lunes, 30 de junio de 2008

Artigas y el odio de la oligaquía (Historia)




Sólo la deliberada distorsión de la historia latinoamericana posibilitó que uno de los más grandes hombres de nuestra Patria Grande, el Protector de los Pueblos Libres, quién luchó con bravura por la Unidad y la Libertad de los Pueblos Americanos, concluyera como “prócer” de un pequeño país.

Sólo la descarada mentira de los historiadores liberales porteños pudo convertir a Artigas en un “prócer extranjero”, cuando, sin lugar a dudas, fue tan nuestro como San Martín, Belgrano, Güemes y Moreno.

Aquellos que fueron modelando nuestra historia oficial a fuerza de silenciar y desfigurar, como Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López, no ocultaron su desprecio hacia Artigas y con ello expresaron el odio que la oligarquía porteña le profesaba al gran caudillo de la Banda Oriental.

En carta que Mitre dirigió a Vicente Fidel López le decía: “Los dos, usted y yo, hemos tenido la misma predilección por las grandes figuras y las mismas repulsiones contra los bárbaros desorganizadores como Artigas, a quienes hemos enterrado históricamente”.

En tanto López había escrito: “Los caudillos provinciales que surgieron como la espuma que fermentaba de la inmundicia artiguista, eran jefes de bandoleros que segregaban los territorios donde imperaban a la manera de tribus para mandar y dominar a su antojo, sin formas, sin articulaciones intermedias, sin dar cuenta a nadie de sus actos, y constituirse en dueños de vidas y haciendas”Y dando rienda suelta a su odio, López sostuvo: “Artigas fue un malvado, un caudillo nómade y sanguinario, señor de horca y cuchillo, de vidas y haciendas, aborrecido por los orientales que un día llegaron hasta resignarse con la dominación portuguesa antes que vivir bajo la ley del aduar de aquel bárbaro”.

Estos mismos historiadores construyeron a su imagen y semejante a los próceres que los argentinos veneramos por generaciones, algunos de los cuales sólo eran merecedores de nuestro más categórico repudio por su actividad plagada de capitulaciones, y por haber actuado más al servicio de potencias extranjeras que al de sus compatriotas.

Tal el caso de Bernardino Rivadavia, un personaje siniestro, pro-británico y servil, que no obstante mereció de Mitre el calificativo de “el más grande hombre civil de la tierra de los argentinos”.O Manuel García, principal responsable de la pérdida de la Banda Oriental, quién actuó de acuerdo a losdeseos de los británicos, pero que para Mitre fue un “patriota decidido, hombre de elevación moral, cabeza de inteligencia nutrida en estudios serios...era un verdadero hombre de Estado”.

Veamos cuales fueron las terribles acciones de Artigas que le hizo ganar el odio de los porteños y de sus historiadores, pero para entender ese aspecto, antes debemos adentrarnos en el tema de la Aduana de Buenos Aires.

Al poco tiempo de ocurrida la Revolución de Mayo y luego de la derrota de su sector más combativo, representado por Mariano Moreno, la burguesía comercial porteña se adueñó de la Aduana de Buenos Aires, amasando una inmensa fortuna producto del comercio con el mundo, pero principalmente con la potencia que gobernaba en los mares, Gran Bretaña.

La ideología que defendió esa burguesía fue el librecambio, que significó ni más ni menos, que dar la espalda al resto de las provincias dejándolas libradas a su suerte. Además cualquier gasto como armar un ejército para pelear por la liberación, era una molestia que debía terminarse lo antes posible, para eso no importaba con que potencia negociar.

Mientras tomaba el control de la economía del ex virreynato inundaba el interior con las mercancías que provenían de la poderosa industria inglesa, provocando un proceso de liquidación de las débiles industrias y artesanías del interior, ante eso se rebelaron las provincias, provocando un enfrentamiento entre el puerto de Buenos Aires y el resto del país que atravesó gran parte de la historia de aquel siglo XIX.


Protector de los Pueblos Libres


José Gervasio de Artigas fue en la Banda Oriental uno de los primeros en adherir a los postulados de la Primera Junta, poniendo su espada al servicio de la Revolución, pero también fue el primero en defender la idea del federalismo donde las provincias se unían bajo un mismo interés sin el predominio de una sobre las demás, esta idea que además se propagó en todo el territorio, le hizo ganar a Artigas el más irracional odio de la egoísta oligarquía del puerto de Buenos Aires. Pero hubo en Artigas algo aún más grave a los ojos de las oligarquías de Buenos Aires y Montevideo, su programa democrático y revolucionario contemplaba cuestiones impensables para la “gente decente”, Artigas era partidario de la liberación de indígenas y negros, e iba mucho más allá, en aquellas provincias donde se alcanzaba la libertad del Imperio de España, promovía la realización de Congresos con la participación de todos los sectores, incluyendo a los indígenas, y no sólo de la “parte principal de la población”, en esas discusiones se llegaba a plantear el reparto de tierras.

Considerando estos sucesos se llegará a comprender el porqué del odio que le dispensaban los comerciantes de Montevideo y Buenos Aires, a este hombre que fue la expresión más alta de la libertad de los pueblos. Sólo planteando todos los hechos se puede comprender en que bando se encontraban los “bárbaros”.

Artigas nació el 19 de junio de 1764 tenía un gran prestigio en la campaña oriental, a la que conocía profundamente, producto de actuación como capitán del Regimiento de Blandengues. Contaba con el especial reconocimiento de gauchos e indios, muchos de los cuales lo acompañaron hasta el final de su campaña libertadora.

Cómo ya dijimos, Artigas apoyó con fervor la Revolución de Mayo, pero los gobiernos que se sucedieron luego de la caída de Moreno, comenzaron una política dubitativa que puso en peligro todo el andamiaje revolucionario.

El Primer Triunvirato llegó a un acuerdo con el gobernador de Montevideo el realista Elío, dándole la espalda a los esfuerzos de Artigas por liberar la Banda Oriental. Pero como ocurrió a lo largo de su trayectoria en su lucha por la libertad, Artigas debió combatir en varios frentes, enfrentó al Imperio Español, al Imperio portugués, a las oligarquías de Montevideo y Buenos Aires, y como veremos más adelante debió hacer frente a la traición de alguno de sus lugartenientes.

El 18 de mayo de 1811 Artigas venció a las tropas realistas en Las Piedras, pero el gobernador derrotado en comunicaciones con los portugueses alienta la invasión en julio de 1811. El Imperio de Brasil que mantuvo permanente interés en el dominio de la Banda Oriental, la invade, Artigas debió organizar el éxodo de su pueblo, muchos se dirigieron hacia Corrientes, a la vez intentó obtener ayuda del Paraguay, pero su gobernante el Dr. Francia comenzó una política de aislamiento y le negó los refuerzos.

EL 11 de diciembre de 1811 en Villa Belén derrotó a los portugueses, pero no tuvo tiempo para nada, pues enseguida debió retomar la lucha contra los realistas.La política capituladora del Triunvirato influenciado por la figura de Rivadavia, volvió a darle la espalda a Artigas firmando un acuerdo con los portugueses, pero el 8 de octubre de 1812 habiéndose producido elregreso al país de San Martín, una alianza entre la Sociedad Patriótica y la Logia Lautaro decidió movilizarse para reemplazar al Triunvirato por otro que tuviera una cuota mayor de dignidad nacional.

La Revolución buscaba retomar ese impulso inicial que le había dado Moreno, y que estaba perdiendo vergonzosamente por la influencia de Rivadavia y su partido, de esa manera obtenía las victorias militares de San Martín en San Lorenzo y Belgrano en Salta, paralelamente se convocaba a la Asamblea que se conoció como la del año XIII que más allá de cierto corte progresista cometió el desatino de rechazar los diputados de Artigas.

Las instrucciones que los diputados rechazados de Artigas tenían para la Asamblea del año XIII mostraban a las claras la política democrática y revolucionaria que defendía el artiguismo, en las instrucciones se planteaban: Independencia de las colonias, sistema de Confederación de las provincias, libertad civil y religiosa, independencia de los tres poderes, autonomía de las provincias, exclusión de Buenos Aires como capital federal y garantía de comercio para los pueblos orientales.

Todo esto provocaba pánico entre los representantes de Buenos Aires que temían perder el control exclusivo de la Aduana y del manejo político de la Nación y que aún mantenían esperanzas de arreglar pacíficamente los asuntos con España.

Para mostrar la forma democrática con que actuaban Artigas y sus hombres, señalemos que el 10 de marzo de 1814 la provincia de Corrientes se incorporaba al protectorado de Artigas, el 11 de junio de 1814 se realizó el Congreso de Corrientes con la presencia indígena, la “gente decente” había tomado contacto con Buenos Aires y había tratado de postergar el Congreso.

El diputado representante del pueblo indígena de Santa Lucía había llevado las siguientes instrucciones:la libertad de los indígenas, que los integrantes del gobierno sean indígenas y que se realizaran repartos de tierras y animales, además solicitaban que se pusieran límites al accionar de ciertos ganaderos.

Demás está decir que esto provocaban la firme resistencia de las clases acomodadas a la actividad de Artigas.Se supone que de otros pueblos llevaron instrucciones similares pero no se las conoce porque los ganaderos se encargaron de quemar gran parte de las actas para que no quedaran registros de las mismas.

La suerte de las armas nacionales sufrió un cambio con las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, mientras que en España regresaba al trono Fernando VII.

En Buenos Aires se cambia la forma de gobierno en vez del Triunvirato se creaba el Director Supremo que mostraba la intención de la ciudad de establecer un gobierno centralizado sin posibilidades de participación de las provincias, a poco de asumir, Gervasio Antonio Posadas declaró fuera de la ley a Artigas y le pone precio de 6000 pesos a su cabeza, vivo o muerto, en tanto las tropas de Buenos Aires al mando de Alvear vencen en Montevideo a los realistas controlando la Banda Oriental.Alvear desconfiaba de Artigas y al enterarse que en España se estaba preparando un gran ejército que tenía por finalidad aplastar a los rebeldes gobiernos americanos, decide que antes de entablar la definitiva batalla contra los españoles era imprescindible derrotar a Artigas, pero Alvear no puede concluir su misión antes debió regresar a Buenos Aires, simultáneamente la influencia de Artigas se extendía a las provincias argentinas llegando hasta Córdoba, que se agregaba a Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y Misiones.

El Directorio estableció una política de capitulación ante las grandes potencias y de combatividad hacia los caudillos federales, se decidió iniciar negociaciones con Inglaterra a los efectos de que intentara convencer a España de no enviara a su expedición que se armaba en Cádiz, se designó a Belgrano y Rivadavia, a los que se uniría Sarratea, hasta tal punto llega la sumisión del Directorio que decide dejar sin efecto la bandera creada por Belgrano, restituyendo la bandera española.

Pero esta política levanta críticas y Posadas se ve obligado a renunciar el 9 de enero de 1815, asumiendo el gobierno Alvear, al día siguiente las tropas de Buenos Aires son derrotas en la Banda Oriental por el jefe artiguista Fructuoso Rivera, Artigas cerraba el cerco sobre Montevideo.

El 25 de febrero de 1815 Buenos Aires decide entregar la plaza de Montevideo a las fuerzas de Artigas, luego de una serie de batallas que concluyeron con el triunfo artiguista.

De 1815 fue la Ley Agraria de Artigas, que también enfureció a los terratenientes orientales y de Buenos Aires, quién cedió tierras a gente humilde con la obligación levantar un rancho y corrales y de trabajar en ese predio que no se podía ni vender ni alquilar.

También dictó un reglamento de Derechos Aduaneros donde fijaba aranceles que protegían ropas, calzados y otros productos producidos aquí, también en esto contradecía la política de la burguesía porteña partidaria de abrir el puerto a todos lo productos ingleses, aún cuando eso significara la destrucción de la incipiente industria nacional.

Decía Artigas “No hay que invertir el orden de la justicia. Mirar por lo infelices y no desampararlos sin más delito que su miseria. Es preciso borrar esos excesos del despotismo. Todo hombre es igual en presencia de la ley. Olvidemos esa maldita costumbre que los engrandecimientos nacen de la cuna”.

