y actos y que, desde que tomó este trabajo, vaciló y falló como muy pocos. Un señor que consiguió que ya nadie le crea: que dice que está pensando renunciar y a los dos días pregunta de dónde sacaron que está pensando renunciar. O, mucho peor, un señor que consiguió que ya no le crean ni sus subordinados: que busca a un jugador, le dice que es el mejor de todos y que lo va a tener siempre en su equipo y a las dos semanas lo desdeña. O sea, un señor que no sabe lo que hace: que busca a alguien y días después se da cuenta de que se había equivocado. Un señor que lleva un año sin poder ir a su lugar más aficionado –la cancha de Boca– por miedo a que miles de personas lo puteen: hablemos de fracasos.

(Y encima el morbo: si yo fuera un autor de thrillers malos –películas de verano americano cerca de un lago con rubia tetona y morocha tetona y asesino cosido de costurones verdes– me divertiría como un perro armando una historia en que el viejo maestro en decadencia –digamos, un director de orquesta, que siempre queda un poco misterioso– se ve, por esas ironías del destino, obligado a ser el que ayude a su sucesor a terminar de hundirlo en el pasado: el que le ponga el último clavo a su cajón. Y contaría cómo, por una serie de razones, el viejo maestro no puede negarse a su función –que, en un punto, incluso lo atrae: dejar un heredero es, al mismo tiempo, saber que uno se ha terminado y que no todo se termina con uno– y trata de cumplirla pero algo más fuerte que él lo lleva a desviarse, a ponerle al heredero obstáculos cada vez más visibles, a proponerle instrumentos defectuosos, partituras que no le convienen hasta que, al fin, aquella noche de tormenta, termina empujándolo por el acantilado porque no puede con su naturaleza y no soporta la idea de volverse historia.)

Es duro ya no ser maradona. Nos pasa a todos: ya no somos porque él ya no es. Si es duro para todos, me imagino lo difícil que debe ser para un tal Diego. Pero él, el señor Diego Armando Maradona, a quien esto le pasa en grado sumo, tanto más que a cualquiera de nosotros, eligió pensar que a él no le pasa sino que que hay unos hijos de puta que dicen que le pasa: los periodistas, muy en particular, y millones de argentinos más en general. La culpa es del relato, dice. Cuando era un artista no necesitaba explicarnos que lo que hacía era lo que era, porque se veía; ahora trata de explicarnos que lo que hace no es lo que es, pero se ve. Lo vemos: vemos el espanto futbolístico de su equipo. No precisamos que nadie nos lo cuente ni lo pensamos porque nos lo cuenten; lo vemos, como lo veíamos –si no éramos tontos entonces, no lo somos ahora. Pero el señor Diego dice que es puro cuento y por eso mandó a los que lo cuentan y a los demás que lo critican –a todos nosotros– a chupársela o, incluso, mamársela. Yo creo, señor Diego, que si usted lo dice sabe por qué lo dice, y sólo quiero pedirle que se haga cargo de sus palabras. Nos pidió –nos ordenó– que se la chupáramos; aquí estamos, dispuestos a tomar sus órdenes como deseos o algo así. Sólo queda que usted fije día y hora, un lugar más o menos discreto –dentro de lo que cabe–, y varios millones nos pondremos en cola para ejercer, de uno en fondo, esa succión que usted comanda. Quizá nos lleve días o semanas: valdrá la pena complacerlo. Será nuestro último homenaje, por los buenos viejos tiempos. Después, si sobrevive usted a tanto respeto –ya no creo que podamos considerarlo amor–, olvídenos, vayase por favor adonde pueda y permítanos recordarlo como era cuando era maradona.

Digo: no siga destruyendo su memoria.

lunes, 24 de agosto de 2009

Noam Chomsky en Venezuela


"La lucha antidrogas es un pretexto de EE.UU. para intervenir en Sudamérica"
"El propósito de la guerra antidrogas es muy diferente a lo que se ha proclamado. En realidad, existe un propósito que es la de la intervención. Con ese pretexto el resultado previsible es oscuro, tanto fuera como dentro de Colombia", aseguró Noam Chomsky, ensayista y profesor universitario estadounidense, durante una conferencia en Caracas.

