¿Y ahora? Qué vas a decir. A quién le vas a reclamar. Te das cuentas que
sos lo más patético del fútbol mundial. Ridículo. Te reiste de mi
desgracia y, cuando estás frente a frente, arrugás. Mirá tu figurita.
Metió el gol, besó el escudo, se lesionó y abandonó. Eso sos vos.
Acordate el último clásico que jugó Gabriel Milito, se equivocó pero se
quedó en cancha para golearte 4-1. Tenés vida gracias a nosotros: decir
que sos nuestro clásico te da chapa. Te sacamos 23 de diferencia, las
mismas estrellas que te pusiste gracias a los títulos de escritorio que
te regaló Julio Grondona. Seguí con tu velorio permanente, el humo negro
y el fantasmita que copiaste cuando te despedimos de Primera en el 83.
Con un mínimo detalle: yo era campeón y no paré hasta ser campeón del
Mundo. Vos no pudiste aprovechar un año que te dejamos descansar y
perdiste 21 partidos de 38. Entonces, y a pesar de que Rapallini te
empujó para que al menos te llevaras un empate, volviste a sucumbir como
lo hiciste siempre. Te recomiendo que te pongas en la cabeza que por
los siglos de los siglos estarás debajo de INDEPENDIENTE en el mano a
mano, en títulos, hinchas, socios… Decile a tu hijo, mi nieto sería, que
no sé cuántas generaciones tendrán que pasar para por lo menos
alcanzarme.
Pero vayamos a lo nuestro. Sufrimos por meternos muy atrás, no agarramos el balón y hubo mucho pelotazo. Pero tuvimos esa ráfaga, como contra Olimpo, y ganamos. Penco otra vez fue fundamental por lo que transmite, mete y por sus goles importantes. Mancuello es el reflejo del verdadero hincha del Rojo. Después, el buen partido de Cuesta, la seguridad del Ruso y que Montenegro se hizo cargo cuando la mano venía torcida. Al resto se le agradece el espíritu. El final para Almirón: que estos seis puntos le sirvan para tranquilizarse, bajar la ansiedad y empezar a darle forma a una identidad de juego. Queremos ver al equipo de su inicio de ciclo (Belgrano y Rafaela). Si alguna vez se vio algo diferente y lindo, inténtelo de nuevo.
Pero vayamos a lo nuestro. Sufrimos por meternos muy atrás, no agarramos el balón y hubo mucho pelotazo. Pero tuvimos esa ráfaga, como contra Olimpo, y ganamos. Penco otra vez fue fundamental por lo que transmite, mete y por sus goles importantes. Mancuello es el reflejo del verdadero hincha del Rojo. Después, el buen partido de Cuesta, la seguridad del Ruso y que Montenegro se hizo cargo cuando la mano venía torcida. Al resto se le agradece el espíritu. El final para Almirón: que estos seis puntos le sirvan para tranquilizarse, bajar la ansiedad y empezar a darle forma a una identidad de juego. Queremos ver al equipo de su inicio de ciclo (Belgrano y Rafaela). Si alguna vez se vio algo diferente y lindo, inténtelo de nuevo.
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