Yo deseo que los indios, en sus pueblos, se gobiernen por sí, para que cuiden de sus intereses como nosotros de los nuestros. Así experimentarán la felicidad práctica, y saldrán de aquel estado de aniquilamiento a que los sujeta la desgracia. Recordemos que ellos tienen el principal derecho, y que sería una degradación vergonzosa para nosotros mantenerlos en aquella exclusión vergonzosa, que hasta hoy han padecido por ser indianos”

Pero cada vez que Artigas lograba controlar su provincia, el Imperio de Brasil desplegaba su garra y volvía a invadir, fue en agosto de 1816 cuando un ejercito de 10.000 hombres al mando del general Lecor ingresaba a la Banda Oriental a la que denominó provincia Cisplatina.

En tanto Alvear siguió con la misma política capituladora de su antecesor, decidió enviar a Manuel García, reconocido simpatizante de los británicos a Río de Janeiro para ofrecer al embajador británico Lord Strangford a las provincias unidas al protectorado británico.

Cómo podemos ir perfilando muchos de quienes tenemos como héroes patrios no fueron otra cosa que sumisos protectores de intereses foráneos, en tanto consideramos “extranjeros” a quienes como Artigas, defendieron los intereses de sus pueblos.

No existe casualidad alguna en esto, se nos quiso convertir en un pueblo de sumisos ciudadanos dispuestos a aceptar los poderes foráneos en nuestro país.Por supuesto que no todos en Buenos Aires y mucho menos en el interior aceptaron esta política, por el contrario Alvear debió renunciar y emprender un forzado exilio.

Rondeau fue nombrado como nuevo Director, paralelamente Artigas convocó a un Congreso en ArroyoDe la China (actual Concepción del Uruguay) el 29 de junio de 1816, donde concurrieron representantes de la Banda Oriental, Corrientes, Entre Ríos, Misiones, Santa Fe y Córdoba. También designó representantes que fueron enviados a Buenos Aires, pero la ciudad-puerto siguió sin atender los reclamos de igualdad de Artigas.Durante los años 1816 y 1817, Artigas y sus lugartenientes sufrieron sucesivas derrotas, entonces se decidió a solicitar refuerzos a Entre Ríos, Corrientes y Misiones, pero algunos de sus antiguos adeptos particularmente Francisco Ramírez, habían desarrollado sus propias ambiciones de pago chico, dando la espalda a la lucha de Artigas.


El Congreso de Tucumán


El 24 de mayo de 1816 se reunió el Congreso de Tucumán que declaró la Independencia el 9 de julio, y que en un principio fue de la “dominación de los reyes de España”, pero en la sesión del 19 se incluyó “y de toda dominación extranjera”, en tanto el 25 se adoptó la bandera creada por Belgrano.También se decidió que Pueyrredón fuera el nuevo Director, pero no obstante estas medidas de gran importancia, Manuel García fue confirmado en su cargo, y el gobierno destierra a los simpatizantes de Artigas en periódicos como El Censor y Crónica Argentina, ellos eran Chiclana, Manuel Moreno, Pagola, French y Pazos Silva.

El 20 de enero de 1817 los portugueses ingresaron a Montevideo, era evidente la alegría de Buenos Aires con la derrota de Artigas.El 12 de febrero San Martín obtiene la importante victoria de Chacabuco, con el triunfo de Maipú el 5 de abril de 1818 Chile quedaba libre de enemigos realistas.En mayo de 1817 el Congreso se trasladó de Tucumán a Buenos Aires, perdiendo todo impulso progresista y subordinándose a los dictados porteños. Rivadavia seguía negociando en Europa intentando entregar el país a una potencia europea, de tal manera que permitiera el libre comercio y asegurara las ganancias de la burguesía comercial porteña, en su paso por Francia el 25 de agosto de 1818 intentaba reconocer a un príncipe español como rey de los pueblos liberados, a su vez solicitaba a San Martín concluyera con su campaña en el Perú. En tanto el país sigue convulsionado y gran parte de las provincias se rebelan contra el autoritarismo de Buenos Aires, Estanislao López vence a los porteños el 12 de abril de 1819 y se firma el armisticio de San Lorenzo. Rivadavia vuelve a enviar una propuesta, esta vez intentaba imponer un príncipe francés y de esa manera Francia intervendría a los efectos evitar el envío de la expedición española que se estaba armando en Cádiz.Pero era evidente la influencia rivadaviana en el gobierno de Buenos Aires, hasta tal punto que el 12 de junio de 1819 el Congreso aprobó el casamiento del príncipe francés con una princesa lusitana lo cuál iniciaría una dinastía que gobernaría América. Un mes antes el Congreso había aceptado una constitución unitaria que provocó la sublevación de los pueblos del interior.Pueyrredón llamó a San Martín y Belgrano para encargarse del orden interno en vez de continuar la lucha por la libertad del continente, pero San Martín en una actitud que lo ennobleció aún más, se negó a blandir su espada contra sus compatriotas, el 19 de julio de 1919 Pueyrredón debió renunciar, siendo nombrado Rondeau.La rebelión contra Buenos Aires se inició en Santa Fe y Entre Ríos, las cuales contaron con el apoyo de Corrientes y Misiones, en tanto Belgrano que sí aceptó cumplir la función de represor, debió padecer la insubordinación de sus tropas en Arequito el 8 de enero de 1820.El ejército del Directorio fue derrotado en Cepeda el 1 de febrero de 1820. La crisis del año 20 fue el producto de la resistencia del interior al centralismo porteño y su intento de retornar a formas de gobierno similares a las existentes en época del virreynato. Luego de Cepeda, Sarratea, un viejo enemigo de Artigas, es nombrado como nuevo gobernador y firmó con los caudillos López y Ramírez el tratado de Capilla del Pilar, donde se aceptaba la federación y sometía la definitiva organización a un Nuevo Congreso, pero nada se decía de la Banda Oriental ocupada por los portugueses, cuestión que mereció el cuestionamiento de Artigas.


Derrota y exilio


Los portugueses vencieron a Artigas en Tacuarembó el 22 de enero de 1820. Ramírez quién comenzó a tomar distancia de Artigas luego del tratado de Pilar, escribió una carta a un amigo diciéndole que: “No he anoticiado a la provincia del auxilio que se nos presta, porque me abochorno, y tal vez causaría una exaltación general a los paisanos” Se refería a la ayuda por el acuerdo secreto firmado conjuntamente con el Tratado de Pilar, la condición de la ayuda implicaba la autonomía de Entre Ríos respecto de Artigas y su dependencia de Buenos Aires.Artigas le envió una carta a Ramírez donde le cuestionaba la negativa de armar a los correntinos partidarios de Artigas: ”Este acto injustificable es propio solamente de aquel que habiéndose entregado en cuerpo y alma a la facción de los pueyrredonistas, procura ahora privar de sus armas a los pueblos libres para que no puedan defenderse del portugués...”Y para completar su desilusión con respecto a Ramírez, le decía: “ Y no es menor crimen haber hecho ese vil tratado sin haber obligado a Buenos Aires a que declarase la guerra a Portugal y entregase fuerzas suficientes para que el Jefe Supremo y Protector de los Pueblos Libres pudiese llevar a cabo esa guerra y arrojar del país al enemigo aborrecido que trata de conquistarlo. Esa es la peor y más horrorosa de las traiciones de V.S.”La contestación de Ramírez muestra claramente su nueva inclinación política alentada desde Buenos Aires: “¿Por qué extraña V.S. que no se declarase la guerra al Portugal?...¡Qué interés hay en hacer esa guerra ahora mismo y en hacerla abiertamente? ¿O cree V.S. que por restituirle una Provincia que se ha perdido han de exponerse todas las demás con inoportunidad?”Llama la atención que luego será Ramírez que apurará a López parea comenzar acciones contra los portugueses y sea López quien se negara.Pero el caudillo oriental debió hacer frente a la traición de Ramírez, el 13 de junio de 1820 se enfrentaron en Las Guachas correspondiendo el triunfo a Artigas, pero entonces Sarratea que gobernaba en Buenos Aires decidió enviar tropas en ayuda de Ramírez, a partir de ese momento Artigas sufrió una serie de derrotas que lo obligaron a atravesar la provincia de Corrientes rumbo al Paraguay gobernado por el Dr. Francia donde ingresó el 5 de septiembre de 1820, Artigas fue aislado en calidad de prisionero más que de exiliado político, primero lo mantuvieron en Asunción y luego fue internado en el remoto poblado llamado Curuguaty.Durante un tiempo cobró una pensión del gobierno paraguayo pero que más tarde le fue suspendida.

Vivió asilado durante 19 años hasta la muerte de Francia en 1840, a partir de ese momento tuvo un poco más de libertad, aunque siempre se lo tuvo controlado, se le permitió trasladarse a Ibiray, distrito próximo a la Asunción Artigas murió en esa residencia el 23 de septiembre de 1850 a la edad de 85 años, luego de haber pasado treinta años exiliado y alejado de los acontecimientos políticos de su patria, su cuerpo fue enterrado en la parte de cementerio correspondiente a los insolventes que no podían pagar el entierro. Recién en 1855 sus restos regresaron a la Banda Oriental.


Caos en Buenos Aires


Luego del triunfo de Cepeda, se planteó una oportunidad histórica para que el partido Federal pudiera imponer su voluntad política a la ciudad de Buenos Aires, pero los manejos y el dinero de la oligarquía porteña le permitieron recuperarse e iniciar su revancha.Luego de pasado el pánico que significó tener a las tropas del interior en Buenos Aires, decidieron desconocer el acuerdo y se armó un gran escándalo al conocerse las cláusulas secretas donde se entregaba caballos y armamento a los caudillos del interior, esto formó parte de la política de sobornos aplicada por la oligarquía porteña para utilizar a los caudillos federales para que combatieran entre sí, utilizó a Ramírez contra Artigas y luego a López contra Ramírez. Balcarce se sublevó en marzo pero terminó huyendo, y el caos se apoderó de Buenos Aires, se eligió a Ramos Mejía como gobernador interino.

El 20 de junio de 1820 se produce el día de los tres gobernadores en Buenos Aires, en tanto las tropas de Santa Fe deciden volver a atacar Buenos Aires, esta vez Ramírez estaba ocupado en combatir con su anterior jefe Artigas, el 28 de julio las tropas de Santa Fe vuelven a derrotar a los porteños en Cañada de la Cruz.La situación política en Buenos Aires siguió siendo inestable y también continuaron los enfrentamientos con las tropas de López. Pero la situación se calmó un tanto cuando fue elegido Martín Rodríguez con el apoyo de una naciente figura política, Juan Manuel de Rosas.El 4 de noviembre se firmó el acuerdo de Banegas con Santa Fe, y se convocaría a nuevo congreso en Córdoba, Bustos el gobernador de Córdoba, había sido el garante del acuerdo.Luego de derrotar a Artigas, Ramírez proclamó la Republica de Entre Ríos, a la vez invitó a López a unirse para atacar Buenos Aires y luego disponerse a luchar contra los portugueses para liberar la Banda Oriental, pero López había firmado el tratado de Banegas que además le garantizaba 25000 cabezas de ganado y no estaba dispuesto a entrar en nuevos combates con Buenos Aires.Ramírez invadió Santa Fe pero fue derrotado y terminó perdiendo la vida intentando salvar la vida de su mujer quién combatía a su lado.En tanto, Güemes fue herido en Salta por una partida de realistas y muere a los pocos días.

Bolivar libera Nueva Granada y funda la República de Colombia en 1819, en tanto San Martín libera el Peru.Martín Rodriguez designó a Rivadavia en la cartera de Gobierno y a Manuel García en la de Hacienda en tanto en la de guerra y marina se encontraba el gral. Cruz.Rivadavia hizo todo lo posible para que no prospere el Congreso de Córdoba que podía perjudicar a Buenos Aires, además se quería desentender de la guerra contra los realistas y los portugueses y centrarse en los negocios y la prosperidad del puerto de Buenos Aires. Rivadavia no dudaba en adoptar una política conciliadora con el Brasil aún cuando tenía bajo su poder a la provincia de la Banda oriental a la que llamó provincia Cisplatina.

San Martín se retira luego de la reunión de Guayaquil ante la falta de apoyo de Buenos Aires y las intrigas del partido rivadaviano.El 9 de marzo de 1824 Las Heras reemplazó a Martín Rodríguez, Rivadavia fue designado nuevamente en una comisión en Europa y Manuel García obtuvo las carteras de Gobierno Relaciones Exteriores y Hacienda.A principios de 1825 se reunió un nuevo Congreso con los representantes de las provincias el cual adoptó nombre de Provincias Unidas del Río de la Plata, se delegaban en el gobierno de Buenos Aires las funciones de gobierno nacionalEl Congreso Constituyente dominado por el grupo rivadaviano cometió una nueva traición, por el decreto del 9 de mayo de 1825 permitió que los encomenderos de indios en el Alto Perú declararan la soberanía de los provincias Alto Peruanas decretando la independencia de La Paz, Chuquisaca , Potosí y Santa Cruz de la Sierra.

