lunes, 29 de septiembre de 2008

Sobre las catástrofes (Por Juan Sasturain)

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La verdad, dan ganas de vomitar. No se puede creer el grado de distorsión y macaneo a que hemos llegado por parte de los tramposos de siempre. Hablo de lo que pasa en estos días y en ciertos poderosos medios –para no decir todos menos muy pocos– con el tratamiento que se les da a las cuestiones vinculadas con la llamada crisis financiera yanqui. Si no fuera doloroso y tan grave, sería patético.

Uno se saca, insulta, pero no cabe otra. Es increíble cómo, allá y (es terrible) acá mismo, los defensores a ultranza de la globalización, de la “apertura económica” a cualquier costo y precio, de los intereses del “ámbito financiero”, de la sacrosanta iniciativa privada, de la insoslayable rentabilidad empresaria y de todos los lugares comunes ideológicos que justifican lo peor de este capitalismo salvaje –las guerras económicas, la perduración de la injusticia y la explotación escandalosa a nivel universal, el crecimiento de la pobreza y de la brecha entre pobres y ricos– se hacen los giles, miran para otro lado, no saben de qué se trata. Cuanto mucho hablan de “fallas en los controles”. No van más allá. Y no vale la pena tampoco, con los parámetros que se mueven. Hay que venir mucho más acá a la hora de razonar.

Porque es falso el planteo: este sistema económico universal no está/entró recién ahora en crisis. Lo estuvo en los noventa y antes y siempre porque, además de ser esencialmente injusto, es ineficaz: siempre ha estado provocando verdaderos desastres a la mayoría de la gente –pobreza y desigualdades crecientes– mucho más graves que esta asquerosa descompostura –glotonería, ocasional intoxicación– que afecta (¿afecta?) a los ladrones: Vivimos siempre en medio de la catástrofe, en el escándalo de la dependencia asfixiante de centros de poder económico y político-militar de una grado de insensibilidad e impunidad inauditos, y con una capacidad de manipulación informativa que nos subestima y humilla.

¿Por qué va a resultar más escandalosa y grave la caída puntual en los índices de la Bolsa –ámbito paradigmático, perverso, de la especulación, de la mentira financiera–, la quiebra del negocio de una manga de estafadores de guante blanco, que el crecimiento sistemático, geométrico a veces, de los índices que miden la brecha entre pobres y ricos? ¿Cuál es la verdadera catástrofe? El sistema no reventó ahora: hace agua, hace pobres, hace violencia, hace injusticia y hace seudovalores de mierda desde que este capitalismo salvaje, este neoliberalismo mentiroso se apoderó –en apariencia– del “sentido común” universal. Da asco entonces el verso de economistas “realistas” que nos hablan –casi con suficiencia y satisfacción: es increíble– de cómo la crisis yanqui afectará no sólo a la Argentina si no está “debidamente preparada” sino a “la economía familiar” de cada uno, incluso...

Pero no sacan ninguna conclusión de eso. Lo único que falta, en algunos casos, es que a la crisis yanqui, tan paqueta en el fondo, le pongan nombre de mujer –Nelly, Shirley, Carla– como a los huracanes. Porque es así: para muchos analistas, el “problema” que tiene estos ladrones parece una catástrofe natural, un lamentable fenómeno meteorológico que ha arrasado con todo y debido al cual hay que realizar operaciones de “salvataje” -–no es otra la palabra utilizada–, y se espera la solidaridad internacional.

Qué hijos de puta...

viernes, 26 de septiembre de 2008

Lo impensable aconteció

Por Boaventura de Sousa Santos *

La palabra no aparece en los medios de comunicación norteamericanos, pero de eso se trata: nacionalización. Ante las cesaciones de pagos ocurridas, anunciadas o inminentes de los principales bancos de inversión, de las dos mayores sociedades hipotecarias del país y la mayor aseguradora del mundo, el gobierno federal de los Estados Unidos decidió asumir el control directo de una parte importante del sistema financiero. La medida no es inédita, pues el gobierno intervino en otros momentos de crisis profunda: en 1792 (bajo el mandato del primer presidente del país), en 1907 (en este caso, el papel central en la resolución de la crisis le cupo al gran banco de entonces, el J. P. Morgan, hoy Morgan Stanley, también en riesgo), en 1929 (la gran depresión que duró hasta la Segunda Guerra Mundial: en 1933, mil norteamericanos por día perdían sus casas en manos de los bancos) y en 1985 (la crisis de las compañías de ahorro).

Lo que es nuevo en la intervención actual es su magnitud y el hecho de ocurrir después de 30 años de evangelización neoliberal conducida con mano de hierro a nivel global por los Estados Unidos y por las instituciones financieras que controla, el FMI y el Banco Mundial: mercados libres y, en tanto que libres, eficientes; privatizaciones; desregulación; el Estado fuera de la economía porque es inherentemente corrupto e ineficiente; eliminación de restricciones a la acumulación de riqueza y la correspondiente producción de miseria social. Fue con esas recetas que se “resolvieron” las crisis financieras de América latina y de Asia y que se impusieron ajustes estructurales en decenas de países. Fue también con esas recetas que millones de personas fueron lanzadas al desempleo, perdieron sus tierras o sus derechos laborales y tuvieron que emigrar.

A la luz de esto, lo impensable aconteció: el Estado dejó de ser el problema para volver a ser la solución; cada país tiene derecho a privilegiar lo que entiende por su interés nacional, en contra de los dictámenes de la globalización; el mercado no es, por sí mismo, racional y eficiente, sólo sabe racionalizar su irracionalidad e ineficiencia mientras éstas no alcancen el nivel de autodestrucción; el capital tiene siempre al Estado a su disposición, ora por vía de la regulación, ora por vía de la desregulación. Esta no es la crisis final del capitalismo y, aunque lo fuese, la izquierda quizá no sabría qué hacer, tan generalizada fue su conversión al evangelio neoliberal.