El escritor mostró de esta manera su rechazo al acuerdo militar entre Colombia y Estados Unidos para que éste use de forma controlada al menos siete bases militares en el país sudamericano.
El autor del libro "Hegemonía o supervivencia. La estrategia imperialista de EEUU", considera que este acuerdo es parte de un plan en el que se integra también "la reactivación de la IV Flota", fuerza naval estadounidense creada en 1943 durante la Segunda Guerra Mundial para la zona del Atlántico Sur.
Chomsky, que coincidió con el presidente Hugo Chávez en sus argumentos, señaló que "la justificación de la instalación de bases militares, como parte de la lucha contra el narcotráfico, es poco seria".
El ensayista, uno de los autores más citados por Chávez, confió en que la reunión de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), el próximo viernes en Bariloche (sur de Argentina), evite mayores tensiones en la región. La reunión "va a ser una prueba. Debería haber una reacción fuerte de la Unasur oponiéndose a la militarización", dijo.
El lingüista Chomsky también criticó "la mentalidad imperial" de los Estados Unidos, a quien acusó de "exacerbar las tensiones en los países latinoamericanos", durante una conferencia celebrada hoy en Caracas.
"Anteriormente, ayudaba a golpes de Estado o intervenciones militares: esta capacidad ha disminuido, pero no ha desaparecido",advirtió uno de los intelectuales más prestigiosos de la izquierda internacional.
Chomsky, profesor emérito de la Massachusetts Institute of Technology (MIT) en EE.UU., valoró la iniciativa de la Unasur que permite a los países latinoamericanos "decidir sobre su propio futuro".
Asimismo, se refirió al golpe de Estado de Honduras, que sacó del poder al presidente Manuel Zelaya, y que calificó "de peculiar, porque EE.UU. no lo apoyó y lo criticó débilmente (...) No hizo uso de su enorme influencia económica o política".
Preguntado acerca de la utilización de territorio colombiano como base de operaciones estadounidense fruto de la colaboración militar entre Washington y Bogotá, afirmó que "Venezuela sola no puede tener una respuesta ante las bases".
"Debe ser un respuesta total por parte de la comunidad latinoamericana, en la reunión de Unasur (el próximo viernes en Bariloche, Argentina) debería salir un comunicado enérgico que se oponga a instalación de bases estadounidenses en América Latina", opinó el activista político.
La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), organismo regional creado en abril de 2007, está integrada por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guayana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela.
Por último, habló del presidente estadounidense, Barack Obama, de quien aseguró no sentirse decepcionado. "Obama no es (George W.) Bush. Pero pensar que Obama está operando de manera diferente a la esperada, es debido a la inocencia de confiar en la retórica de Obama", sostuvo Chomsky ante un auditorio de estudiantes y miembros del Gobierno venezolano.
"En Estados Unidos se venden campañas políticas como quien vende una marca de dentífricos", concluyó, tras recordar que Obama ganó el año pasado un importante premio del gremio de la publicidad.

viernes, 31 de julio de 2009

Crisis u oportunidad (Por Alicia Miller)



La ganadería, la fruticultura, el turismo y el comercio no encuentran en el Estado crédito, gestión ni políticas. Saiz sigue atrapado en una maraña de relaciones complejas, aun con sus colaboradores, y lejos de temas clave.

Las actividades económicas de Río Negro están, en su mayoría, atravesando una gravísima situación, que tiene origen en diversas circunstancias.
-La ganadería sufre el tercer año de una prolongada sequía que ha diezmado los rodeos ovinos, caprinos y bovinos. Aun en condiciones económicas "normales", llevaría años recuperar la cantidad de vientres, una vez que se normalice la existencia de pasturas en los campos que no han resultado irreversiblemente dañados por la desertificación. Pero, además, el sector padece la falta de rentabilidad que lo afecta en todo el país, en gran medida derivada de las políticas intervencionistas dispuestas por el gobierno nacional. Es decir que difícilmente el panorama podría ser más ominoso.

-La fruticultura padece la falta de crédito y la iliquidez derivada de la no liquidación de reintegros fiscales correspondientes a las exportaciones ya realizadas. Con miras al futuro próximo, ve con preocupación que sus costos de producción internos son aún más altos que en la época de la convertibilidad y, si bien los mercados externos ayudaron hasta ahora con su demanda sostenida, la crisis mundial podría hacer que esto fuera diferente en la próxima temporada.

-El turismo invernal soporta su tercer año de serios problemas. Esta vez fue el riesgo de contraer la gripe A la que inhibió de viajar a miles de personas y las llevó a desistir de disfrutar de los maravillosos paisajes y servicios que posee la región. En años anteriores, similar efecto habían causado las erupciones de los volcanes Llaima y Chaitén y los problemas que enfrentó el flujo de la aeronavegación comercial en el país.

-Para el sector comercial, en tanto, se combinó la retracción motivada por la cautela de los consumidores ante la crisis con las restricciones al funcionamiento de lugares públicos dispuestas en procura de disminuir la propagación de la gripe A.