La oligarquía porteña entregaba territorio nacional sin ningún remordimiento.Luego de Ayacucho el enemigo español había sido definitivamente abatido en América.Las Heras bajo la influencia de García firmó el primer Tratado de Paz Comercio y Amistad con Gran Bretaña quien reconoció nuestra independencia, en el tratado se establecía el librecomercio entre ambas naciones.


La guerra contra el Brasil


El General Juan Antonio Lavalleja intentó la reconquista de la Banda Oriental, contaba con ayuda de Juan Manuel de Rosas, Lavalleja acompañado de 32 compañeros se embarcaron en San Isidro y llegaron a la costa Oriental, a poco de llegar se le sumó Fructuoso Rivera partidario de Artigas Lavalleja venció a los portugueses y reunió el Congreso en la Florida que declaraba disueltos los vínculos con el Imperio Brasileño y se unía a las Provincias Unidas.A la vez enviaba congresales al Congreso de Buenos Aires, en tanto el Imperio de Brasil se apresuraba a enviar refuerzos.

El 12 de octubre Lavalleja venció en Sarandi a las tropas portuguesas pocos días después el Congreso reunido en Buenos Aires consideraba a las Banda Oriental reintegrada de las Provincias Unidas. García mantuvo una actitud negociadora hasta el mismo día en que el emperador le declaró la guerra.Las tropas brasileras invadieron Misiones y el 21 de diciembre la flota bloquea Buenos Aires. Las tropas orientales consiguen triunfos el 31 de diciembre en Santa Teresa y el 9 de febrero de 1826 al mando de coronel Manuel Oribe triunfan en PantanosoEl Almirante Brown se enfrenta a la flota invasora rompe el cerco y bombardea Colonia.

El intento brasileño de desembarcar en el sur de la provincia de buenos Aires concluye con un fracaso.La guerra contra el Brasil fue una guerra popular, las provincias apoyaron al general Las Heras encargado del ejecutivo nacional pero un grupo de hombres de Buenos Aires no consideraba que esa fuera su guerra.

Debido a la guerra se estableció la necesidad de un presidente y se nombró a Rivadavia que asumió el 8 de febrero de 1826. Brown pasó a bloquear a Colonia hostigando permanentemente al enemigo y a fines de mayo ataca a Montevideo, para el 30 de junio ha limpiado de enemigos el Río de la Plata, en tanto Fructuoso Rivera siguió derrotando a los brasileños.

El presidente Rivadavia adoptó decisiones que hipotecaron el futuro del país, por medio de la Ley de Enfiteusis se entregaron una inmensidad de tierras que fueron a parar a manos de especuladores que dio inicio a la oligarquía terrateniente, que tuvo un poder ilimitado en gran parte de nuestra historia, imponiendo y quitando gobiernos de acuerdo a su conveniencia.Otra gran medida de Rivadavia fue el empréstito con la Banca Baring Brothers de Inglaterra que conformó una demostración de malos negocios para el país y excelente para los banqueros extranjeros, además de ser el inicio de nuestra tradicional y pesada deuda externa.Este empréstito en teoría era de 1 millón de libras esterlinas, pero al país sólo llegaron 560.000 en letras de cambio contra comerciantes ingleses radicados en Buenos Aires y el país estuvo pagándolo hasta 1904 en una cifra que algunos historiadores fijaron en 23.734.766 de pesos fuertes.

La explotación minera en Famatina, que se desarrollaba desde la época colonial, hizo que cuando Rivadavia asumió el gobierno luego de regresar de Londres había constituido en Londres la River Plate Minning Association. Con el objeto de explotar la mina de Famatina y de cuyo directorio formaba parte el presidente de la República, decretó la nacionalización de todas las minas del país, creaba también el Banco Nacional donde establecía que sólo el banco podía acuñar dinero, dejaba anulado el contrato con el gobierno de La Rioja. Nunca pudo tomar posesión de las minas por la resistencia de Facundo Quiroga pero muestra la mentalidad cipaya y la corrupción existente en el grupo de Rivadavia.

El Congreso insistió en una nueva Constitución unitaria que fue rechazada por las provincias.Durante 1826, todo el peso de la Batalla en la Banda Oriental corrió por cuenta de Lavalleja que de todas maneras había evitado una acción frontal contra un ejército más numeroso. El 26 de diciembre de 1826 comenzó la campaña Alvear en la provincia oriental, luego de sucesivas victorias tanto de él como de Lavalleja, decidió tener una confrontación decisiva y logró derrotar por completo a los brasileños en la batalla de Ituzaingó el 20 de febrero. El 9 de febrero Brown había derrotado a la escuadra imperial en Juncal.Alvear tenía intenciones de penetrar en territorio Brasileño y para eso solicitó refuerzos los cuales nunca llegaron.


La entrega de la Banda Oriental


Rivadavia quería la paz con el Brasil para llevar la guerra al interior del país, el presidente envió a Manuel García a Río de Janeiro con instrucciones de obtener la paz a cualquier costo por sugerencia de Lord Ponsonby el representante de Inglaterra en el Brasil, García propuso la independencia de la Banda Oriental pero como el Emperador no aceptó, García reconoció el derecho del Imperio sobre la Banda Oriental o sea se reincorporaba la provincia cisplatina al Brasil.Con esta nueva capitulación, Manuel García le entregaba la Banda Oriental al Brasil a pesar que las fuerzas nacionales estaban venciendo al Imperio. Pero conocida la noticia, el pueblo se lanzó a la calle, Rivadavia declaró que el enviado se había excedido en sus funciones pero Rivadavia debió renunciar. Repitamos la opinión de Mitre sobre Manuel José García: “patriota decidido, hombre de elevación moral, cabeza de inteligencia nutrida en estudios serios...era un verdadero hombre de Estado”.García había sido enviado por Alvear en 1815 para ofrecer la Provincia Unidas bajo el protectorado inglés y también buscó el protectorado portugués.García de defendió señalando que “el principal interés era salvar a la República de los gobiernos bárbaros que dominaban las provincias que amenazaban extenderse a la capital”.Y continuaba con su particular punto de vista “en la alternativa de ver perdida la cultura social y política del país o tener el ejército para salvarla, había creído que a esto último le obligaba su deber y su patriotismo, tanto más cuanto a sus ojos los orientales no eran ni serían jamás argentinos”.Para Manuel García y para sus partidarios, la única guerra posible y rentable, era contra los caudillos del interior, o sea contra sus compatriotas y no contra las potencias extranjeras a cuyos intereses servía diligentemente.

La guerra contra el Brasil continuó con victorias para las armas nacionales, con Vicente López como presidente provisional y Rosas comandante de la campaña.Pero el 27 de agosto de 1828 fue reconocida la independencia de la Banda Oriental, siendo gobernador Manuel Dorrego, la frase de Artigas al conocer la noticia fue “Ya no tengo patria”, su patria era la Patria Grande que abarcaba gran parte de nuestra América Latina. Luego de un interinato de Vicente López como presidente asumió la gobernación Dorrego quien carecía de fondos para continuar la guerra, en tanto Inglaterra presionaba a Dorrego y al Brasil para que firmaran la independencia uruguaya. El Banco Nacional que emitía el papel moneda estaba controlado por los ingleses y la burguesía comercial porteña, estaba ahogando financieramente a Dorrego para obligarlo a aceptar la iniciativa inglesa que quería la independencia uruguaya para evitar que el Argentina o Brasil controlaran ambas orillas del Río de la Plata.

El 1° de diciembre de 1828 finalizada la guerra contra el Brasil, llegó a Buenos Aires una división al mando de Lavalle, el partido porteño indujo a Lavalle a asesinar a Dorrego acusándolo de todos los males, hombres de la burguesía porteña como Juan Cruz Varela y Salvador María del Carril los instigan a fusilarlo. La idea la oligarquía porteña de enfrentar a compatriotas y someterse al dictado de los extranjeros, cobraba una nueva víctima.


Así nos enseñaron la historia


Rivadavia y García son “próceres”, Artigas apenas un “forajido”, nada de esto respondió a un error de apreciación, fue un intencionado mensaje para mostrarnos que entregar el territorio estaba bien y no debía ser condenado, es más se podía considerar “patriota” a quién mostrara simpatías y actuara beneficiando a una potencia extranjera.

Lo que no podía perdonarse era que un caudillo se juntara con gauchos, indios y negros; y mucho menos que les permitiera a ellos expresarse y aún más grave, darles un lugar donde poder vivir y progresar, ahí se encuentra la base del odio de la oligarquía contra Artigas, ahí está la razón de la famosa dicotomía de Sarmiento entre “Civilización o Barbarie”.

Tal vez en lo único que discrepemos con Sarmiento es del lado en que se encuentran los civilizados, para nosotros sin duda del lado del artiguismo y sus seguidores, y no de quienes llevaron la “barbarie” a cada rincón del país.

El grupo rivadaviano estaba interesado en reprimir a cualquier costa las rebeldías provincianas, con quienes fueron implacables, a la vez que se mostraron por demás condescendientes con ingleses, portugueses y españoles, es decir con las potencias extranjeras.No hay que creerse que el odio oligárquico concluyó con Artigas, por el contrario volvió a surgir cada vez que el pueblo intentó hacer valer sus derechos: con el federalismo, con el yrigoyenismo y con el peronismo, siendo 1976 la fecha donde tuvo ese odio de clase su mayor expresión utilizando a las fuerzas armadas al servicio de un proyecto antinacional.

Reivindicar a Artigas forma parte del largo camino de nuestra liberación, que alguna vez tuvo su inicio en aquellas tropas de gauchos, indios y negros que el caudillo oriental lideró.


Bibliografía:

Las masas y las lanzas. Jorge Abelardo Ramos

Artigas y la Patria Grande. Salvador Cabral

Historia Argentina. Ernesto Palacio

www.artigas.org.uy

viernes, 27 de junio de 2008

Escribir detrás de los tiros de Río de Janeiro



CRÓNICA: CRÓNICAS DE AMÉRICA LATINA

João Paulo Cuenca 28/06/2008

La semana antes de embarcarme a Madrid para la Feria del Libro fui a una fiesta en Leme, barrio de clase media de Río. Pasé parte del tiempo en el balcón, solo, bebiendo cerveza. Miraba las ventanas de los apartamentos del otro lado de la calle y los pequeños cuadros iluminados me mostraban familias comiendo, casi todas frente a un televisor.

Poco después de las siete de la tarde, a lo largo de los extensos corredores de hormigón que en Leme y en Copacabana separan los morros del mar, empezaron a oírse unos tiros. Primero estampidos producidos por pistolas y luego intermitentes balazos de fusil. El carioca medio es un connaisseur cuando se trata de identificar el ruido producido por las armas de fuego: sabe distinguir el sonido de un revólver calibre 38 del de una ametralladora antiaérea, o del de un AK-47, el fusil ruso que, por estos pagos, le ha robado la popularidad al AR-15.

En Leme, donde un apartamento en la avenida Atlántica con vistas infinitas al mar puede valer algunos millones de euros, hay una favela en estado de guerra. No contra la policía, sino contra otra favela controlada por el bando rival que pretende invadirla. Cuando hay un intercambio de tiros en la Zona Sur que dura más de diez minutos, surgen los agentes del orden. Y esto fue lo que sucedió: aparecieron vehículos de la policía a gran velocidad, con sirenas zumbando y fusiles ostensiblemente apuntados para fuera.

Dentro de los apartamentos, simulamos indiferencia ante el ruido de los tiros y de las granadas que ahora empiezan a retumbar. La anfitriona ofrece más cerveza, hace un comentario gracioso ("¡eh!, hoy la fiesta va a acabar más tarde...") y aumenta el volumen de la música para eclipsar el inconveniente bullicio que llega de fuera. Antes de que todo aquello llegue a transformarse en noche buñuelesca e interminable, decido, desoyendo todos los consejos, irme de allí.