Muchas cosas seguirán como antes: el espíritu individualista, egoísta y antisocial que anima al capitalismo; el hecho de que los costos de las crisis siempre sean pagados por quienes nada han contribuido a ellos, es decir, la inmensa mayoría de los ciudadanos, ya que es con su dinero que el Estado interviene y son esos ciudadanos quienes pierden empleos, viviendas y pensiones.

Pero muchas más cosas cambiarán. Primero, la declinación de los Estados Unidos como potencia mundial alcanza un nuevo nivel. Este país acaba de ser víctima de las mismas armas de destrucción financiera masiva con que agredió a tantas naciones en las últimas décadas y la decisión “soberana” de defenderse fue finalmente inducida por la presión de sus acreedores extranjeros (sobre todo, los chinos), que amenazaban con una fuga que sería devastadora para el actual american way of life.

Segundo, el FMI y el Banco Mundial dejaron de tener autoridad alguna para imponer sus recetas, pues siempre usaron como guía una economía que ahora se revela como un fantasma. La hipocresía del doble estándar (ciertos criterios válidos para los países del Norte global y otros criterios válidos para los países del Sur) quedó expuesta con chocante crudeza. De aquí en adelante, la primacía de los intereses nacionales podrá dictar no sólo medidas de protección y regulación específicas, sino también tasas de interés subsidiadas para apoyar a las industrias en peligro (como las que el Congreso estadounidense acaba de aprobar para el sector automotriz). No estamos ante una desglobalización, pero sí estamos frente a una nueva globalización posneoliberal, internamente mucho más diversificada. Emergen nuevos regionalismos, ya presentes en Africa y Asia pero importantes sobre todo en América latina, como el ahora consolidado con la creación de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) y del Banco del Sur. Por su parte, la Unión Europea, el regionalismo más avanzado, tendrá que cambiar el curso neoliberal de su actual comisión, so pena de tener el mismo destino que los Estados Unidos.

Tercero, las políticas de privatización de la seguridad social quedaron desacreditadas: es éticamente monstruoso que sea posible acumular fabulosas ganancias con el dinero de millones de humildes trabajadores y abandonarlos a su suerte cuando la especulación sale mal.

Cuarto, el Estado que regresa como solución es el mismo Estado que fue moral e institucionalmente destruido por el neoliberalismo, que hizo todo lo posible para que su profecía se cumpliese y lo transformó en un antro de corrupción. Esto significa que, si el Estado no es profundamente reformado y democratizado en breve, será, ahora sí, un problema sin solución.

Quinto, los cambios en la globalización hegemónica van a provocar cambios en la globalización de los movimientos sociales y esto se va a reflejar en el Foro Social Mundial: la nueva centralidad de las luchas nacionales y regionales; las relaciones con los Estados y los partidos progresistas; las luchas por la refundación democrática del Estado; las contradicciones entre clases nacionales y transnacionales y las políticas de alianzas.

* Doctor en Sociología del Derecho; profesor de la Universidad de Coimbra (Portugal) y de la Universidad de Wisconsin (EE.UU.).
Traducción: Javier Lorca.


martes, 23 de septiembre de 2008

Discurso Evo Morales ONU


PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA, EVO MORALES AYMA, EN SU DISCURSO ANTE LAS NACIONES UNIDAS
EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA, EVO MORALES AYMA, EN SU DISCURSO ANTE LAS NACIONES UNIDAS