Precisamente en estas épocas difíciles, los sectores económicos se encuentran relativamente solos, sin un Estado capaz de atenuar los efectos de una situación que, de este modo, impactará con severidad en el empleo y en los sectores más vulnerables de la población.

Sin un banco estatal provincial, sin un sistema crediticio ágil y conveniente en manos de entidades públicas, sin un gobierno activo que fije políticas de promoción, el resultado será sin duda que sólo aquellos que tienen mayor solvencia económica podrán resistir.

El Estado está en Río Negro tan endeudado que apenas puede ir cumpliendo a cuentagotas las obligaciones laborales con sus empleados y funcionarios, un plantel que el actual gobierno ha multiplicado varias veces, no siempre en forma justificada.

Con un presupuesto provincial de 3.821 pesos, la deuda actual de la provincia es de 3.611 millones de pesos, de los cuales el 92% tiene como acreedor al Estado Nacional. El año próximo Río Negro deberá pagar 567 millones de pesos de intereses de su deuda pública, y en el 2011 esa suma subirá a 644 millones.

Además, el déficit corriente es de 26 millones por mes, lo que sigue agigantando el endeudamiento caro, porque sólo a cambio de la ilusión de una ganancia desmesurada una entidad financiera podría prestarle dinero a un Estado en tal situación de insolvencia.
Sin embargo, el gobernador Miguel Saiz no parece haber tomado nota de cuánto necesitan de su gestión y de su presencia eficaz los distintos sectores de la administración pública y los empresarios de los sectores en dificultades.
Aún no ha terminado de digerir la derrota electoral sufrida por sus candidatos a diputados nacionales el pasado 28 de junio. Y continúa ocupado en una maraña de relaciones complejas incluso con sus colaboradores más estrechos.
El árbol no lo deja ver el bosque.
Esta semana, la defensora del Pueblo, Ana Piccinini, logró que la Justicia Federal frenara en casi toda la provincia el aumento de la tarifa del gas motivado en el decreto 2.067/08.
No fue agenda del Ejecutivo, ni cuando se dictó el decreto.
Y fue el senador peronista Miguel Pichetto quien gestionó varios encuentros de dirigentes de las cámaras empresariales del turismo con funcionarios nacionales en Buenos Aires y se puso a la cabeza del reclamo de medidas de auxilio para el sector.
Ni el gobernador ni su ministro de Turismo estaban allí.
No extrañaría, en cambio, que desde el gobierno provincial reprocharan tal diligencia, argumentando intromisiones políticas o intenciones mezquinas.
La mirada de Saiz suele ver la realidad teñida de teorías conspirativas.
Si durante años asombró la modorra con la cual el equipo de gobierno afrontaba los problemas cuando ya se habían insinuado, declarado y agravado hasta niveles de riesgo, en estos tiempos preocupan la quietud y la falta de ideas proactivas ante la diversidad de frentes que requieren de gestión.
Lo único que se mueve en las esferas del poder son las rencillas palaciegas.
Afortunadamente, el berrinche que distanció al gobernador de su ministro de Hacienda tuvo un principio de solución.
Es de esperar que el funcionario pueda ahora abocarse plenamente a ver cómo mejorar las cuentas públicas y el gobernador a ocupar su tiempo en algo de lo mucho que tiene aún pendiente.
Sin duda que una de esas tareas es abrir el diálogo con los diversos niveles institucionales y, muy especialmente, con los intendentes, pilotos de todas las tormentas sean del oficialismo o de la oposición.
Bien dicen que toda crisis tiene en ella el germen de una oportunidad. Para quienes saben construir sobre ella.

ALICIA MILLER
amiller@rionegro.com.ar

Eufóricos (Por Fernando Krakowiak)


Estaban eufóricos y exudaron prepotencia. Cantaron el himno con sus brazos en alto, reivindicaron a Martínez de Hoz, tildaron al gobernador bonaerense de travesti político y despreciaron sus gestos de acercamiento, se rieron del jefe de Gabinete, alentaron los abucheos y los insultos de la tribuna, dijeron estar protagonizando el primer acto de la era poskirchnerista y adelantaron que sólo habrá acuerdo si hoy el Gobierno acepta su pliego de condiciones.