Ya en la calle, anduvimos bajo las explosiones y la mira de las armas como si no nos importásemos. Para distraerme de las balas, invento oxímoros, escribo haikus en silencio, silbo una sonata de Schubert, pienso en la distancia que me separa de la mujer que perdí. Algunos abandonan la timidez y corren por las calles, pero la mayoría caminamos despacio, con la cabeza erguida, los ojos fijos mirando hacia adelante. Otros beben en las tascas donde los omnipresentes televisores transmiten la repetición de un partido de fútbol.

Me acordé de ese poco más que banal episodio ya en Madrid donde participaba en una mesa sobre Realidad social en América Latina y su impacto sobre las letras. En una de las intervenciones se dijo que muchos escritores latinoamericanos daban la espalda a la dura realidad de sus países. Se citó el término "Belíndia", acuñado por el economista Edmar Bacha para definir el contraste social en Brasil, y se insistió en que algunos escriben como si estuvieran en Bélgica, olvidándose de la "India" que hay en el seno de sus países, escapando de una supuesta responsabilidad social en su literatura. (En el caso de Río de Janeiro, donde la desigualdad tiene ese lado, digamos, más belicista, podría hablarse de "Beliraq").

Después alguien preguntó, con un sentido del humor claramente involuntario: ¿no sería inmoral que un escritor huya de su país, de la violencia de su país?

Antes de que diga que pedir responsabilidad social y posicionamiento moral a escritores es lo mismo que esperar talento o capacidad inventiva de un cura, preciso decir que en mis novelas y cuentos nunca nadie sintió hambre.

Y además, nadie disparó nunca un tiro en una favela.

Escribo crónicas para periódicos desde hace cinco años, sobrevivo en Río de Janeiro desde hace treinta y, prácticamente, nunca me ocupé del tema. Podría decir que esta ha sido la primera vez (y tal vez la última). No me siento obligado a hacerlo. No siento que deba retractar algo que no forme parte de mi extravagante proyecto literario, cuyo rumbo está determinado exclusivamente por mí, y hasta hoy no me he sentido influenciado por eventos tan vulgares como un tiroteo. Por suerte, otros escritores brasileños contemporáneos, como Sérgio Sant'Anna, Bernardo Carvalho, Joca Reiners Terron, Daniel Galera y otros muchos más especímenes originales que podría citar aquí, comparten esa misma libertad de espíritu.

Cuando escribo, tan extranjero soy en Madrid como en Río de Janeiro o en París, donde me encuentro ahora. Brasil, país que adoro y detesto a partes iguales, me interesa en la medida de mis curiosidades y de mis mutantes obsesiones. Nada debo a Brasil y nada me debe a mí Brasil, impuestos aparte.

El gran escritor de esta nación insular, y uno de los mayores del planeta de todos los tiempos, se llamaba Machado de Assis y era un carioca mulato, descendiente de esclavos. Pasó décadas siendo tachado de alienado y despolitizado porque, supuestamente, nunca se comprometió con los problemas sociales de su país, por entonces, preabolicionista. Lo cierto es que Machado nunca necesitó ser didáctico o panfletario, cosa que, lamentablemente, muchas veces se espera de un escritor, sobre todo si es tercermundista. Las contradicciones de aquella sociedad estaban presentes, y no podían dejar de estarlo, en todas y cada una de sus palabras.

La libertad de no colocarse bajo ningún paraguas folclórico o ideológico y salir a la calle, perdido en medio del tiroteo, huyendo de la frívola fiesta en la que pudimos permanecer, obviamente no es confortable. Pero me es muy querida esa sensación de incomodidad, y creo que toda una generación de nuevos escritores latinoamericscribir anos se ha expresado a través de ella, con la libertad de escribir, incluso, sobre sus aldeas y sus propias guerrillas. No como escritores latinoamericanos, sino como escritores, punto. Escritores terráqueos, si se prefiere.

En mi caso puedo decir que no escribo sobre tiros, nunca sobre los tiros, pero, si estoy sin suerte, sí bajo los tiros. Que se reflejan explícitamente o no en mi literatura y en mi sanidad mental. -

Amenazas a Ignacio Copani por cantar en el Acto de Plaza de Mayo


AMENAZAS A COPANI

Queridos Amigos.
En los últimos días y a raíz de haber escrito una canción, que debe ser la número mil doscientos y tantas de mi repertorio, he recibido infinidad de comunicaciones. La mayoría con elogios, caricias y aliento, que desde ya agradezco infinitamente.
Pero he recibido también otro tipo de contactos llenos de reproches, cargados de odio, regados de violencia, intolerancia, agresión y con un espíritu inquisidor que no creí que anidara todavía en gente de mi comunidad.
He sido amenazado, agraviado, insultado, difamado, calumniado y, peor aún, han sufrido ese tipo de atropello miembros de mi familia.
No me refiero a los impunes foros de internet sino a e mails, cartas y llamados recibidos.
Simplemente desde estas líneas aviso a quienes todavía tengan intención de lastimarme, que lo logren o no, yo no cambiaré ni una coma a las estrofas de mis canciones.
Aquellos que piensan que la Sra. Presidenta de mi país me paga por verso, recital u opinión, simplemente están expresando su propia escala de valores y asumiendo que ellos mismos podrían torcer sus convicciones a un precio determinado. Yo no.
Hace más de veinte años que en cada escenario y en cada grabación me comprometo con nuestra historia y siempre se me han cerrado puertas por hacerlo de manera honesta, clara y sin esperar más recompensa que el abrazo compañero de quien desea que un cantautor se exprese libremente, como los viejos trovadores que anunciaban las bodas, los bautizos y también los entierros.
En algunos medios de comunicación se han referido a mí de manera descalificadora y/o despectiva. A esos mismos medios, durante años, hemos mandado nuestro material artístico y la información de nuestras actividades, sin lograr que se nos diera ni un segundo para comunicarlo al público. Ni siquiera para difundir eventos solidarios, benéficos o canciones tan o más comprometidas con la realidad que el tema ¨Cacerola de Teflón¨.
Lamentablemente en algunos de esos medios se ha mostrado la canción en cuestión, sometiéndola a una especie de ¨inspección¨ de ideas o cortes marciales - musicales y al comentar alguna crítica agresiva, en lugar de defender la libertad del artista para manifestarse, se han escuchado de parte de los comunicadores, tristes y recordadas frases como ¨él se la busca… ¨ o ¨por algo será…¨.
Nunca discuto una crítica, sea como sea y venga de quien venga. Pero en este caso no recibí opiniones sobre la conformación estética del tema, de su métrica, de sus rimas, de sus sonidos, de la destreza para ejecutarla, sino una violenta y censuradora mirada hacia el contenido de mis ideas y mi conducta, bien típico de tiempos de inquisición y dictaduras.
Pablo Milanés cantó ¨Pobre del cantor de nuestros días que no arriesgue su cuerda por no arriesgar su vida¨…
Yo no creo haber arriesgado mi vida, sencillamente describí, como hago siempre, un episodio de este tiempo con total sinceridad.
Ni siquiera he pretendido mostrar una valentía destacable por la simple acción de manifestar mi pensamiento. Valientes fueron mis compañeros y familiares que hoy están desaparecidos. Valientes fueron Víctor Jara y Rodolfo Walsh. Yo soy solamente un cantor.
No creo que a esta altura de mi carrera, deba dar cuentas de los escenarios que pueda habitar. Estuve en Plaza de Mayo, cobrando Cero Pesos, respondiendo a la convocatoria de apoyar nuestra democracia, al igual que estuve el 25 de mayo de hace unos años, cuando decenas de artistas hacían fila para subir a la escena triunfal.
Estuve en esa plaza que transité como ciudadano desde que tengo uso de razón, como estuve en Semana Santa, como estuve con las Madres, con las Abuelas, con los ex combatientes, con los maestros, con los pibes de la calle y como pienso estar en cada evento al que me cite mi conciencia.
Si esta acción espontánea se convierte en un acto de riesgo, pobres de todos nosotros.
Si crear y expresarse es un acto de arrojo merecedor de insultos y censuras, ha triunfado para siempre la cultura del ¨no te metas¨ y la incultura sembrada durante el sanguinario proceso militar y la inolvidable década del noventa.
Juro por mis hijas que yo no especulo con estas cuestiones. Que si de momento, por mi decisión de ser coherente, pierdo trabajos y gano enemigos, es un precio que debo pagar como tantas veces pagué.
Nada más espero, que no sea nuevamente con el exilio.

Ignacio Copani

¨ Para escribir una simple canción,
no sólo empeño y oficio se emplea,
hay que embarrarse con la inspiración,
hay que mirarse por dentro y no hacer lo que todos desean.
Mucho más cómoda es la posición
de dar la crítica sorda y pedante,
despedazando con rabia y rencor al autor y al cantante.
Sólo mi historia me obliga,
Usted no me diga qué frase hay que usar…
Haga su cuadro y elija
el color de la tinta que quiera mezclar.
Pero nunca se arrogue el derecho
de andar por mi techo
espiándome la libertad,
que ni una coma le voy a cambiar
ni a lo dicho ni al hecho.
Y hasta el final del olvido… maltrecho…
diré mi verdad.¨


jueves, 26 de junio de 2008

No se admiten araña ni visigodos (Por Reinaldo Sietecase)


El fútbol como pasaporte. Un negro que juega bien es menos negro, menos inmigrante. Gracias al fútbol, Didier Drogba dejó de ser un negro nacido en Costa de Marfil para convertirse en un delantero efectivo y veloz cuyo pase cuesta 40 millones de euros. Un sudaca con hambre de gol no requiere visa.

Carlos Tévez pasó sin dificultades los controles del aeropuerto de Heathrow en Londres por su potencia goleadora. Su aspecto lo hubiese dejado en el umbral al primer interrogatorio. Pero el fútbol no siempre abre puertas.

La semana pasada, una veintena de africanos intentó cruzar la frontera entre Marruecos y Melilla aprovechando el entusiasmo de los guardias españoles por la Eurocopa. Los custodios miraban cómo su equipo batía a Italia por penales, cuando los africanos intentaron un ataque por sorpresa. Pero la defensa europea reaccionó a tiempo y los africanos quedaron entre las dos cercas de alambre que rodean el enclave colonial.

Eduardo Galeano insiste en su último libro, Espejos, con una idea que tiene confirmación científica: “Somos todos africanos emigrados. Hasta los blancos blanquísimos vienen del África. Quizá nos negamos a recordar nuestro origen común porque el racismo produce amnesia, o porque nos resulta imposible creer que en aquellos tiempos remotos el mundo entero era nuestro reino, inmenso mapa sin fronteras, y nuestras piernas eran el único pasaporte exigido”. Ahora el pasaporte también son las piernas pero sólo si pisan el cuidado césped de los estadios europeos.

Los legisladores de la vieja Europa, que también gustan del buen fútbol, decidieron que todos los “sin papeles” podrán ser detenidos por períodos de entre seis y dieciocho meses sin proceso jurídico previo, y los menores ilegales podrán serán expulsados. Para el eurodiputado Giusto Catania, del PC italiano, la decisión es “una vergüenza y un insulto a la cultura jurídica de Europa”. Más allá de las voces disidentes, la mayoría de los parlamentarios estuvieron de acuerdo con aumentar los castigos a los inmigrantes.

“El viento frío de la xenofobia sopla otra vez”, dijo el presidente Lula y agregó que los europeos son los más prejuiciosos del mundo. “¿En qué calidad moral se puede sostener una globalización que busca la libre movilidad de las mercancías y de los capitales pero criminaliza la movilidad de los seres humanos?”, se preguntó el presidente de Ecuador, Rafael Correa. Pero el racismo y la discriminación no sólo son patrimonio del Norte rico.

Los progres que se escandalizan con la actitud de los europeos, no registran lo que ocurre en casa. Durante meses viví en un departamento de Buenos Aires, cuyo balcón daba a un muro que tenía la inscripción: “Fuera peruanos y trolos”. Jaime Bayly diría, con su habitual ironía, que no hay nada peor. Algo parecido ocurre con la comunidad boliviana.

Miles de personas sufren cada día maltrato, desprecio y prejuicios. “Son todos chorros”, “usan los hospitales y no pagan”, “te sacan el trabajo”. La mezcla de ignorancia y chauvinismo tiene efectos tremendos. Justo en este país que en el preámbulo de su Constitución Nacional ofrece compartir sueños y proyectos con todos los hombres del mundo que quieran habitarlo.Los indígenas, los descendientes de los antiguos dueños de la tierra en América, todavía la pasan peor.