Nueva York, 19 de septiembre de 2006

Muchas Gracias Presidenta. Hermanos Presidentes, Hermanas Presidentas, Delegadas, Delegados a la 61 Reunión Ordinaria de las Naciones Unidas.
Una enorme satisfacción de estar acá presente en representación de mi pueblo, de mi patria Bolivia y especialmente del movimiento indígena.
Quiero decirles que después de más de 500 años de desprecio, de odio, en algunos tiempos éramos considerados como salvajes, como animales y en algunas regiones condenados al exterminio. Gracias a esa conciencia, ese levantamiento y esa lucha por los derechos de los pueblos llegué donde llegamos para reparar un daño histórico, para reparar los daños de 500 años.
Durante la república fuimos igualmente discriminados, marginados. Jamás tomaron en cuenta esa lucha de los pueblos por la vida, por la humanidad. Durante los 20 últimos años con la aplicación de un modelo económico, el neoliberalismo, que continuaba el saqueo a nuestros recursos naturales, la privatización a los servicios básicos.
Estamos convencidos que la forma de privatizar los servicios básicos es la mejor forma de violar los derechos humanos.
Y estas pequeñas consideraciones nos obliga y me obliga a que decir acá la verdad sobre la vivencia de esas familias, vengo a expresar ese sentimiento por la humanidad de los pueblos, de mi pueblo, vengo a expresar el sufrimiento, producto de una marginación, de una exclusión. Vengo a expresar sobre todo ese pensamiento anticolonial de los pueblos que luchan por la igualdad y por la justicia.
Quiero decirles delegados y delegadas, señora presidenta, que en mi país empezamos a buscar profundas transformaciones democráticas y pacíficas. Estamos en la etapa de cómo refundar Bolivia, refundar Bolivia para unir a los bolivianos, refundar Bolivia para integrarnos mejor todavía, todos los sectores, regiones de mi país, refundar Bolivia no para vengarnos con nadie, aunque hemos sido sometidos a una discriminación. Refundar Bolivia sobre todo para acabar con ese desprecio, odio a los pueblos.
Digo esto porque mi madre me comentaba, diciendo, que cuando iba a la ciudad no tenía derecho a caminar en las plazas principales de las ciudades de mi país, no tenía derecho a caminar por las aceras.Pero felizmente hemos decidido pasar de esa lucha social, sindical, comunal, a una lucha electoral para ser nosotros los actores de resolver los problemas sociales, los problemas económicos, los problemas estructurales, y ahí estamos apostando por esta Asamblea Constituyente refundacional, y quisiera que las Naciones Unidas participe en este proceso de cambio pacífico y democrático, que es lo mejor que podemos hacer por esas familias abandonadas, marginadas.
Seguramente muchos países tienen el mismo problema de mi país. Un país, una nación con tanta riqueza pero también con tanta pobreza. Los recursos naturales históricamente robados, saqueados, subastados por los gobiernos neoliberales, entregados a las transnacionales.
Ahora a la cabeza de esa lucha de los pueblos por el poder y territorio, llegó la hora de recuperar esos recursos naturales para el Estado boliviano bajo el control de los pueblos.
Y cuando hablamos de recuperar nuestros recursos naturales, bajo esa campaña sucia de acusaciones nos dicen que el gobierno de Evo Morales no va a respetar la propiedad privada, quiero decirles, en mi gobierno se respetará la propiedad privada.
Es verdad que necesitamos inversión, necesitamos socios, no patrones, no dueños de nuestros recursos naturales. Entendemos perfectamente que un país subdesarrollado necesita inversión, y quiero decirles para la aclaración de todo el mundo de algunas preocupaciones, de algunas falsas acusaciones, si el Estado ejercer el derecho de propiedad de un recurso natural como es el gas natural, los hidrocarburos, el petróleo, pues no expulsamos a nadie, no confiscamos a nadie.
Se respetará, pero se garantizará que recuperen su inversión y que tengan derecho a ganar pero no ganarán como antes, para después no resolver los problemas sociales en mi país.
Quiero decirles dentro de ese marco. No vengo a decirles gobiernen así o amenazar a un país, o empezar con los condicionamientos a un país. Sólo quiero como organismos internacionales, como Estado con solidaridad como naciones, con principios de reciprocidad, de hermandad que participen en este proceso de cambio en democracia.
Tenemos muchas ganas, mucho interés que haya conciencia de esta clase de foros internacionales, reuniones internacionales como las Naciones Unidas de aportar, de apostar a como cambiar pacíficamente.
Ustedes saben, especialmente acá en Norteamérica como también en Europa, hay mucha gente boliviana que se va en busca de trabajo. Antes eran los europeos que invadían a Latinoamérica, especialmente a Bolivia. Ahora parece que ha cambiado la situación, son los Latinoamericanos, o los bolivianos que están invadiendo a Europa como antes a Estados Unidos. ¿Por qué?, porque en esta coyuntura, en este momento no se generan fuentes de trabajo.
Quiero decirles que queremos apostar de un comercio justo, un comercio de los pueblos para los pueblos, un comercio que resuelva el problema de fuentes de trabajo, que es importante el comercio seguramente de las empresas, pero es más importante el comercio, para los micro y pequeños productores, para esas cooperativas, esas asociaciones, las empresas colectivas.
Quisiera, y es el deseo que tenemos, envés de que mis hermanas y hermanos lleguen a Europa que mejor que lleguen productos y no seres humanos.
Creo que tiene que ver con una conciencia en la comunidad internacional, si queremos resolver el tema de inmigración.
Tengo información que nuestras hermanas y hermanos no van allá a acapar miles de hectáreas como antes llegaron a Latinoamérica a acaparar miles de hectáreas, llegaron a adueñarse de nuestra riqueza, de nuestros recursos.
Creo que es importante, dentro de ese marco del comercio, comercio , llamado libre comercio inclusive en mi país afectan y eliminan a los grandes productores, a los agroindustriales, imagínense el acuerdo firmado entre Colombia con Estados Unidos sobre el Tratado de Libre Comercio, ya quita mercado para los soyeros bolivianos y los agroindustriales en Colombia.
Yo estoy convencido que es importante importar lo que no producimos y exportar lo que producimos, y eso sí sería una solución al problema económico, al problema de empleo.
Quiero aprovechar esta oportunidad, señora presidenta, para decir que también hay otra injusticia histórica, de penalizar a la hoja de coca. Quiero decirle, esta es la hoja de coca verde, no es la blanca que es la cocaína. Esta es la hoja de coca que representa la cultura andina, una hoja de coca que representa al medio ambiente y la esperanza de los pueblos.
No es posible que la hoja de coca sea legal para la Coca Cola y la hoja de coca sea ilegal para otros consumos medicinales en nuestro país, y en el mundo entero.