Luego, los dirigentes de la Mesa de Enlace atribuyeron el contenido de sus discursos al clima de efervescencia que se vivió el lunes pasado en la Rural. “Las asambleas no son cancillerías”, aseguró el titular de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, para justificarse. Algo similar expresó Eduardo Buzzi. “Hubo tonos no convenientes para un momento de diálogo, pero la verdad es que la gente quiere respuestas concretas”, remarcó. La mayoría de los medios de comunicación y los políticos de la oposición que se desviven por los ruralistas también justificaron los dichos haciendo mención al “microclima” del lugar y a la situación “crítica” que atraviesa el sector. De ese modo, todo pareció quedar condensado en un momento de catarsis colectiva que los dirigentes disfrutaron con sus “bases”. El problema que enfrenta ese argumento es la reiteración de discursos similares durante el último año y medio de conflicto, tal como evidencian los siguientes ejemplos:
- “En el campo hay que juntar a todos los empleados en las estancias, subirlos a la camioneta y decirles claramente a quién hay que votar” (Alfredo De Angeli, 17 de junio de 2009).
- “Como en la guerra, hay que ir matando a los de la primera fila. Hay que barrer a la mayoría, a la mugre, para después sí empezar a remar (...) Hay que cortarles la mano a los Kirchner porque vienen por más” (Jorge Chemes, ex titular de la Federación de Asociaciones Rurales de Entre Ríos, 27 de mayo de 2009).
- “El gobierno de Kirchner va a durar dos años más... y dos años más van a ser muy duros.” “¿Dos?... ¿Te parece? No sé qué va a pasar después del 28 de junio”, “Eso era lo que te quería escuchar” (Hugo Biolcati, presidente de la Sociedad Rural, celebrando la pregunta del “periodista” Mariano Grondona, 19 de abril de 2009).
- “Yo le pido a (Alberto) Cantero que convoque urgentemente a la Comisión de Agricultura. Cantero, si quiere volver en paz a su provincia, convoque, o a lo mejor prefiere migrar. (...) Tendría que convocar por el bien de sus hijos y de sus nietos” (Alfredo De Angeli, 21 de marzo de 2009).
- “Si ustedes quieren hacer de la Argentina una Cuba o Venezuela, se equivocan” (Alfredo De Angeli, 20 de marzo de 2009).
- “Desde la Comisión de Enlace hay una actitud de ir desgastando y erosionando desde donde se pueda a este gobierno” (Eduardo Buzzi, presidente de Federación Agraria, 2 de noviembre de 2008).
- “Tres instituciones hicieron grande a la Argentina: la Iglesia, el Ejército y el campo. Ojalá que de nuevo activemos esto junto al resto de la sociedad para ser un país grande y no chico como es ahora” (Néstor Roulet, vicepresidente de CRA, 12 de octubre de 2008).
- “Estamos con la cara pintada” (Eduardo Buzzi, 15 de agosto de 2008).
- “Elegimos el Monumento de los Españoles. De ese lado estaremos nosotros, y enfrente queda el zoológico” (Mario Llambías, titular de CRA, 9 de julio de 2008, marcando los contrastes entre el acto de los ruralistas y el de los partidarios del Gobierno).
- “Nuestros legisladores votarán por sus pueblos y si desconocen sus orígenes, los hombres del campo les enseñaremos a legislar” (Alfredo De Angeli, 18 de junio de 2008).
- “Si los legisladores ratifican las retenciones deberíamos disolver el Congreso” (Ricardo Buryaille, vicepresidente de CRA, 18 de junio de 2008).
- “El gobierno de los Kirchner es un obstáculo para el crecimiento del país” (Eduardo Buzzi, 25 de mayo de 2008).
- “Ya mostramos que se podía desabastecer, ahora hay que dejar pasar la leche” (Eduardo Buzzi, 31 de marzo de 2008).
- “Yo creo que usted se equivoca o no ha ido a mirar el color de la piel de los que están haciendo los cortes” (Hugo Biolcati, 21 de marzo de 2008, tratando de diferenciar a los productores rurales de los piqueteros).
- “Dejaron de ser jóvenes, pero siguen siendo imberbes” (Ricardo Osella, presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de la Tercera Zona, en referencia al Gobierno y parafraseando a Juan Perón cuando en 1974 echó de Plaza de Mayo a los Montoneros, 19 de marzo de 2008).
La suma de amenazas y agresiones da cuenta de una línea de conducta que también se expresó en los escraches a legisladores. Sin embargo, en todos los casos se dijo que fueron “exabruptos” o “excesos”. Esa es la manera que les permite a cómplices y a ingenuos seguir reivindicando la protesta agraria como una gesta cívica que expresa madurez política y capacidad de diálogo frente a la soberbia y al autoritarismo oficial.
fkrakowiak@pagina12.com.ar
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