Mapuches y guaraníes denunciaron hace unos días en Foz de Iguazú que no se sienten sujetos de derechos, sino castigados por el derecho. Ellos no están en ninguna agenda de la política. Para ellos no hay cortes de rutas ni carpas, ni cámaras de televisión.

Los europeos no aprenden de la historia, a pesar de los genocidios y los millones de emigrados que lanzaron al mundo. Nosotros no aprendemos, ni después de dos atentados en pleno corazón de Buenos Aires. Galeano tiene razón, el racismo provoca una suerte de amnesia.


Guido, el personaje que interpretaba Antonio Benigni en La vida es bella, cuando su hijo le pregunta por una inscripción colocada en la puerta de un negocio de la Roma ocupada por los nazis (“No se admiten perros ni hebreos”), le explica:–Nosotros también pondremos un letrero en nuestra librería. ¿Quién no te gusta?–Las arañas –dice el niño.–A mí no me gustan los visigodos. Ya está, escribiremos: “No se admiten arañas ni visigodos”.Vale reírse de la estupidez humana. Vale reírse si la risa permite pensar.


El mundo cada vez es más ancho y ajeno. Más cerrado, más violento. Y es necesario tomar partido.El secreto está en una palabra: aceptar. No se trata de tolerar al distinto, hay que aceptarlo. Estados Unidos y Europa toleran a los inmigrantes que se ocupan de los trabajos que sus ciudadanos rechazan. Saben que no pueden prescindir de sirvientes, nanas, porteros, mozos o barrenderos. Pero la idea de tolerar no permite la integración. La tolerancia se apoya en el prejuicio, implica un esfuerzo. Las sociedades blancas y cultas de Latinoamérica, también toleran a los “morochos” por las mismas razones. Hay que aprender a aceptar. Aceptar es otra cosa. Aceptar es dar por bueno, admitir sin condiciones al otro. Es un acto de voluntad. Un gesto solidario. Sólo así no importará cómo jueguen al fútbol.

domingo, 22 de junio de 2008

Soberbia (Por Horacio Verbitsky)

APARIENCIAS Y REALIDAD DEL CONFLICTO

Como el problema no son los precios de los alimentos, la distribución de la riqueza ni el perfil productivo del país sino la soberbia presidencial y el doble comando, hay que prepararse para una sucesión conflictiva. El mal gusto de Cristina y las provocaciones de Kirchner. La unanimidad del arco democrático. Un debate parlamentario para dividir al país. La sombra de la Banelco sobre la votación en el Congreso: cómo vota cada diputado. Duhalde con De Angeli y De la Sota.

Los ingresos extraordinarios por el aumento del precio internacional de la soja, el precio de los alimentos y los sectores de la sociedad que tendrán acceso a ellos, el perfil productivo de la Argentina, la distribución del ingreso y la confrontación política entre el gobierno y la oposición son apenas manifestaciones aparentes del conflicto. Los verdaderos problemas son la soberbia presidencial y el doble comando. No se pueden modificar porque derivan de la personalidad de CFK y de su relación con Néstor Kirchner. En consecuencia, sólo queda enfrentar una “sucesión conflictiva”, como sostuvo Abel Parentini Posse.
El intelectual duhaldista (si se permite el oxímoron) se presentó en las elecciones de 2007 como candidato a senador por la Ciudad Autónoma en las listas de Roberto Lavagna y ocupó el séptimo lugar, con el 3,7 por ciento de los votos. Con esa robusta plataforma y desde un bastión de la República como el diario La Nación, Parentini Posse explica que sólo podría evitarse una “salida anormal, traumática”, si CFK se desembarazara de Kirchner. La coincidencia de todas las fuerzas sanas de la democracia se acerca al punto de unanimidad: un planteo semejante formuló desde el bisemanario Perfil el columnista Alfredo Leuco. Con una prosa que hubiera deleitado a Adolfo Bioy Casares dirigió una carta abierta al “presidente de facto” para “exigirle y rogarle al mismo tiempo que se retire inmediatamente del lugar en el que se encaramó aprovechando una relación conyugal que no tiene nada que ver con la Constitución Nacional”. Martín Caparrós es aun más exigente: en nombre de la Memoria que alguien le encargó custodiar le pide no sólo a Kirchner sino también a la presidente que se callen la boca.
El mal gusto
El martes 17, la jefa de Estado tuvo el mal gusto de conmemorar el aniversario del bombardeo de 1955 sobre la Plaza de Mayo. Usó ese episodio fundante de la institucionalidad argentina moderna para anunciar por cadena nacional que enviaría al Congreso las retenciones móviles a la soja, los reintegros por tamaño de la explotación y distancia de los puertos, y la aplicación a un programa de redistribución social de los mayores ingresos obtenidos. Con un típico giro populista dijo que no procuraba cerrar las cuentas fiscales sino la cuenta social, mediante la construcción de hospitales y viviendas. Ni siquiera vaciló en cotejar su rigidez con ese modelo de flexibilidad dialoguista que mostró Raúl Alfonsín al impulsar la ley de obediencia debida en la Semana Santa de 1987, ante el reclamo de otra mesa de enlace. Esta señora no parece haber entendido las llanas palabras del humilde líder agrario Alfredo De Angeli, quien anunció que “vamos por todo”, ni la profunda reflexión política del vicepresidente segundo de Confederaciones Rurales, Ricardo Buryaile, quien dijo que si el Congreso ratificaba las retenciones debería ser disuelto. Con la paciencia pedagógica que le falta al gobierno, el terrateniente formoseño precisó su pensamiento, que en forma maliciosa había sido sacado de contexto. “Quise decir que si el Congreso actúa como una escribanía del gobierno, lo mejor sería cerrarlo”, aclaró. Hoy como hace medio siglo, la democracia sigue siendo el gobierno de los democráticos. Con un temple admirable que, como explicó Eduardo Buzzi, se debe a sus convicciones religiosas, enfrentan sin amilanarse por elecciones ni debates legislativos la anomalía argentina de que los democráticos nunca sean los ganadores en las elecciones. De Angeli agregó que estaban dispuestos a impartir clases de educación democrática a los diputados para que supieran cómo votar. Hasta están dispuestos a darlas a domicilio.
La provocación
El doble comando mostró su rostro más abusivo el mismo martes 17, cuando Kirchner no sólo desoyó la serena intimación de Leuco, sino que además ofreció una conferencia de prensa. A su ya conocido repertorio agregó la insólita provocación de contestar las preguntas que le formularon los periodistas de los medios más críticos del gobierno nacional. Hasta se permitió bromear sobre su confusión cuando conoció a los mellizos Alfredo y Atilio De Angeli. “Uno me criticaba y otro me abrazaba. No entendía nada, yo pensaba que era el mismo”, dijo. Con poca voluntad de cooperar con los hombres de prensa se negó a hacer la exégesis del pensamiento de Luis D’Elía, disimuló con frases cordiales su fastidio con Eduardo Duhalde, Julio Cobos y Mario Das Neves e introdujo en forma subrepticia temas sobre los que nadie le había preguntado, como la “logística” que sectores vinculados con la represión le darían a piquetes y cacerolazos porque “no perdonan que hayamos tenido una política de derechos humanos” y cuánto costarían el pan y la carne sin las retenciones. El ex presidente pretendió negar la represión desatada en Gualeguaychú el sábado 14 y volvió a atacar a la prensa, al señalar que le pedían que actuara como Rodríguez Zapatero en España. Es cierto que allí intervinieron 25.000 efectivos de las fuerzas de seguridad equipados con armas de fuego y lanzagases, que dejaron dos muertos y decenas de camiones incendiados. Pero es absurdo comparar situaciones nacionales tan distintas, entre una nación del primer mundo que acaba de aprobar una severa ley contra la inmigración de africanos y sudacas, y un país subdesarrollado como la Argentina, que ha regularizado la situación migratoria de un millón de latinoamericanos a los que el gobierno ha tenido el desatino de reconocer derechos. En España, donde gobierna el Partido Socialista, cuya versión local está aliada con la opositora Coalición Cívica Libertadora, las fuerzas del orden restablecieron la normalidad perturbada por quienes protestaban por el alto precio de los combustibles. Aquí ese combustible es subsidiado y cuesta un tercio que en Uruguay y la mitad que en Brasil, Chile y Paraguay. La Gendarmería aplicó una intolerable violencia sobre pacíficos agricultores que sólo impedían sentados en el pavimento la circulación en la ruta del Mercosur y que fueron levantados a pulso de allí y empujados con los escudos de plástico de las tropas de asalto del régimen. Esto provocó un indignado caceroleo y estridentes bocinazos de vehículos en distintos puntos del país. Esta manifestación espontánea fue respondida en forma brutal por el ex presidente, que se hizo presente en la Plaza de Mayo después de las diez de la noche y la recorrió como un deportista en vuelta olímpica. El director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, que acaba de publicar un trabajo teórico sobre Perón, no tuvo más remedio que hacer los prácticos al caerse a la fuente empujado por los vándalos que llevaban a Kirchner en andas, reviviendo así la persecución de la que fue víctima su antecesor en el cargo, Jorge Luis Borges, coautor con el seudónimo H.Bustos Domecq del cuento “La fiesta del monstruo”, que tan bien refleja la actual situación del país. Si Kirchner hizo ese sábado una tosca exhibición de peronismo explícito, su esposa dijo el martes en el Salón Blanco que debido a la lucha de las Madres y de las Abuelas la Plaza de Mayo, la plaza había dejado de ser sólo de los peronistas y pertenecía a todos los argentinos, concepto que repitió al día siguiente desde el palco, ante una multitud con una fuerte composición de independientes. De este modo el doble comando siembra la confusión porque no es posible saber a quién pertenece en realidad la plaza. Con el personalismo que tanta irritación provoca en las personas elegantes de las clases medias, la presidente comenzó el discurso hablando de sí misma y de las posiciones que sostuvo durante su paso por el Congreso. Su gobierno atravesó cien días de bloqueo y desabastecimiento sin disparar una bala de plomo o de goma ni una granada de gas. Sólo atinó a disputar con sus antagonistas con medios políticos, no como su antecesor Fernando De la Rúa, quien acudió al arsenal clásico de los hombres de orden, dictó el estado de sitio y ordenó disolver toda manifestación, lo que causó 31 muertes en diciembre de 2001. Esta indiferencia subversiva por las tradiciones nacionales, protagonizada nada menos que por una mujer, hija de una hincha peronista de Gimnasia y Esgrima de La Plata y un colectivero radical, es imperdonable. Esto no es lo que quiere la gente decente.
Dividir al país
Como bien señaló Joaquín Morales Solá luego del acto de la Plaza de Mayo, “nadie hizo tanto por dividir el país”. Tributaristas y juristas sostienen que las cargas al comercio exterior nunca pasaron por un debate legislativo, salvo el de la Convención Constituyente de 1853 sobre los derechos de la Aduana. El envío del proyecto al Congreso no contribuirá a la imprescindible unidad nacional. Según los especialistas Jorge Gaggero y Federico Grasso las retenciones estuvieron vigentes en los períodos 186-288; 1890-1905; 1918-23; durante la denominada Revolución Libertadora de 1955; a partir de marzo de 1967 con el gobierno del general Onganía y su ministro Adalbert Krieger Vasena; desde el desembarco en las Malvinas y hasta la asunción de Domingo Cavallo, y desde principios de 2002. También las establecieron los presidentes radicales electos Arturo Frondizi y Arturo Illia, ambos por decreto, aunque funcionaba el Congreso. CFK invitó a quienes crean que pueden gobernar mejor a constituirse como partido político y en las próximas elecciones reclamar el voto del pueblo para ejecutar sus políticas y su modelo. De este modo tan poco mesurado colocó el debate en un contexto político y en una perspectiva histórica, que le dan sentido y densidad. Recién en 1916, con el voto secreto y obligatorio de todos los ciudadanos la república oligárquica cedió lugar al nacimiento de la república democrática. Pero las clases que en las últimas décadas del siglo XIX habían organizado la Nación e insertado su economía en el mundo como proveedor de materias primas agropecuarias e importador de bienes manufacturados no fueron capaces de organizar un partido político que representara sus intereses dentro de la competencia democrática.
Un siglo a la deriva
Esta es la clave de la inestabilidad política que atravesó el siglo XX argentino. Con ayuda de la Iglesia Católica, cuyo rechazo a la democracia provenía de su creencia en una forma superior de legitimidad, de origen divino, convirtieron a las Fuerzas Armadas en Partido Militar, que a partir de 1930 interrumpió no menos de una vez por década el proceso político. La barbarie desatada en 1976 hizo inadmisible el recurso a la fuerza armada a partir de 1983. Desde entonces esos intereses económicos y sociales colonizaron a los partidos de origen popular, como el radicalismo y el justicialismo. Esta incongruencia entre las tradiciones partidarias y las políticas aplicadas desde el gobierno produjeron la deslegitimación del sistema político y el estallido de diciembre de 2001. ¿Qué sentido tenía votar, si una vez electos los líderes de los partidos populares aplicaban políticas que empobrecían a la población? La tozudez provinciana de CFK en no apartarse de lo propuesto durante la campaña electoral replantea en términos parecidos a los de hace un siglo esa representación institucional vacante. Sigue siendo una cuestión abierta si ese vacío será ocupado por una nueva configuración de líneas internas peronistas de la región pampeana (Duhalde, Reutemann, De la Sota, Busti), tal vez en combinación con la derecha macrista porteña; por un realineamiento del antiperonismo de la ilustración radical en torno de la Coalición Cívica Libertadora o por una nueva expresión política nucleada a partir de la Mesa de Enlace y de su emergente más ambicioso, el ex comunista santafesino Eduardo Buzzi.

sábado, 21 de junio de 2008

Abelardo Castillo


Un conversador de atar, eso es. Incorregible, diría el Sumo Ciego.