Queremos decirles, que las Naciones Unidas es importante que conozcan que científicamente con las universidades norteamericanas, con las universidades europeas, se ha demostrado que la hoja de coca no hace daño a la salud humana.
Lamento mucho por una costumbre o mala costumbre se desvía la hoja de coca a un problema ilegal. Somos conscientes de eso, por eso dijimos como productores de la hoja de coca, no habrá libre cultivo de coca, pero tampoco habrá cero de coca.
Con las políticas anteriores implementadas, condicionadas hablaron cero de coca, cero de coca es como hablar de cero de quechuas, aymaras, mojeños, chiquitanos en mi país, eso terminó en nuestro gobierno, por más que seamos un país subdesarrollado, un país que tenemos problemas económicos, producto del saqueo de nuestros recursos naturales.
Y estamos ahora acá a dignificarnos y empezamos a dignificar a nuestro país, y dentro de esa dignificación quiero decirles, que el mejor aporte a la lucha contra el narcotráfico ha sido una reducción voluntaria, concertada sin muertos ni heridos.
Felizmente he escuchado el informe de las Naciones Unidas, reconoce ese esfuerzo honesto, responsable en la lucha contra el narcotráfico, las incautaciones, secuestro de drogas, aumentaron un 300 por ciento de mayor efectividad.
Sin embargo, ayer escuché un informe del gobierno de Estados Unidos, dice, que no aceptan los cultivos de coca, y que nos ponen condiciones de modificar nuestras normas.
Quiero decir con mucho respeto al gobierno de Estados Unidos, no vamos a cambiar nada, no necesitamos chantajes ni amenazas. Las llamadas certificación o descertificación de la lucha contra el narcotráfico simplemente es un instrumento de recolonización o colonización a los países andinos, eso no aceptamos, eso no permitimos.
Quiero decirles que tenemos, y necesitamos una alianza de lucha contra el narcotráfico pero real y efectiva, que la guerra a las drogas no puede ser un instrumento, un pretexto para que sometan a países de la región andina, así como inventaron guerras preventivas para intervenir a algunos países en el Medio Oriente.
Necesitamos de verdad lucha contra el narcotráfico, y convoco a las Naciones Unidas, invito al gobierno de Estados Unidos a hacer un acuerdo, una alianza efectiva de lucha contra el narcotráfico y no que se use como pretexto la guerra a las drogas para dominarnos, o para humillarnos, o para tratar de sentar bases militares, en nuestro país su pretexto de lucha contra el narcotráfico.
Aprovecho también esta oportunidad, en este proceso de cambio. Queremos justicia, y que haya justicia es importante para nuestros pueblos, pero siento que mediante la Asamblea Constituyente se va a descolonizar el derecho para nacionalizar la justicia, la verdadera justicia.
Que la gente implicada en la violación de los derechos humanos, pueblos amenazados con intervenciones militares, que ahí jamás habrá justicia. Estamos obligados como presidentes, como Jefes de Estado a dignificar a la humanidad acabando con la impunidad.
Y en los gobiernos anteriores de mi país, masacres a la gente que lucha por sus reivindicaciones económicas, por sus recursos naturales, y no es posible que genocidas, criminales corruptos, se escapen para vivir en Estados Unidos.
A un país desarrollado como Estados Unidos, pido con mucho respeto, expulsar a esos genocidas, criminales, corruptos que vienen a vivir acá. Si no tienen nada que ver, por qué no se defienden en la justicia boliviana.
Tengo la obligación, como presidente, de que estas autoridades sean juzgadas en la justicia boliviana, y creo que ningún país, ningún Jefe de Estado puede proteger, encubrir a los delincuentes, a los genocidas.
Ojalá con el apoyo del pueblo norteamericano, ojalá mediante los organismos internacionales se juzgue a la gente que ha hecho tanto daño económico, a los derechos humanos, pues jamás habrá respeto a los derechos humanos.
Tengo encargo del foro permanente de los pueblos indígenas antes los debates de los derechos de los pueblos indígenas, estaban en la subcomisión de los derechos de los pueblos indígenas en Ginebra de las Naciones Unidas, en la Organización de Estados Americanos, pero tengo información que este debate llegó a esta máxima instancia como las Naciones Unidas.
Quiero pedirles a nombre de los pueblos indígenas del mundo, especialmente de Abya Yala, ahora llamada América, que es urgente aprobar la declaración de los derechos de los pueblos indígenas del mundo, el derecho a la autodeterminación, el derecho a vivir en comunidad, en colectividad, el derecho a vivir en solidaridad, en reciprocidad, y fundamentalmente el derecho a vivir en hermandad.
Hay regiones en comunidades que no hay propiedad privada, hay propiedad colectiva. Los pueblos indígenas solo queremos vivir bien, no mejor. Vivir mejor es explotar, es saquear, es robar, pero vivir bien es vivir en hermandad, y por eso es importantísimo, presidenta, que las Naciones Unidas urgentemente después del decenio de los pueblos indígenas se apruebe esta declaración de los derechos de los pueblos indígenas, el derecho a los recursos naturales, el derecho a cuidar el medio ambiente.
Finalmente presidenta, los pueblos indígenas, los pobres especialmente, somos de la cultura de la vida y no de la cultura de la guerra. Que este milenio realmente sea para defender la vida y para salvar a la humanidad, y si queremos salvar a la humanidad tenemos la obligación de salvar al planeta tierra. Los pueblos indígenas vivimos en armonía con la madre tierra, no solamente en reciprocidad, en solidaridad con el ser humano.
Sentimos muchísimo que las políticas, las competencias hegemonistas estén destrozando al planeta tierra. Siento que es importante que los países, las fuerzas sociales, los organismos internacionales, empecemos a debatir de verdad para salvar al planeta tierra, para salvar a la humanidad.
Este nuevo milenio, el milenio en que nos encontramos debe ser un milenio de la vida y no de la guerra, un milenio del pueblo y no del imperio, un milenio de la justicia y de la igualdad, y cualquier política económica debe estar orientada a cómo terminar, o achicar por lo menos esas diferencias llamadas asimetrías de un país a otro país, esas desigualdades sociales.
Acá no se trata de implementar políticas que permita humillar económicamente, o saquear económicamente, y cuando no pueden saquear con normas, pues usan tropas.
Quiero pedir con mucho respeto, es importante retirar las tropas de Irak si queremos respetar los derechos humanos, es importante retirar políticas económicas que permitan concentrar el capital en pocas manos.
Y por eso, siento presidenta, que estos eventos deben ser históricos para cambiar el mundo y para cambiar modelos económicos, políticas intervencionistas y sobre todo queremos que sean tiempos que permitan defender y salvar a la humanidad.
Muchísimas gracias.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Mecálogo del buen banquero (Por Juan Sasturain)


