Si algo estamos sacando en claro de
la crisis humanitaria que se desarrolla ante nuestras santas narices en
las fronteras de Ceuta y Melilla es que la calidad de la información y
la fiabilidad de los datos determinan todo. Entre medias de las
interpretaciones que unos y otros hacen de la realidad, se dirimen
cuestiones tan serias como los derechos de un refugiado, la dignidad de
las fuerzas de seguridad o la credibilidad del Estado de Derecho.
Como en ese juego infantil en el que los manifestantes multiplican sus
números y las autoridades los fraccionan, estos días hemos conocido
versiones antitéticas de las pelotas que se dispararon al mar, de los
inmigrantes que entran y salen, y de los metros de suelo español que recorrieron los policías marroquíes en plena devolución ‘en caliente’. Es irritante, además de peligroso.
De todos los asuntos cuyos detalles desconocemos, el que posiblemente
sea más relevante es el de las víctimas mortales de esta locura
organizada. Si los europeos nos viésemos obligados a
desayunarnos cada mañana con la cifra exacta de los cadáveres que se
acumulan en nuestro recibidor, tal vez juzgaríamos con más dureza las imposturas populistas o las simples astracanadas, como la que protagonizó hace unos meses el defenestrado Primer Ministro Letta nacionalizando a los muertos de Lampedusa y deportando a los supervivientes.
Pues bien, ese vacío podría ser cubierto ahora por una iniciativa de
nueve medios europeos (entre los que se encuentra El Confidencial
español) que han decidido hacer precisamente eso: contar los muertos. El proyecto The Migrant Files (Los archivos de los migrantes) ha creado una completa base de datos que tiene sus fuentes en proyectos como United for Intercultural Action o Fortress Europe,
de los que les hemos hablado en alguna ocasión en este blog. Una de las
tareas a la que han hecho frente sus investigadores es precisamente
‘limpiar’ los datos que provienen de diferentes orígenes, dando
coherencia a la metodología de recogida de información, evitando
redundancias y garantizando la solidez de las fuentes. Un equipo de 16
estudiantes del Laboratorio de Periodismo de Datos de la Universidad de
Bolonia ha colaborado verificando muestras de datos. Un trabajo
titánico, se lo aseguro.
Los resultados merecen la pena. Gracias a este proyecto hoy
podemos estimar seriamente que desde el 1 de enero del año 2000 han
muerto 23.000 seres humanos tratando de llegar a Europa. Los
corredores de la muerte están representados de acuerdo a su importancia
relativa en el mapa que abre esta entrada. Pueden navegar por él
consultando cuántos murieron y dónde y cuándo lo hicieron. Además de la
herramienta del mapa, el lector puede encontrar en la web del proyecto
una base de datos en expansión que clasifica la información por centros de detención, sucesos, territorios e incluso inmigrantes. Una llamada a la colaboración de individuos y organizaciones permite vincularse al proyecto y ayudar a completar los datos.
Pueden encontrar aquí un espléndido comentario periodístico de la información a cargo de Daniele Grasso, redactor de El Confidencial, y aquí su explicación metodológica. Su esfuerzo y el de los muchos que participan en este proyecto (financiado en parte por el Journalism Fund) es una
rara victoria de los datos objetivos y la transparencia sobre la
manipulación y la opacidad que las autoridades europeas imponen a este
asunto. Que siga.
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