Del canto rodado de su garganta florece un caudaloso entusiasmo contador, analizador. En cada cosa que relata o que reflexiona o que digresiona lo desata, al entusiasmo. Y es imposible que pronto a uno no lo salpique y, a la larga, no lo atrape con la serpentina de su feroz memoria. En un paréntesis de la entrevista caeré en la tentación de pedirle que me describa su casa. Me dirá con voz rezongona: "Pero ése es trabajo tuyo". Sin embargo enseguida estará contándome, con el fervor minucioso de un relojero: "Escalera de mármol y, subiendo, a la izquierda, reproducción de una de las ´sillas de Van Gogh: es un gran boceto a lápiz que Sylvia me trajo de Francia. En el remate del primer descanso un gran cuadro original de Fernando García Curten: Van Gogh volviendo del trabajo . En el otro descanso, sobre un sillón Savonarola, una reproducción del Guernica de Picasso. Sala de estar muy grande. Lo primero que se ve, al entrar, es una mesa con un juego de ajedrez y, a la izquierda, en la pared, una serigrafía de Carlos Alonso, El Van Gogh de la oreja cortada . Al fondo, una puerta que da a mi escritorio. Antes de entrar, en la pared de la derecha, otro Alonso, un original: es un dibujo de mi cara hace más de cuarenta años. En el escritorio, sobre una de las bibliotecas, dos fotografías casi idénticas de Sylvia cuando era adolescente. Un ídolo de las Cícladas, en homenaje a Cortázar. Un retrato bastante impresionante de Kafka, puro ojos, mirada de fiebre, orejas en punta, que tiene escrito: ´ Es gibt ein Ziel, aber Keinen Weg; Was wir Weg nenen, ist Zögern [Hay una meta, no un camino; lo que llamamos camino es vacilación]. Libros por todas partes.

Sobre otra de las bibliotecas, el retrato del Che Guevara. No es un objeto decorativo ni reciente: cuando me lo mandaron de Cuba, el Che todavía estaba vivo". Eso: libros, libros por todas partes, libros latiendo, libros felices por tan gastados. Es evidente: Abelardo Castillo escribe cuando escribe y escribe cuando lee. En realidad, dentro y fuera de los libros, todo lo mira con sus ojos de leer. Vive en estado de sed y de sucesiva celebración, deletreando el alma de cada página y paladeando con adrenalina, hasta relamerse, el libro que compró esta tarde y empezará a leer esta noche. Su vínculo es de tal intensidad que nos lleva a recordar a Adriano, Marguerite Yourcenar mediante: si "el verdadero lugar del nacimiento es aquel donde por primera vez nos miramos con una mirada inteligente, mis primeras patrias fueron los libros", decía el emperador. En el caso de Castillo los libros fueron y siguen siendo eso, sus patrias. No sé por qué, pero de pronto me lo imagino en una celda, preso a perpetuidad: Abelardo allí, sentado, atado de pies y atado de manos. El tipo ahora descubre una cucaracha, y la ve de oro, como el escarabajo aquel, y aunque puede hacerlo no la aplasta con el margen de libertad que tiene su pie. No es por bondad o por ser pariente del Francisco de Asís, no; no la aplasta porque la necesita. ¿Para qué? Naturalmente, para hablarle de literatura a rajacincha, para contarle que había una vez Borges y Kafka y Arlt y Poe y Marechal y. Y yo que, justamente, le anticipo por teléfono el objetivo de la entrevista: "Conversar, pero saliéndonos de la literat " Muerde el final con un desconsolado "No no no, yo no puedo conversar de otra cosa que no sea literatura". Llega el día. Ya se verá: vamos a hablar con alguien que es una criatura, es decir, una creatura. Baja para abrirme la puerta Sylvia Iparraguirre, la mujer de Castillo, autora de La tierra del fuego , esa novela que viene tocada de poesía desde el artículo de su título. Sylvia pronto nos deja solos. Abelardo juega con su anillo de casado, trata de sacárselo; ¿podrá?


-La pregunta recurrente es: "Fulano, ¿por qué escribe?". Démosla vuelta: supongamos que por hache o por zeta no te dejaran escribir. ¿Qué sería de tu vida si no pudieras escribir?
-No sé Pero, aun en la cárcel podés escribir, ¿no? El Quijote fue imaginado en cautiverio. Gramsci escribe su obra fundamental en la cárcel, citando de memoria. Tendría que inventarse un sistema muy férreo para impedirme escribir. De todas maneras me las ingeniaría para crear una literatura mental. En el peor caso, sería como ser ciego. Los ciegos escriben en su cabeza.
-Más palos en tu rueda Sobre los famosos cinco sentidos vienen y te dicen: "Bueno, Castillo, usted se puede quedar con dos sentidos. Ni uno más".
-Elegiría la vista y el oído. La vista no por el mero hecho de ver, sino por la relación que tiene con mi vida, por la lectura.
Casi todas las ideas en el mundo grecolatino parten de la mirada... Y elegiría el oído, porque no podría vivir sin la música. Pienso, como Nietzsche, que sin la música el mundo sería un error.
-¿Quién te enseñó a leer?
-Aprendí solo. Cuando entré en el colegio ya sabía leer. Naturalmente no debió de ser exactamente así; me lo dice la lógica. En mi familia nadie recordaba cómo aprendí. Nadie se sentó a enseñarme, pero a los 4 o 5 años yo estaba leyendo palabras Recuerdo un verso de esa época, si querés te lo recito -Metele. -Lo saqué de la colección Los Pequeños Grandes Libros(la risa le brota) ... Había desaparecido el ratón Mickey. Dippy tocaba la guitarra desaforado. Al dibujo le saltaban unas tremendas lágrimas y la canción decía: "Y lo enterraron con sus ropas de vaquero / y su guitarra, y se marchó al baratro, / y él que en vida matara a más de cuatro, / de difunto no asustaba ni a un cordero"... Me asombraba la palabra "baratro". Quiere decir "infierno", supe después. En realidad, es "báratro". Para que rime con "cuatro" le habían puesto "baratro".


-Tenías desesperación por leer. ¿Muchos libros en tu casa?
-Mis padres tendrían algún libro... Pero los primeros Dostoievski, Tolstoi, Zola, los encontré en San Pedro, en la casa de mi abuelo materno y en Buenos Aires, en la de mi tía. La relación con los libros es mágica. Sin saber lo que era físicamente una biblioteca, yo quería tener una. Para mí, cada libro era una pequeña máquina parlante a la que yo no podía oír; entonces para oír los cuentos tenía que aprender a leer. Seguramente he ido preguntando y me han ido diciendo


-Tu papá era boxeador.
-En San Pedro yo vengo a ser el hijo de Abelardo Castillo (se ríe con regocijo). En mi primer recuerdo, yo tendría 4 años, mi padre ya no boxeaba. Trabajaba en una empresa metalúrgica. Después, dirigió a boxeadores, algunos campeones argentinos, como Rinaldo Ansaloni o Lorenzo García, que llegó a pelear por el campeonato del mundo. Cuando nos fuimos de Buenos Aires y compró una casa en San Pedro, ahí, en el fondo de casa, se construyó un gimnasio. Otra cosa que hizo fue manejar camiones; a papá le encantaba la ruta, cosa que heredé de él. Tengo registro de camionero.


-Boxeaste también.
-De manera informal. Como San Pedro es una ciudad pegada al río, también remaba, nadaba. Aunque en el Náutico había canchas de tenis, nunca jugué. Me entusiasma mirarlo.
-Alguna vez Bioy me dijo que si hubiese paraíso lo imaginaba con cancha de polvo de ladrillo.
-Es cierto, Bioy quería ser campeón mundial de tenis, pero nunca le oí decir que quisiera ganar el Nobel, eso me gustaba de él.


-Entonces tu entrada a la literatura no vino por influencia familiar.
-Los libros van a buscar a los lectores. A mí me caían en la cabeza, venían a mis manos Un día descubrí en un cajón algo que era Ana Karenina y otra vez, El doble. Pero mi pasión por la lectura empieza a los 10 años, cuando entré en un colegio salesiano. Estaba leyendo el Robinson Crusoe. El padre rector me dijo que ésa no era lectura para un chico, tal vez porque Robinson era protestante. Pese a eso, mi amor por la lectura nació en aquel colegio. Había dos horas obligatorias de silencio y podías leer lo que sacaras de la biblioteca. Ese recogimiento diario me acostumbró a sentir que la lectura era otra especie de recreo.

-Mientras hablás deslizás tus manos, como si tocaras libros.
-Es que mi cercanía con los libros es previa a la idea de su existencia; siempre me gustaron los de lomo ancho, yo detestaba los finitos y grandes, para chicos Sylvia todavía se asombra: cuando busco un dato en un libro, lo abro y ahí está. Claro, lo más probable es que lo haya abierto tantas veces ahí que ya se abre solo.

-Una relación física la tuya.
-Totalmente física. Te podría contar mi vida tocando el lomo de los libros que están en esa biblioteca: sé dónde los compré, cuándo, cuál estuve a punto de robarme y no pude y me lo robé después Mirá, desde acá se ve allá abajo está El cancionero de Baena. Ese libro está vinculado a mi relación con Sylvia. Hacía poco que nos conocíamos, fuimos a una librería, yo siempre había querido tener El cancionero , libro con un lomo de 15 centímetros. Estamos ahí, elijo un librito barato y le pido a Sylvia "andá a pagarlo". Cuando vuelve, le digo: "Y ahora empezá a correr, acabamos de robar El cancionero de Baena " .

-A Sylvia la conociste en algún taller literario.
-No, la había visto en una época extraña y patética de mi vida, en el 68. La volví a ver un año después y sentí que era la mujer que me estaba destinada. Un día me invitaron de la Facultad de Filosofía y Letras para hablar sobre estructuralismo, estaba tan de moda eso, ¿no? Bueno, allí había un grupo con 17 materias dadas, pero no habían leído ni Rayuela, ni el Adán Buenosayres , ni Sobre héroes y tumbas ; no hablemos ya de Sartre. Entonces inventé un curso sobre literatura contemporánea, para que Sylvia viniera. Ese curso murió con la aparición de ella.

-Después dicen que los talleres no sirven para nada. Una historia de amor. Hasta la convertiste en cómplice de robos.
-Dicho así parece Bonnie and Clyde . Sylvia venía de Junín, era muy tímida, muy legal, como dicen hoy los chicos, y a mí me parecía formidable mostrarle esa otra zona de la realidad literaria, que con el tiempo admitió, aunque nunca se puso a robar libros, que yo sepa. -Para eso estabas vos. -Aceptó, pongamos, que yo fuera el delincuente de la casa.