Mayor delito que robar un banco es fundar uno.
Bertolt Brecht


1 Sobre el ajuste: El ajuste es el recurso intimidatorio que permite que el sistema de afano no se descompense por relajación del aporte del (único) que pone la guita. Es decir: que el cliente no se distraiga ni respire tranquilo. Ajustar el cinturón, la soga al cuello, el apretón de huevos financiero. Regla primera: Me cagaré en la asfixia del necesitado que necesitó que le prestara su plata.


2 De los clientes: Se llama clientes a los que operan con el banco. Los grandes clientes son las empresas que –entre otras cosas– nos depositan el dinero de los sueldos de su personal para que intermediemos (y cobremos) a la hora diferida de pagar. Los pequeños clientes o la gilada son las personas individuales que no son (ni deben ser) consultadas con respecto al destino de sus salarios. Así, la gilada inconsulta nos presta mensualmente su dinero por unos días, pero el banco jamás le deberá prestar ese dinero propio a la gilada. Regla segunda: Me cagaré en la gilada que nunca verá la guita sino numeritos, el resumen trucho de cuentas de lo que yo haga con ella.
3 Acerca del crédito: Se supone que los bancos están hechos para dar créditos a los que los necesiten, pero no es así. Los bancos están hechos para aprovecharse de la necesidad de los que necesitan o aliarse con los que ya tienen para ganar más juntos. El crédito, latinamente hablando, es una cuestión de fe. La clave está en hacer creer a los clientes para que depositen pero no creer en ellos para poder prestarles. Tercera regla: Me cagaré en efectivo en los que vengan a pedir crédito.


4 De las cuotas: Las cuotas son los segmentos elásticamente extensibles de martirio en que se divide la agonía de un deudor. Las cuotas podrán ser muchas o pocas pero siempre equívocamente “cómodas”, como el reglamento del teto. Hay que convertir las cuotas en obligaciones morales –servir la deuda– sujetas a sanciones cuasi religiosas: el Infierno se llama Embargo. Cuarta regla: Me cagaré con intereses sobre quien se demore en las cuotas.
5 Sobre las cuentas: Se llama cuenta al espacio virtual donde el cliente deposita su dinero de un cómodo saque pero lo saca –si puede– en los tiempos, el término y el modo que el banco decide. Mágicamente, una vez depositado, el dinero del cliente deja de ser suyo. En el interior de la cuenta, las cuentas las hace el banco; los clientes y la gilada en general sólo verán el resultado. Quinta regla: Me cagaré en los titulares y suplentes de cuenta y manejaré la guita en los tiempos y formas que se me canten.


6 Acerca de los depósitos: Son los aportes al banco de los clientes que tiene un excedente que no utilizan y cuya suma se supone debería servir para constituir una masa de dinero que pueda ser prestada a los que les haga falta. El banco sería el intermediario oficioso, que obtendría sus lógicos beneficios de la diferencia entre lo que paga por recibir y lo que cobra por prestar. Ja. Sexta regla: Me cagaré en la ingenuidad o voracidad de los depositantes pagando ínfimas o peligrosas tasas incobrables.


7 De las garantías: Las garantías y los garantes son los rehenes legales con los que extorsionaremos al cliente desesperado. Una garantía ha de ser solvente (que se pueda exprimir) y ejecutable (que se pueda sentenciar). Una especie de doble mejorado, más sólido y a la vez más vulnerable que el titular, su muñeco en viva imagen, sujeto a vudú. Séptima regla: Me cagaré en el cliente exigiéndole comprometidas garantías a las que también haré cagar.
8 Sobre la inflación: La inflación es un mal absoluto, perversión habitual de los gobiernos populistas que incentivan el consumo, pecan en atraso cambiario y descuidan tarifas y cuentas públicas. Su custodio es el Indec, entidad sospechosa y manipulable a la que debemos, sin embargo, uno de los neologismo verbales que más satisfacciones nos han dado en su momento: indexar. La indexación es la operación mensual de ajuste digital por la cual se introduce el índice (ajustadamente) en el ano del llamado beneficiario del crédito. Octava regla: Me cagaré en la inflación y/o contribuiré a ella mientras protesto, pero indexaré hasta hacer cagar al engrampado en un crédito.


9 Del interés y los intereses: Hay que discriminar entre lo singular y lo plural. El interés del banco es permanente, siempre el mismo: el lucro, hacer guita de cualquier manera. Para que se logre el cumplimiento de los objetivos que se corresponden con ese interés básico, es necesario que los intereses –ese porcentaje del que vivimos y con el que dejamos morir– sean variables según nuestro puro arbitrio. Novena regla: Me cagaré en todo interés que no sea el del banco, y usaré los intereses para cagarme en todos.


10 Acerca de las tasas: Las tasas son una taza que –pese a lo que le digamos a la gilada– no derrama ni siquiera la leche de la clemencia. La tasa se fija para asegurarse, pegar primero, preservarse, no dejar de ganar lo necesario para seguir lucrando. No vaya a ser que. Cuando se rompe o deteriora una tasa, el cliente siempre la debe pagar como nueva. Décima regla: Me cagaré en una tasa bien grande y se la haré compartir democráticamente a todos mis clientes.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Jugar al Cleto (Por José Pablo Feinmann)



El 17 de septiembre se cumplieron dos meses de una desobediencia histórica. La de Julio Cleto Cobos. Este hombre de perfil bajo, de cara bonachona, que entraba en un Gobierno que era expresión de un partido que no era el suyo, que entraba como amable aliado, casi como curioso, metido ahí vaya uno a saber por qué cálculo pavorosamente equivocado de los estrategas de eso que se llama kirchnerismo, este hombre de provincias, sencillo, apegado a su familia, sin nada que trasluciera ambiciones desmedidas, sino la aceptación mansa, serena, de un papel secundario, el de llenar un espacio institucional que se ha llenado casi siempre sin problemas (el que lo llena se sienta al frente del Senado y modera las cosas, dirige el tránsito), este hombre con cara de bueno, de sonrisa fresca, incluso contagiosa, rompió todo, se mandó la desobediencia más estruendosa de lo que va del siglo XXI y probablemente de lo que resta. Tiene un antecedente: el vice de Frondizi, Alejandro Gómez, se fue de su puesto y empezó a hablar inconveniencias del gobierno. Pero al lado de Cobos era Pulgarcito.