-¿Cuál fue tu primer libro afanado?
-No recuerdo, pero el que me quedó grabado fue La peste de Camus, porque me descubrieron. Me hice el ofendido; por suerte tenía plata para pagarlo.
-Habrás dicho "yo prefiero a Sartre, no me vengan con este Camus".
-Cierto, todavía andaba por el aire la polémica entre Sartre y Camus; yo tendría 20 años, y sí, me sentía mucho más cerca de Sartre

-Abelardo, te propongo un juego que tal vez te guste, considerando que sos un cuentista que empezó, cosa rara, escribiendo teatro. Supongamos que algunos escritores entran y se nos meten en la conversación. Bueno, hay dos que ya están aquí, ¿los ves? Sartre y Camus. ¿Qué les decís?
-A Sartre le digo una trivialidad, que con él aprendí a pensar, que me deslumbró El ser y la nada cuando estaba en el servicio militar; a Camus, que su Calígula es una de las obras mayores del teatro del siglo XX.

-A propósito de aquel encontronazo de arduos pensadores, ¿les dirías algo?
-Les preguntaría si están seguros de haber disentido tanto, si en el fondo no estaban diciendo lo mismo. -Convirtieron la polémica en un género literario, en cornisa del arte. -Eso es lo asombroso de esas polémicas, ¿no? Hoy llaman polémica a disputas acerca de temas triviales, formales, cuando no de mercado -Enclenques cañitas voladoras de pavitos reales. -La verdadera polémica es siempre discusión de ideas. En toda la polémica de Camus con Sartre hablan de literatura, pero lo que están tratando son problemas filosóficos, incluso religiosos y políticos. Temas en los que estaba en juego hasta el rumbo de una época.

-Eso que se llama vanguardias ¿cómo te resulta?
-Las vanguardias existieron toda la vida, pero en general sólo queda el inventor. Las vanguardias suelen ser máquinas de irresponsabilidad, y, en la Argentina, máquinas del tiempo. Inventan novedades que atrasan un siglo.

-¿Lo tuyo lo ves como profesión o como oficio?
-Lo puedo ver como oficio. Pero sobre todo lo veo como un destino Lo que te puedo contar es cuándo me sentí escritor por primera vez. Hace años, en la Feria del Libro, de pronto veo a un chico que está robando uno en el stand de Galerna. Trato de distraer a Hugo Levin, porque ya me sentía cómplice. Y cuando el chico se va veo que es un libro mío. Ahí me recibí de escritor Y esto me hace acordar de otro libro que debo de haberme robado a los 20 años, Carta a mi padre , de Kafka, en una librería chiquita de Olavarría Yo era conscripto: tal vez piadosamente el dueño me lo dejó llevar. Mi despedida fue El cancionero de Baena. -Una prueba de amor. Además, la adrenalina. -En cuanto a la adrenalina, me sigue pasando hoy si compro o me regalan un libro y pienso "esta noche voy a leerlo".

-¿Cuál es tu sitio preferido para el viaje de la lectura?
-La cama. Me hice hacer un atril del que sale un brazo de metal para sostener los libros pesados, porque me destrozan la espalda. -Se fueron Camus y Sartre. Como la puerta quedó abierta ha entrado un flaquito de orejas aladas y ojos como brasas -¿Kafka? Yo no abriría la boca, esperaría que él me dirigiera la palabra. Para mí Kafka es un milagro; está fuera de la literatura. No la concibo sin él, mucho menos la del siglo XX. En mi escritorio está su frase: "Hay una meta, no un camino; lo que llamamos camino es vacilación". -Kafka paladea la palabra vacilación, no se va -Con mucho pudor, le diría que todo el mundo insiste en comentar El castillo como si el protagonista muriera sin llegar nunca a él. Hasta Borges hace esa interpretación; sin embargo, el libro termina con el personaje vivo. Sin saberlo, ese hombre ya está, siempre estuvo, dentro del castillo.

-¿Y Kafka qué te responde?
-Estoy seguro de que me diría que sí y se abrazaría (la creciente carcajada envuelve su respuesta) llorando se abrazaría conmigo porque por fin lo entendió alguien. -Kafka se retira. Al irse roza con sus nudillos varios lomos de tu biblioteca Abelardo, no hablamos de tu mamá. - Mis padres se separaron cuando yo tenía 8 años, me quedé a vivir con mi padre..., es decir que el recuerdo que tengo de mi madre es de cuando era muy chico.

-¿Qué imagen guardás?
-La de una mujer muy hermosa con unos ojos extraordinariamente bellos, entre celestes y grises, el pelo hasta la cintura... La veo como a una joven, calculá, cuando yo nací mi madre tenía 19 años; cuando se separaron, 27.

-Creo que hijos no tenés. ¿Cómo sentís esa situación?
-Con toda naturalidad. Creo que no hubiera podido tener hijos, no. Para mí, la paternidad hubiera sido un destino que habría excluido todo lo demás Tal vez equivocado, ¿no? Pero así lo sentí.

-Pensás que con la paternidad afloja el escritor. O viceversa.
-No, pero en mi caso, de haber sido el mismo escritor, hubiera sido muy mal padre. En realidad siempre hubiera sido un mal padre, porque mi preocupación por el otro a veces es obsesiva. Yo veo a mi gato parado en el borde del balcón y tengo vértigo ajeno, y es un gato...

-Hace un rato usaste la palabra "destino". ¿Cuánto tiene de fatalidad?
-No creo en las fatalidades. Cuando digo destino pienso en una elección: es uno el que elige y transforma su elección en un destino. Para mí la literatura es un destino. Y debés merecerlo cada día. -El destino, así entendido, es un trabajo. -Un trabajo profundo sobre uno mismo. No se es escritor ni se es padre ni se es revolucionario ni se es nada que valga la pena ser, si no elegís todos los días ese destino. Incluso una mala muerte puede aniquilar la historia de una vida. -Goethe decía que somos ignorantes de lo bueno que hay en nosotros. -Pero lo grave es que hasta que no nos ponen en situaciones extremas, también somos ignorantes de lo vil que hay en nosotros.

-Planteado de manera esquemática, ¿qué te parece que prevalece en la condición humana?
-Creo que tiene que ver esencialmente con el azar y con la buena o mala suerte. Muchas veces me he planteado: yo me quedé en la Argentina durante la dictadura militar; salía, andaba de noche por la calle con Sylvia, me han pedido documentos, pero nunca tuve la desdicha de ver cómo se llevaban, a patadas, a alguien de una casa. Nunca lo vi. La pregunta que me he hecho toda la vida es: ¿cómo hubiera reaccionado? ¿Me hubiera dicho "esto no lo estoy viendo"? Con lo cual habría sido un miserable. ¿Hubiera realizado un acto heroico? Lo cual equivalía a ser una especie de suicida. Bueno, tuve la suerte de que eso no me tocara, no pude poner a prueba ni mi coraje ni mi cobardía. Entonces, nunca podés llegar a saber quién sos si no estás en la situación extrema que te puede determinar, y tal vez para toda la vida, como un cobarde.

-¿Y cómo responderías hoy a semejantes interrogantes?
-Cualquier cosa que diga es falsa En La república del silencio Sartre se plantea esto de otro modo. Cómo hubiéramos reaccionado, decía él, si el Ejército alemán que había ocupado París nos torturaba. Porque, ¿hasta qué punto uno tiene dominio sobre su propio cuerpo? Pero además, y esto ya me lo planteo yo, a lo mejor soportás la tortura, pero ¿soportarías también la tortura de un ser querido? Entonces, entre ser traidor y ser héroe, ¿cuál es el límite? Probablemente, si estás frente a un pelotón de fusilamiento, sea más fácil decir una frase célebre O si estás agonizando en tu propia cama. Podés pedir, como Alfred Jarry, como último deseo, un escarbadientes

-¿Cómo te vas llevando con la idea de la muerte?
-Muy mal. -¿Esto es de ahora o ? -Viene de muy atrás, es como si no la concibiera. -Algún personaje tuyo habla de "la inmundicia de la muerte". -Sí, le tengo una especie de repulsión al acto de morir. ¿Sabés por qué? Porque para mí la vida es lo esencial. Lo que determina a un hombre no es su modo de morir. Hay grandes canallas que han muerto heroicamente. Los que se mataron con Hitler murieron por sus ideas: eso no los transforma en buena gente. Pero hay hombres que mueren por otras ideas, como el Che Guevara, ideas y muerte que yo apruebo. Quiero decir: ¿es la muerte lo que garantiza la verdad de un hombre? No. Es cómo vive, no cómo muere. Para mí todo lo que nace, nace para vivir, no para morir Le oí decir a Bioy que la idea de su muerte le daba tristeza por abandonar la vida. ¿Será eso?... Pero hay algo que a mí, y creo que a todos, nos ata a la vida y es justamente la negación, el rechazo de la muerte.

-Otro personaje de tus cuentos empieza el día creyendo que va a ser el último. ¿Te pasó eso?
-No. Pero sí he pensado en el suicidio. Una persona que de tanto en tanto no piensa en el suicidio es anormal, ¿no? Como decía Goethe, y también Nietzsche: la idea del suicidio te permite pasar muy buenas noches y a veces escribir muy buenos versos.

-Más allá de pensarlo, ¿al suicidio lo tuviste cerca?
-Como propósito, no. Siempre lo he pensado objetivamente, el suicidio es una muerte muy honorable. Para Sócrates, y por descontado para Platón, la muerte por suicidio es una especie de cobardía. Nunca lo sentí así; pienso todo lo contrario, que hay que tener un coraje muy particular para matarse.

-¿Le llegaste a sentir el aliento a la muerte?
-De chico varias veces, con enfermedades bastante serias, principio de meningitis, por ejemplo. -La meningitis parece que te multiplicó la memoria. -Sí, es una cosa rara, a partir de ese momento me volví un alumno extraordinario... -Digamos que te agudizó la memoria y la caída del pelo. Estamos en igualdad de condiciones. -¿Vos también tuviste meningitis?
-No, lo digo por la abundante ausencia de pelo. ¿Qué más te pasó?
-La meningitis fue a los 9 años. Yo volaba de fiebre y estaba casi inconsciente. El médico, Calandria se llamaba, le dijo a mi padre: "Hay que internarlo. Esto puede dejar secuelas". "A mí no me internan", me acuerdo que grité. El médico no podía creerlo, yo había resucitado... Y desapareció la fiebre. Más adelante tuve neumonía, pleuresía y todas las enfermedades infantiles posibles. Además, he estado en un descarrilamiento de tren, y tuve otra neumonía hará dos años Y bueno, todavía estoy acá Mirá, la muerte no me asusta, me asusta la enfermedad, no me gusta el dolor en absoluto. Sólo que conmigo no funciona el silogismo aristotélico: todos los hombres son mortales, Sócrates es hombre, Sócrates es mortal. Sí, Sócrates se murió porque era mortal. Ahora, que todos los hombres son mortales (le brota la carcajada, pedregosa) eso todavía está en discusión. -¿Y después de la famosa muerte, qué? -Pensar pienso muchas cosas, no te olvides de que yo quería ser sacerdote, y para mí la inmortalidad del alma era una certeza. Creía con tanta naturalidad como ahora descreo.

-¿Hasta qué edad quisiste ser sacerdote?
-Hacia los 12 o 13 años todavía jugaba con la idea de ser misionero De chico yo era muy creyente; para mí, Dios era una realidad. Cuando empezó a ser una demostración teológica empecé a descreer. Los argumentos ontológicos de la existencia de Dios me demostraban casi su no existencia.

-¿Por?
-Porque el Dios en el que yo había creído no necesitaba demostración, era una realidad tangible. En misa, en la Consagración, sentía una relación inmediata con Dios No te lo estoy inventando, era así a los 8 o 9 años. El caso es que cuando empiezo a pensar en la teología sentí esto: si Dios necesita ser demostrado entonces no existe. Podés demostrar el teorema de Pitágoras o la teoría de la relatividad, pero Dios, Dios no exige ninguna demostración. -O se cree de cuajo o no se cree.
-Algo así. Si los padres eminentes de la Iglesia, como San Anselmo, debieron demostrarlo es porque ya en esa época se había empezado a no creer en el Dios en el que yo creí. Por lo tanto, mi Dios no existe, y si no existe el mío, ¿para qué quiero el de San Anselmo?

-Fijate, Abelardo, acaba de entrar don Borges. Ahí lo tenés, a tu derecha.
-Bueno para divertirme, y de buena fe, le preguntaría algo incómodo sobre un pasaje de la Divina comedia en el que él, Borges, tuvo cierto lapsus linguae , seguramente debido al barullo de la conferencia y al cretino que transcribió esos textos para un libro, sin verificarlos. Es del canto IV, en la escena del nobile castello . Borges le atribuye a Virgilio una frase que, en realidad, pronuncia la voz de una sombra, tal vez la sombra de Homero: Onorate l altissimo poeta.