La desobediencia, sin embargo, no lo esperó a Alejandro Gómez: viene de lejos. Tiene un antecedente ilustre, acaso demasiado ilustre. Fue San Martín el que le dijo al Directorio de Buenos Aires: “No, señores. Yo no me meto en dislates internos. Si ustedes tienen problemas con los caudillos federales, arréglenlos. Pero el Ejército de los Andes está para cosas mejores. Es mejor liberar a Chile, a Perú, que ponerse balear montoneras gauchas. El Ejército de los Andes está para la gloria, no para convertirse en policía de los intereses de Buenos Aires. Cuando un Ejército se transforma en policía interna, deja de serlo. Me voy a liberar los pueblos. No les hago caso, señores. Los desobedezco. Ya se encargará Lavalle de transformar al Ejército de los Andes en policía interna. Para entonces, estaré en Boulogne-Sur-Mer, dispuesto a darle consejos a mi hija”. (San Martín no dijo esto. Hemos puesto palabras en su boca. Pero esas palabras expresan con rigor lo que hizo. Palabras más, palabras menos, no hay quien no sepa o deba saber que el triunfador de Maipú y el derrotado de Guayaquil dijo: “Jamás desenvainaré mi espada en luchas entre hermanos”.)


El gobierno de Buenos Aires, en manos de Rondeau, queda atónito. ¿Cómo se atreve un militar a desobedecer al poder central, al gobierno de su país? Ese célebre episodio se conoce como “la desobediencia de San Martín”. Fue muy evocado en otra ocasión, en otro siglo y para justificar una infamia. Ocurrió el 27 de febrero de 1974. Gobernaba el teniente general Perón. El país se debatía en una lucha contra esos personajes a los que Perón llamaba “trotskos con la camiseta peronista”. Al frente de la provincia de Córdoba estaban Obregón Cano, de gobernador, y Atilio López, de vice.

Los dos habían sido elegidos democráticamente, y habían ganado con holgura. Pero, para la derecha peronista, que se devoraba el país, eran trotskos, zurdos. Ya Perón se había quitado de encima a Oscar Bidegain porque el ERP se lo sirvió en bandeja de plata al atacar la Guarnición de Azul, en enero 19. Ahora, por primera vez, el veterano líder se calzó el uniforme de teniente coronel, se puso frente a las cámaras de TV y le cortó –políticamente hablando– la cabeza a Bidegain. Pero en Córdoba ningún grupo guerrillero le daba ninguna excusa. Había que hacer algo. Lo hizo el jefe de policía, un caballero de nombre Antonio Domingo Navarro, al que meses después la policía encontrará en un campo de la provincia, junto con otros mercenarios de primera línea, practicando tiro. Navarro les dirá que se trata sólo de un pasatiempo. Lo saludan y le piden disculpas. Ya era parte de la Triple A y se preparaba para matar zurdos a granel bajo las órdenes del sanguinario brigadier Lacabanne, un hombre de la estirpe de Ottalagano y López Rega según se dice en un célebre texto de Mariano Grondona que lleva el exquisito título de “Meditación del elegido” y fuera ya analizado algún tiempo atrás (título del texto: “Los que hacen la tarea”) en este espacio. ¿Qué hace Navarro? Se manda otra célebre desobediencia histórica. Subleva a la policía y desconoce la autoridad de Obregón Cano y Atilio López, a quien la Triple A, al año siguiente, destinará ochenta y tres balazos. Navarro apela a San Martín: él, Navarro, como el Padre de la Patria, incurre en la desobediencia. Toma por asalto la gobernación y tiene como rehenes al gobernador y al vice. Perón arregla todo. Envía al ministro del Interior, Benito Llambí, que destituye a Navarro, pero... no entrega sus legítimos cargos a Obregón Cano y Atilio López. No: también los destituye. Y les da Córdoba a los peronistas fachos.


La desobediencia histórica de Cobos (a quien, de aquí en más, como a un hermano, llamaremos por ese nombre tan simpático que tiene y lo caracteriza, además de prestarse a muchas rimas atractivas: Cleto) es distinta de la de San Martín y de la de Navarro.


Confieso algo: hace tiempo deseaba escribir algo sobre Cobos. Lo he venido observando desde que, desplegando valederas dotes de narrador, confesó al Senado ciertos avatares desangelados de su vida, con un rostro sensible, a veces triste, a veces incluso al borde del llanto. Me sorprendió, luego, verlo volver –-esa misma noche– a su provincia en auto, deteniéndose en cada pueblo, algo que en avión no habría podido hacer. Ahí ya se lo vio contento. Alzaba los brazos. Sonreía. La gente lo vivaba. De la desobediencia nos había nacido un héroe. Propiamente como San Martín. Después el hombre se mostró desafiante: “No voy a renunciar”. Raro que no haya recordado a San Martín. Que no haya acudido a ese ejemplo ilustre de la desobediencia. Pero no. Siguió adelante.

Puntualicemos algo: San Martín no pertenecía a la estructura del gobierno. No le había dicho a Rondeau: “Juro acompañarlo”. No había hecho con él ninguna fórmula. No había llegado a la jefatura del Ejército de los Andes por Rondeau. Cobos, sí. Fue vicepresidente porque Cristina Fernández (“Wilhelm”, como le agregan los antisemitas, los que dicen que, además de todo, por si fuera poco, es “judía”) lo eligió, lo puso ahí, como su compañero de fórmula.

Ahora, el hombre ha instalado un gobierno paralelo. Recibe a los ruralistas. A quienes les entregó el triunfo. Y hace chistes: “Voy a votar por lo más positivo”. O sea, los va a ayudar en sus reclamos. La foto lo muestra en la cabecera de la mesa, piernas cruzadas, manos cruzadas, cara de estadista, de hombre con poder que escucha las nuevas quejas de los ruralistas. Que se remiten siempre a lo mismo: ganar más dinero.


El Estado también piensa lo mismo. Piensa recaudar 11.000 millones por las retenciones que aplicará en el 2009. ¿Pasaremos el 2009 agobiados por otro aquelarre entre “el campo” (y sus medios de comunicación afines: casi todos) y el “kirchnerismo”? Dios o el Demonio o San Cayetano nos libren de esa pesadilla. A propósito del conflicto con “el campo”, anoten esto: la sublevación de medio país, encabezada por los violentos tractores y camiones de los ruralistas y por la verborragia incontenible de los medios que les son afines facilitó (como antecedente) el golpe a Evo en Bolivia. Hay que lograr que los presidentes de América latina comprendan la gravedad del caso argentino y, no bien el descalabro rural, clases altas, clase media alta y los medios de comunicación en su casi totalidad se lancen a otra aventura, si no destituyente (¡se ofenden cuando oyen esta palabra que tan bien los describe!), sin duda erosionante de la autoridad del gobierno y, por consiguiente, de la legalidad institucional, de la democracia, se reúnan nuevamente (tal vez en Buenos Aires) y pidan a los revoltosos retirarse de las rutas, no desabastecer el país y no tener esa soberbia irritante de saberse los dueños de la tierra y, por ende, de la patria, símbolos incluidos, bandera, escarapela, Himno, etc. (Créase o no: ya salieron dos libros sobre el pintoresco Alfredo De Angeli, y en editoriales prestigiosas.)


Pero vuelvo a Cleto y me voy. Póngase una mano en el corazón. Piénselo. Porque tal vez no lo pensó. Pero, ¿usted se asociaría con Cleto? ¿Pondría con él una fábrica de zapatillas, de calzoncillos, de camisas de manga larga y corta? ¿Viviría tranquilo? Y usted, que es político, ¿confiaría en Cleto? Digo yo: ¿su nombre no quedó demasiado unido al acto poco prestigioso de la traición? Decía el Negro Fontanarrosa en sus aforismos: “Si un amigo te clava un puñal en la espalda, desconfía de su amistad”. Vean, voy a confesar algo: durante los años de mi infancia, en ese universo de la pureza, había un chiste algo pícaro. Era así: un pibe le preguntaba a otro, con carita de inocente, “¿Vos sabés jugar al teto?” Sé que muchos lo recuerdan. A este chiste ingenuo que viene del pasado, digo. El otro contestaba: “No, ¿cómo es?” Y el primero, gozoso, decía: “Vos te agachás y yo te la meto”. Cuidado entonces. Cautela, políticos, empresarios, diplomáticos, comerciantes. Si un día lo ven a Cobos y Cobos les pregunta: “¿Quieren jugar al Cleto?”, no le pregunten ¿cómo es? Ya lo saben. Y si no lo saben, apréndanlo. Sólo tienen que agacharse. El Cleto hará el resto.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Video clips de Los Piojos (Pacífico)

Andrés Ciro (Cantante y líder de Los Piojos) con Laurita Mercapide -encargada del vestuario- durante el rodaje de el videoclips "Pacifico", tema del disco Civilización (2007).

martes, 9 de septiembre de 2008

¿El tiro por la culata? (Por Alejandro Rofman)





Finalmente, celebraron, cantaron, se abrazaron, pero lo que quedó como sanción legislativa a partir del voto decisorio del vicepresidente de la República les resultó, en resumidas cuentas, una sanción para ellos. El colmo fue que al sector con el que ellos se aliaron para la derogación de la Resolución 125 les vino como anillo al dedo. Salieron ganando. Se trata, en primer término, de la Federación Agraria Argentina, que asumió el papel de defensores de los “pequeños productores” sojeros y, en segundo lugar, a los integrantes de la burguesía media y alta del sector agrícola pampeano, representados por la Sociedad Rural Argentina y Confederaciones Rurales Argentinas, que aparecieron como los únicos y reales beneficiados de esa decisión legislativa.



¿Qué es lo que sucedió? Muy sencillo. Antes de la Resolución 125 los derechos a la exportación de la soja alcanzaban el 35 por ciento del valor de su comercialización para todos los productores, cualesquiera sea su tamaño productivo y su ubicación geográfica. Es decir, tal nivel de imposición tanto al pequeño como al mediano o al gran productor. La citada Resolución 125, con sus ulteriores modificaciones, beneficiaba a los pequeños productores de menos de 500 toneladas de producción de soja por campaña y, adicionalmente, beneficiaba a aquellos ubicados en zonas marginales del área productiva sojera del país, localizados fuera de la pampa húmeda. Así, los derechos respectivos se fijaban en un 30 por ciento al que había que agregar la devolución de un monto equivalente a los fletes que debía abonar por enviar su producción desde el predio propio hasta el centro de exportación. Para los productores de entre 500 y 1500 toneladas parte de estas ventajas se mantenían, de modo que su situación se diferenciaba netamente del resto de los dueños de predios que cultivaban soja. Para éstos –medianos y grandes productores– regía el sistema móvil, que suponía incrementos de los derechos de exportación por arriba del 35 por ciento a partir de una escala ascendente. Es decir, entre el antes y el después de la sanción legislativa, el pequeño productor perdió en torno de un 10 por ciento de sus beneficios, aunque terminó con una ganancia neta, dado que el precio internacional de la soja entre marzo y julio del año 2008 creció cerca del 30 por ciento.



Al mismo tiempo, los medianos grandes y grandes productores vieron incrementados sus ingresos netos al retrotraer los derechos de exportación al 35 por ciento, y además se vieron beneficiados con el alza de los precios internacionales.



Entonces no se explica la euforia de los dirigentes de la Federación Agraria Argentina, que lucieron muy alegres en la televisión la madrugada del 18 de julio. Objetivamente, se podría afirmar que el “tiro les salió por la culata”. Ellos perdieron con el voto negativo del Senado, mientras que los más grandes ganaron.