-¿Qué más le dirías? -Y que para mí es el prosista más grande de la lengua después o antes que Quevedo, o junto con él, ¿no? Y no sé si me animaría a decirle que tal vez no sea un gran poeta, pero que ha escrito algunos de los mejores poemas castellanos. Y varios de los mejores cuentos, no ya en nuestra lengua sino en cualquier idioma.

-Te responde: "Sólo he escrito misceláneas, espero el olvido con esperanza "
-Esto siempre me asombró: Borges decía que quería ser olvidado. Este afán de desaparición y olvido es tan fuerte en algunos grandes escritores argentinos, Lugones, Benito Lynch, Banchs como, en el otro extremo, el afán de notoriedad de muchos A éstos, cuando los invitás a tu casa tenés que echar a la mitad de la gente para que entre también su vanidad. -Tenemos un buen stock de pavos reales insoportables. Como decía Sergio Sergi, no son eruditos, son eruc-ditos Volviendo a la apelación al olvido, ¿no será una forma de demandar afecto, memoria? -Puede ser, pero siento que Borges era sincero.

-Con fluidez, sin tropezar, don Borges se ha retirado. Poe entra.
-Esto es un juego, ¿no? -Tal vez, pero no estoy seguro. -Verlo llegar a Poe me causaría un estremecimiento Muchas veces he jugado con esta idea. Tengo una afinidad central con este hombre. Alrededor de los 15 años sentí: escribe para mí. Sobre todo "Eureka", me estaba diciendo lo que yo ya "sabía" acerca del universo. En alguna época, no digo que yo fui Poe, pero sí que estuvimos sentados muy cerca en algún bar (cierra los ojos para la carcajada) Bueno, con Poe yo hablaría de su sexualidad: "Dígame la verdad, ¿es cierto que su matrimonio con Virginia fue un matrimonio blanco, como dicen?" -¿Y? -Seguro que me diría: "¡Pero por supuesto que no!" Porque se sostiene que Poe por su dependencia de la bebida y quizá del opio no se acostó nunca con Virginia. Se olvida que fue opiómano y alcohólico bastante después de casarse. Poe tenía 26 años y Virginia, 14; era una chica muy desarrollada y muy hermosa; durmieron juntos once años, yo sospecho que en esa relación había bastante más sexo que amor platónico. Nada de matrimonio blanco.

-A propósito: también en tu vida el alcohol fue un conflicto.
-No. Era alcohólico y punto. El conflicto... - lo tenían los demás. -Claro, y sucedió en la última época, cuando decidí abandonar la bebida. -¿Qué edad tenías en el cuerpo? -Cuando dejé de beber casi 40 años Sentí que si me quería matar lo podía hacer con más rapidez tirándome debajo de un ómnibus, pegándome un tiro o ingiriendo raticida. -Hace un rato usaste la palabra patético. ¿Te referías a esa época? -Hoy se llama patético a lo ridículo; no, yo hablo en el sentido griego de pathos , más cerca de lo angustioso. No hice ninguna cura; un día le dije a Sylvia: "Desde hoy no tomo más". Y me agarré una borrachera fenomenal, en San Pedro; tomé hasta el borde del colapso.

-¿Tiene fecha eso?
-Tiene: 12 de octubre de 1974. Pero mi decisión fue lenta, secreta

-Te ibas a quedar sin poder escribir; eso te decidió.
-Si seguía así no iba a poder escribir la historiadeese Castillo alcohólico. Siempre sentí que esos quince años de alcoholismo mío fueron adicción a la bebida, pero también una especie de rito de pasaje hacia otra cosa.

-Estabas sembrándote algo.
-Algo así; sentirlo era mi justificación En mi novela El que tiene sed , Esteban Espósito, alcohólico, siente que algo tendrá que hacer con eso que está viviendo.

-¿El alcohol podría ser un peaje para la lucidez?
-No, nunca creí que el alcohol diera lucidez. Cuando en 1959 escribo Israfel, que es la vida de un alcohólico, yo no tomaba una gota. Escribí Israfel más sobrio que una monja carmelita. Nadie escribe ni alcoholizado ni drogado, para escribir necesitás estar lúcido y con la mano firme y tantas cosas claras... Una cosa es creer que algo te está saliendo bien, y otra que eso sea verdad. -A veces uno, alzado por el alcohol, siente que Shakespeare es un pelandrún de segunda. El asunto es leerse al otro día, fresco. -Justamente. Mirá, una vez fui a una fiesta y cuando volví me obligué a escribir una página; es el único texto que escribí alcoholizado Ese día sentí: ¿me está dominando mister Hyde? El alcohol me manejaba. Ahí empezó el trabajo interno que culmina en aquel octubre.

-¿Nunca más un brindis con la música del malbec?
-Nunca, nada. Alguna vez, en Navidad, para que mi tía no se sintiera incómoda. Si se quiere dejar de beber, lo que hay que hacer es dejar de beber. Lo mismo para dejar de fumar. Yo aproveché una gripe y no fumé más. No soy un fanático de la salud. No quiero hacer hoy a los 73 años lo mismo que hacía a los 18, pero quiero hacer hoy a los 73 lo que puedo hacer a los 73. -Cada edad tiene su plenitud. Fijate, Baudelaire entró, murmura: "Qué bajo tiene que haber caído un hombre para sentirse feliz". -Baudelaire. Una especie de hermano gemelo de Poe. Cuando Baudelaire leyó a Poe, sintió que Poe ya había escrito lo que él quería escribir.

-¿Qué le decís a este Baudelaire que ahora te mira con la mano bajo el pecho de su abrigo?
-Le diría lo que siento por sus poemas y por un texto suyo, en prosa, "A la una de la mañana" . Ahí se describe a sí mismo, al fin de un día pésimo, después de estar con gente con la que no tendría ni que haber hablado, y termina pidiendo a Dios que le permita escribir unos buenos versos esa noche, para sentir que no es el último de los hombres. Un texto para colgar en la pared. Siempre me conmovió algo que suele pasar inadvertido: Baudelaire empleó quince años de su vida en traducir al francés las obras de Poe. -Y encima no era un traductor. -Era el mayor poeta de Francia. Esto demuestra su grandeza y la de Poe. En algunos textos, las traducciones superan las versiones originales. Baudelaire, en francés, era el dueño de todas las palabras. Qué paradoja, muere afásico, pudiendo pronunciar sólo una o dos.

-Si tuvieras que elegir ocho, diez palabras talismanes o linternas en tu vida
-Para mí la palabra que involucra a todas es "libertad". Yo siento que la condición de poder elegir es la que cifra en el hombre todas las otras opciones... ¿Se puede pensar el amor, la literatura o el cambio del mundo sin la libertad?

-Te pregunto por palabras menudas: anillo, bicicleta, octubre
-Bueno, acabás de decir una que me fascina: octubre. Me refiere a una primavera otoñal, es como nuestra estación de la lluvia. En octubre ocurre mi novela Crónica de un iniciado. Sé de un perro que se llamaba Octubre. Y hay otras que me persiguen desde chico: estalactita, clámide... -Hay palabras que tienen pulso. -Dylan Thomas en un texto notable habla de la relación del poeta con la poesía. Vos me podés certificar esto con más autoridad porque sos poeta, yo sólo he escrito versos ocasionalmente. La relación del poeta, dice Thomas, con las palabras no es conceptual, se enamora de ellas por su sonido

-Abelardo, primero vi que tu anillo cambió de dedo. Ahora, que tenés dos anillos en un dedo. ¿Me podés explicar...?
-Éste es el anillo de casamiento y éste lo encontramos con Sylvia, en la puerta de casa, y desde hace veinte años lo llevo... Volviendo a las palabras: pájaro y ceniza me gustan mucho, no sé por qué Un día le hicimos a Borges un reportaje para El Escarabajo de Oro ; para evitar las preguntas se le proponían palabras. Le decías "moneda"y él hablaba de Spencer y su teoría del dinero, etc. Le decías la palabra "símbolo" y Borges contaba que los antiguos, cuando un forastero iba a su casa, le regalaban un disco partido por la mitad, si muchos años después volvía o volvía un descendiente, y esas mitades coincidían, era recibido como en su casa Cosas así. En este reportaje, de pronto le proponen la palabra "sol". ¿Y Borges sabés qué respondió? "Estoy podrido de literatura".

-Uno toca la tecla Borges y rebota la tecla Sabato.
-Yo creo que hoy es un deporte nacional criticarlo a Sabato y lo que más me entristece es que sea criticado sin ser bien leído. Sobre héroes y tumbas, con todos sus defectos, es una gran novela. Si hoy viviera Roberto Arlt, sobre ciertas obras suyas se diría que son caóticas. Pero Los siete locos o Los lanzallamas resistieron todas las críticas formales. Con Sobre héroes y tumbas sospecho que va a pasar lo mismo. Sabato es autor, además, de Uno y el universo y Hombres y engranajes. ...ste, escrito en los años 50, anticipa algunas teorías posmodernas y las críticas al estalinismo. Sabato producía una enorme aversión o exigía, y algunos se la daban, una absoluta sumisión. Nunca ocupó el lugar que debía: o bien se lo exaltaba como una especie de santo varón o superpensador, o se lo desvalorizaba por su carácter, no por sus libros.

-Finalmente: ¿lo considerás un gran escritor argentino?
-No creo que sea el gran escritor argentino, o el rival de Borges. Como Borges bromeó: "De mí nunca dijeron que yo era el rival de Sabato". La literatura no es eso. En cuanto a que Sabato sea o haya sido detestable para muchos bueno, reconozcamos que en nuestro gremio abundan los detestables. Yo incluido, tal vez, ¿no? -Así que abundan los escritores detestables -Sí, sí, a los escritores mejor no conocerlos. Un escritor, si es grande en serio, tiene que estar por debajo de sus libros. Si Shakespeare hubiera estado por encima de su obra, la obra sería menor; Cervantes era insignificante al lado del Quijote .

-¿No conociste ningún grande que ?
-Leopoldo Marechal. Con él te podías pasar la tarde entera, escuchándolo, y además sabía escuchar.
-Roberto Arlt entró.
-Bueno, me pondría respetuosamente de pie, cosa que lo haría divertir porque no era un hombre muy accesible a la cortesía. Además, ya dije cincuenta veces lo mismo: hay una especie de santísima trinidad de la prosa nacional en el siglo XX: Arlt, Borges y Marechal, en cualquier orden. Siento que Adán Buenosayres es una de las grandes novelas de nuestra lengua.

-Tu vida entera parece estar organizada en función de la lectura, bibliotecas aquí y en San Pedro, y la crucial cama con atril y todo.
-Todo lo esencialmente humano sucede en la cama. Nacemos y morimos, hacemos el amor, soñamos en la cama. Yo hasta puedo escribir en la cama. Los dos únicos muebles indispensables para un escritor son una buena biblioteca y una buena cama.

-No hay caso, seguís mudando tus anillos Decime, vivir en estado de matrimonio con una escritora ¿qué ventajas y qué desventajas tiene?
-Uno se lleva mal o bien con una mujer no por lo que ella hace sino por cómo es. Pero yo descubrí lo bueno de estar casado con una escritora durante un corte de luz, bajo el gobierno de Menem. El apagón fue al anochecer y duró hasta la madrugada. Ni siquiera encendimos una vela. Nos pusimos a conversar de literatura y, cuando volvió la luz, seguíamos hablando. Habían pasado siete u ocho horas. Esto nos sirvió mucho para cortes posteriores. Cuando Buenos Aires estuvo a oscuras días enteros, pusimos en orden nuestras ideas sobre las grandezas y miserias del oficio de escribir. ¿No has notado una cosa?, si nos atenemos a modelos como Rafael Alberti y María Teresa León, o Bioy y Silvina Ocampo, las parejas de escritores parecen durar más tiempo que las otras. Yo creo que es porque, en vez de discutir, pueden hablar de literatura cuando se corta la luz.

-No sos incorregible, sos irreparable; digamos, Abelardo, que sos, de cuajo, un animal literario. Podríamos hablar hasta la madrugada De tiempo, ¿cómo estás?
-Y yo creo que ya podríamos terminar; antes de que me muera, ¿no?

-Una más: ¿te imaginás a Abelardo Castillo diciendo "estoy podrido de literatura"?
-No sólo me lo imagino. Estoy podrido de literatura.


Por Rodolfo Braceli

Para LA NACION