Pero, ¿qué razón o razones tienen que haber existido para que hayan celebrado Eduardo Buzzi y Alfredo De Angeli? Aquí se abre un territorio de conjeturas. ¿No será que el objetivo central de la protesta no era discutir porcentajes mayores o menores de derechos de exportación, sino políticas de captación de rentas extraordinarias? En otras palabras, al segmento de pequeños y medianos productores representados por la Federación Agraria Argentina es altamente probable que lo que más les interesaba era adherirse al bloque de poder agrario histórico que con su accionar pretende que –como siempre lo ha hecho– no se discuta en el país la redistribución de la riqueza. Esta puja entre el segmento de mejor desempeño económico de los últimos años y el Gobierno, que pretendió ampliar la imposición sobre la renta extraordinaria, tuvo más un escenario de disputa política que de discusión sobre más altos o más bajos porcentajes de derechos de exportación. Resulta claro que para los poseedores de la renta extraordinaria de la tierra pampeana es preciso marcar la cancha en momentos en que se ha puesto, en el centro del debate, la cuestión de la redistribución de la riqueza. Es decir, la cuestión del Poder. En estas circunstancias, los agentes económicos que otrora enfrentaban a los grandes propietarios de las tierras –ahora acompañados por el capital financiero destinado a la explotación sojera– se han acercado a sus antiguos oponentes, pues su modelo de producción y de gestión se ha ido asimilando cada vez más al de sus antiguos contrincantes. La puja contemporánea se constituye, así, en el preludio de otras disputas a futuro y, en ellas, las semejanzas entre pequeños productores capitalistas enriquecidos y la vieja estructura concentrada de la tierra pampeana, con sus recientes aliados, prevalecen sobre las diferencias.



Al borrarse las fronteras entre los intereses del que fuera pequeño productor cerealero de la pampa húmeda y los que siempre sostuvieron los dueños de la gran propiedad de la tierra rural, el fenómeno de la convergencia en las respectiva acciones reivindicatorias se fortalece. Esto se confirma con la elevada proporción de pequeños propietarios rurales que arriendan sus predios, incorporándose hoy como arrendadores afortunados (de 300 a 400 dólares la hectárea por campaña), cuando antes fueron arrendatarios de los que ahora son sus nuevos socios. Dejaron de ser modestos productores que trabajaban de sol a sol para convertirse en rentistas, con residencia urbana, o productores con el modelo tecnológico y la rentabilidad de los grandes. Entonces, verse “perjudicados” en el proceso de cambio de la legislación sobre derechos de exportaciones es un mal menor en aras de integrarse plenamente al campo de los ganadores de siempre. Además, el sistema de diferenciación de porcentuales de derechos de exportación implicaba la “formalización” de los productores favorecidos con los porcentuales reducidos, proceso que iba a dejar en descubierto todas las prácticas de evasión tributaria y la presencia de trabajo asalariado no registrado.



Entonces, el tiro no salió por la culata, sino que, por el contrario, resultó ser una decisión congruente con el objetivo real de la alianza social en marcha: consolidar un proyecto regresivo y conservador que alerte a la sociedad sobre los límites del proceso de redistribución de la riqueza.



* Investigador del Conicet

martes, 2 de septiembre de 2008

Mujer Afgana (17 años después) Historia de una fotografía


En 1984 Steve McCurry sacó una fotografía que habría de convertirse en una de las más célebres de la historia. Era el rostro de una muchacha afgana en el campamento de refugiados de Nasir Bagh en Peshawar (Pakistán). Sus intensos ojos verdes dieron la vuelta al mundo en una portada de la revista National Geographic.
Diecisiete años más tarde, Steve McCurry decide regresar a la región fronteriza entre Afganistán y Pakistán para tratar de averiguar qué ha sido de la muchacha, de la que no conoce ni su nombre. Es la última oportunidad de localizarla, ya que el campamento de refugiados será pronto cerrado. Para identificar con seguridad a la chica en caso de encontrarla se ha procedido a escanear el iris de sus ojos a partir de la fotografía.
Steve llega a Peshawar donde contará con la ayuda de Rahimullah, un importante periodista del país. El documental nos muestra las condiciones de vida de los refugiados afganos en Pakistán, de los que la muchacha afgana es ya un símbolo.
Steve sólo obtiene falsas pistas, conoce mujeres de sorprendente parecido con la muchacha buscada y oye rumores de que ésta falleció a los trece años al dar a luz su primer hijo. Desalentado regresa a Estados Unidos, pero deja a Rahimullah siguiendo las pesquisas.
Como no lograr dar con la muchacha afgana, el pillín de McCurry intenta repetir la jugada con otra chiquita
Rahimullah encuentra a un hombre que asegura ser el hermano de la muchacha de la foto y avisa a Boyd Matson, compañero de McCurry. Se presentan en su casa y logran obtener el permiso del marido y de sus tres hermanos para que la periodista Carrie Regan hable con ella y le haga unas fotos. Más tarde, también los hombres son autorizados a ver a la muchacha, pero ésta siempre con su rostro oculto tras el velo.
De los detalles que ella cuenta durante la conversación parece deducirse que se trata de la misma persona a la que Steve McCurry había fotografiado diecisiete años atrás. Su nombre es Sharbat Gula, pertenece a la etnia pastún, está casada y tiene tres hijas. Desconoce su edad exacta pero anda cerca de los treinta, de modo que debía de tener doce o trece cuando fue obtenida la célebre foto.
Finalmente, tanto los expertos del FBI como la identificación por el iris coinciden en el resultado: se trata de la misma persona. Inmediatamente Steve McCurry regresa a Pakistán y se produce el reencuentro con la muchacha. Dadas las excepcionales circunstancias, es autorizado para volver a fotografiarla, obteniendo nuevas imágenes que muestran el deterioro causado por el paso del tiempo en una mujer que, además de la marginación propia de su sexo, ha sufrido las penalidades de ser una refugiada.


De National Geographic